23 de diciembre de 2015
«Cuando nos enteramos del proyecto del monumento pensamos en esa idea de vuelco que viene del aimara, donde se invierte el orden y aparece algo que estaba negado. El monumento a Colón era nuestra conexión con el país que soñó la Generación del 37, la Buenos Aires, la Europa en América. Este desplazamiento funda un nuevo itinerario cultural. Se desplaza una figura blanquizadora, antipopular y elitista. Y de esta forma se cuestiona la historia mitrista, porteña y liberal», sostuvo Luis Padín, compilador del libro El vuelco latinoamericano: de Cristóbal Colón a Juana Azurduy, que narra el proceso de emplazamiento del monumento a la heroína latinoamericana en la plaza situada a espaldas de la Casa Rosada. El libro es el resultado de un trabajo que da cuenta del «cambio de paradigma que se expresa en el emplazamiento del monumento a Azurduy y el desplazamiento de la estatua de Colón y ofrece un cambio de perspectiva para leer la historia latinoamericana», aseguró Padín durante la charla organizada por el departamento de Ideas Visuales del CCC y que contó con la presencia de los investigadores Elisabet Cury, Oscar Moreno y Eduardo Molinari. Los autores mencionados coincidieron en que la escultura de Azurduy es «el soporte material de otro relato histórico, que muestra cómo se articulan lenguajes, topografías y poderes en los monumentos que perpetúan la memoria del pasado». Asimismo, Andrés Zerneri, artista plástico, escultor y autor del monumento, contó su experiencia desde la convocatoria de la embajada boliviana, los encuentros con Morales y la opinión de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando vio la obra en proceso. «Cuando le pedí a Evo una palabra que defina la idea que quería trasmitir, él dijo “movilización”. Además dejó en claro que Juana debía mirar hacia la América profunda, no a Europa como lo hacía Colón. Y todo eso nos inspiró», narró Zerneri. La obra, hecha en bronce, es una imponente escultura de 25 toneladas de peso y nueve metros de altura.
