17 de enero de 2022
La tierra, la sabiduría ancestral y la voluntad de trabajo son la materia prima de un grupo de mujeres que elabora productos de cosmética natural.
Calidad. Los productos son libres de maltrato animal y respetuosos con el medioambiente.
GENTILEZA MALEZA
Poner en valor conocimientos que tienen que ver con culturas milenarias fue el puntapié inicial de Maleza, una cooperativa dedicada a la elaboración y comercialización de productos de cosmética para el cuidado de la piel y el cabello, creados sobre la base de materias primas naturales, orgánicas y agroecológicas, alentando a su vez la recuperación de saberes ancestrales de las comunidades que habitan el suelo de la villa 20 del barrio de Lugano, en la Ciudad de Buenos Aires.
Dicen sus trabajadoras que la idea primera de este proyecto, nacido en 2017, fue poner en valor esos conocimientos que tienen que ver con la cultura originaria: «Una cultura que no está lejos en el tiempo, ni estática en un museo, sino que es puro presente, viviendo y resistiendo en las madres y en las abuelas de todas ellas».
Maleza surgió con la necesidad de dar respuesta a la problemática de inserción laboral: primero fueron cinco compañeras, después ocho y hoy cuenta con más de cuarenta trabajadoras. En torno a una problemática común las mujeres se organizaron para pensar cómo poner en práctica sus conocimientos: algunas habían terminado el secundario con orientación técnico química, otras el comercial y tenían nociones contables.
Letsy Villca y Pamela Tito forman parte del equipo de coordinación de Maleza, además de ser las responsables de la línea de producción capilar. «Económicamente hablando, empezamos a pensar qué podíamos producir adentro para venderlo afuera», cuentan. Los primeros productos fueron el champú y el jabón de glicerina «porque habíamos tenido cursos de fabricación y teníamos las recetas» dice Letsy, y agrega que «también sabíamos que podíamos hacer productos lindos, potenciarnos y hacer cosas grosas si nos organizábamos todas».
El crecimiento de la cooperativa fue tan «gigante» que el lugar quedó chico y hoy ocupa un galpón con distintas áreas: división capilar, facial, preproducción y cuidados personales, además de la coordinación que destina cada dos compañeras un equipo de trabajo de producción. Los productos que elaboran son naturales, sin químicos nocivos ni contaminantes, aptos para veganos, libres de maltrato animal y respetuosos con el medioambiente.
Un proyecto político
«Nos manejamos en redes, crece uno y crecemos todos», resume Letsy y resalta que antes que nada, Maleza es un proyecto político porque «reconocemos nuestro derecho como trabajadoras a tener un salario a partir de nuestros conocimientos». Pero, además, es un proyecto productivo que permite que un grupo de mujeres «nos desarrollemos para producir y crecer», y sociocomunitario «porque sabemos que tenemos derecho a un lugar con agua caliente e Internet». Además, la cooperativa brinda charlas de ESI en el barrio y son parte activa de la comunidad.
Cada una de las trabajadoras cobra el plan Potenciar Trabajo que les permite tener, además de un ingreso, una herramienta de salario que les posibilita invertir el dinero de la venta de los productos para avanzar y comprar materias primas.
El próximo objetivo es crear un área de información, investigación y desarrollo para continuar con el aprendizaje. «Queremos mejorar la forma de producción y acompañar a nuestras compañeras para que sigan estudiando».
Maleza trabaja en enlace con otras cooperativas y productores de cercanía, fomentando así el desarrollo del consumo local, sostenible y más justo. Con la cooperativa Farmacoop hacen prácticas laborales que permiten la habilitación de las cremas y productos. «Estamos intentado producir más para que el día de mañana las compañeras puedan vivir de esto», sueñan.
Los productos se adquieren en el sitio malezanatural.com.ar y en las redes sociales Instagram y Facebook. También a través de diferentes plataformas cooperativas como tiendaconsol.coop.