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Ariana Sacroisky

En Salta, un grupo de mujeres se unió para conformar una cooperativa de cuidados. Un espacio de trabajo y empoderamiento que brinda un servicio esencial.

Tomar las riendas. De las 50 personas asociadas, 47 son mujeres, en general jefas de hogar.

Foto: Javier Corbalan

Con 10 años de vida, la Cooperativa de Cuidado de Personas Mayores (CUIDHO) de la ciudad de Salta tiene mucho para contar. Ha corrido bastante agua bajo el puente desde que, en 2012, se conformó el grupo inicial que dio vida a esta historia de construcción colectiva. Como en tantas otras cooperativas de cuidados, la posibilidad de encuentro y creación de lazos de confianza se dio en un curso sobre cuidados domiciliarios, en esta ocasión facilitado por el Ministerio de Trabajo de la Provincia. Tuvo lugar en el Centro Integrador Comunitario (CIC) del Barrio Solidaridad y fue realizado casi en su totalidad por mujeres.
Marcela Ramos, presidenta de la cooperativa, no se imaginó entonces el futuro que la esperaba a la vuelta de la esquina, no solo como lideresa de CUIDHO, sino también del universo empoderado de las cooperativas de cuidados de Argentina, integradas a través de la Red de Cooperativas de Cuidados (RCC): «Pasé de estar lavando los platos a ser parte de esta construcción. Estaba caminando en chinelas para ir al mercadito de mi barrio y vi en la puerta del CIC el cartel con el anuncio del curso. Dije “me anoto”. Y de ahí no paré más».
Concluir aquel curso no fue sencillo. Lo comenzaron 120 personas y terminaron 15. Como nos cuenta Marcela, luego de los dos primeros meses de teoría, la práctica de los siguientes dos meses resultaba muy demandante, de lunes a viernes por jornada completa: «Era lo mismo que trabajar, pero sin cobrar», resalta Ramos.
La última unidad del curso trabajaba en torno a Cooperativismo y Economía Social. Fue entonces que el equipo docente les preguntó a las 14 mujeres y el único hombre que habían llegado al final del recorrido si les interesaría asociarse y formar una cooperativa, su propia empresa: La respuesta fue un sí que abrió un camino colectivo en sus vidas. El grupo recibió entonces el apoyo del Estado provincial para equiparse con una computadora, un escritorio y un mueble, y crear la primera oficina, en un espacio cedido por un año por la Federación de Centros Vecinales.

Presente y futuro
Hoy CUIDHO cuenta con una oficina alquilada en el centro de la ciudad, ubicación que le facilita su tarea: «El sueño más grande es el espacio propio, con una sala de reuniones», nos cuenta su presidenta. Y haciendo un balance, comenta: «La parimos. CUIDHO es como una hija. De estar en casa lavando los platos, pasé a pensar el nombre de la cooperativa, a elegir a nuestras autoridades, a autogestionar una empresa».
De las 50 personas asociadas, 47 son mujeres, en general jefas de hogar. En relación a este tema, Ramos rescata la oportunidad de desarrollo personal y colectivo que ha significado para ellas la cooperativa: «Da mucha satisfacción ver asociarse a mujeres en situación de vulnerabilidad, muchas enfrentando la violencia. Creamos trabajo genuino en esta tarea tan linda que es el cuidado de la persona mayor», subraya.
En relación con la fortaleza que les brinda el estar integradas en cooperativa, Marcela y las demás compañeras presentes (Lidia Cardozo, Claudia Domínguez y Florencia Ramírez) coinciden en este relato colectivo: «En la cooperativa nos escuchamos, compartimos sentimientos, el cansancio, historias de vida, nos damos fuerza para seguir».
Por más experiencia de la que dispongan, cuando comienzan a asistir a una nueva persona, las aborda la incertidumbre sobre la experiencia que se vendrá. Domínguez, asociada desde hace cinco años, expresa la contención que encuentra en CUIDHO (y en su presidenta) para el trabajo cotidiano: «Yo, ante una situación de maltrato, no digno nada en el momento. No quiero generarle malestar al paciente, priorizo su salud. Pero salgo y hablo con Marcela».
La principal forma de difusión de los servicios de CUIDHO es el «boca en boca», la experiencia de otras personas que fueron cuidadas por la cooperativa habla mejor de ella que cualquier estrategia. Otras familias se enteran de su trabajo a través de Facebook. Se genera un encuentro en la oficina, se informa sobre las necesidades de la persona a cuidar y las características del trabajo. Luego realiza una visita al domicilio. Si todo avanza favorablemente, se firma un contrato entre la cooperativa y la familia, que establece las características del servicio, los honorarios y otras cuestiones, como ser los intereses por mora. La participación en la Red de Cooperativas de Cuidados fue muy importante para CUIDHO: «Para nosotras fue una gran apertura –dice Ramos–. A partir de lo que allí se fue dando, cursé la diplomatura “El servicio de cuidados a personas mayores y su organización cooperativa”, el año pasado terminé el posgrado en Economía Social y Dirección de Entidades Sin Fines de Lucro (ambas formaciones de la Universidad Tres de Febrero). Y estamos cursando la diplomatura en Cuidado de Personas Mayores de la Universidad de La Matanza».
Domínguez cuenta que trata cada día de transmitirle a sus hijas la importancia de «que sean libres, que trabajen, que sean independientes, ya que así una decide por una misma, no depende de otra persona. Mi marido se “olvidaba” de dejarme el dinero necesario para cocinar, me hacía pasar por esa humillación. La mujer que trabaja es libre de comprarse lo que quiere o necesita, ella o sus hijos e hijas».
La principal problemática que enfrenta CUIDHO es la misma que gran parte de las cooperativas de cuidados del país: la falta de un marco regulatorio adecuado para trabajar en vinculación con el sistema de salud. CUIDHO utiliza fundamentalmente el sistema de reintegro, en el que cobran por su servicio al concluir el mes de trabajo. El sistema de prestación directa, en cambio, funciona con extensos períodos de pago: «Nosotras no tenemos espalda económica para ello», dice Marcela.
En el presente, las expectativas de CUIDHO y de las demás cooperativas de cuidados del país están puestas en el Primer Encuentro Nacional de Cooperativas de Cuidados, que se realizará en Puerto Madryn, Chubut, los días 30 y 31 de marzo. Para llegar a este encuentro, el camino se nutrió con una serie de pre-encuentros regionales realizados desde noviembre del año pasado en El Hoyo, Quilmes, Mar del Plata y Santa Fe.
En cuanto a los proyectos de CUIDHO, a nivel organizativo, la entidad busca ser parte del nacimiento de una federación de cooperativas del cuidado, ante el machismo al que se enfrentan en diversos espacios de organización. «Allí sí que no nos para nadie», asegura Ramos, y todas coinciden. El proyecto de la federación no parece tan lejano, ya que es suficiente con siete cooperativas de cuidados para poder crearla. Esto permitiría ganar fuerza a nivel provincial y nacional y seguir construyendo una nueva realidad con su trabajo cotidiano.

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