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Contar el universo

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El Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini fue escenario de una charla de la reconocida escritora Ana María Shua, presentada por Karina Lerman y Cecilia Carballo. Shua, tan prolífica como versátil tiene en su haber una importante obra, tanto para chicos como para adultos, novelas, cuentos, poesías, guiones cinematográficos y adaptaciones de leyendas y mitos antiguos.
«Cuando empezamos a escribir creemos que podemos contar el universo –dijo, para comenzar–. Tiene que ver con esa idea de que cuando uno empieza cree que va a poder escribir el universo y después, con los años, y con los libros ya publicados, uno se va dando cuenta de que no es así, que cada autor tiene un mundo mucho más pequeño de lo que se imagina, lo que es capaz de contar en realidad es mucho menos de lo que supone –reflexionó la escritora–. Y bueno, hay que resignarse a esa situación».
A continuación hizo un paneo sobre sus comienzos en el oficio de escribir y sobre los inicios en la escritura de otros artistas: «Cuando uno empieza a escribir puede empezar por cualquier parte. Yo llegué al realismo después de un enorme y penosísimo esfuerzo. A mí, cuando en la escuela me pedían una composición sobre mis vacaciones, por ejemplo, no se me ocurría nada. En cambio me decían “Los caballos de fuego corren hacia el mar” y en seguida empezaban a brotar imágenes, ideas. En todo caso es “Dime lo que lees y te diré lo que escribes” –cuenta la autora–. Digamos, a partir del momento en que uno empieza a manejar sus herramientas de trabajo y más o menos adquirió el oficio, bueno, algunos textos van a salir mejor que otros y no depende tanto de la época o de la edad en que se escriba. Yo era una nena común y corriente excepto que me gustaba leer muchísimo. Me la pasaba leyendo. Y escribía, yo escribí desde muy chica. Y de hecho era la poetisa más famosa de la escuela».
Luego Shua se enfocó en el presente y concretamente en su oficio: «Hoy en día, donde me siento más cómoda para escribir es en la narrativa, novela, cuento y microrrelato. Quizás un poquito más cómoda en el microrrelato. Normalmente una novela me lleva unos tres años. Pero primero tengo que tener una idea de qué va a tratar la novela, y sobre todo para dónde va, cuál es el rumbo que tengo que tomar –aclara la escritora–. Lamentablemente nunca me fluyó un texto, es una cosa lenta, trabajosa, que el lector nunca se lo puede imaginar, por eso lleva tanto tiempo, por eso una novela puede llevar unos tres años».Ya para cerrar la charla, destacó: «Al lector hay que sacarlo un poco de su zona de confort, ese es mi ideal, ponerlo un poquito nervioso. Los escritores somos como vampiros de la vida; todo, tarde o temprano, se nos va convirtiendo en literatura»

Foto: Guadalupe Lombardo

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