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Historia a la luz del presente

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María José Ralli

Los desafíos contemporáneos para preservar y avanzar en los ideales de soberanía fueron los temas principales desarrollados por Felipe Pigna, Paula Klachko, Juan Carlos Junio y Juan Francisco Martínez Pería.

De mayo a julio. Junio, Pigna, Klachko y Martínez Pería abordaron distintos aspectos del proceso independentista.

Foto: Horacio Paone

La historia se puso en debate en una Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación colmada para escuchar la charla «De mayo a julio, soberanía y retos del presente», que reunió al historiador y escritor Felipe Pigna, a Paula Klachko, socióloga y doctora en Historia de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, con la moderación de Juan Francisco Martínez Pería, coordinador del departamento de Historia del CCC. También estuvo en el panel Juan Carlos Junio, presidente del IMFC y director del CCC.

El encuentro no solo conmemoró las fechas patrias argentinas del 25 de mayo y el 9 de julio, sino que también exploró los paralelos entre el proceso independentista del siglo XIX y los desafíos contemporáneos que enfrenta América Latina. 

Martínez Pería situó el contexto político actual en América Latina y Argentina durante estas fechas patrias, expresó su preocupación por la neocolonización implícita en las políticas contemporáneas y abogó por una lectura crítica de la historia para recuperar una verdadera independencia regional. 

«Como casi nunca antes, nuestra independencia está en riesgo», dijo y advirtió que «este Gobierno neocolonial nos somete a lógicas de dependencia que hacen que la independencia esté muy debilitada». Además, se refirió a la «deshistorización» de los grandes medios hegemónicos y convocó a discutir la historia a la luz del presente, recordando que «nuestras independencias en América Latina fueron truncas, nuestros grandes próceres terminaron muy mal, sin funerales del Estado a su muerte y con sus ideales traicionados». 

Junio coincidió con esta perspectiva al citar a Esteban Echeverría, afirmando que «no hay nada más inútil que la historia si no sirve de enseñanza para el presente» y enfatizó la importancia integral de la soberanía –política, económica y cultural– como el núcleo de la identidad y aspiraciones del pueblo argentino. 

«Aquellas revoluciones tuvieron objetivos y sueños que abrevaban en las ideas más revolucionarias y avanzadas de la época, algunas se lograron y otras quedaron inconclusas, y esa es la tarea del presente», dijo Junio, quien, además, destacó el papel de Mariano Moreno como precursor de medidas radicales para la consolidación de la soberanía nacional, especialmente su insistencia en la nacionalización de las minas del Alto Perú como estrategia para asegurar recursos fundamentales para la independencia. «Hoy estamos discutiendo el RIGI, que no es otra cosa que un estatuto neocolonial para entregar nuestros recursos naturales», señaló. 


El rol de las mujeres 
Paula Klachko hizo hincapié en la participación crucial de las mujeres en el proceso independentista, recordando a figuras como Manuela Sáenz, María Remedios del Valle y Juana Azurduy, quienes lideraron «ejércitos populares, compuestos por esclavos, indígenas, campesinos y trabajadores, con proyectos soberanistas y avanzados para su tiempo».

En un análisis sobre la actualidad, Klachko señaló que, así como lo fue hace más de 200 años, «hoy también estamos en una transición geopolítica y debemos poder aprovechar las contracciones para seguir luchando por nuestra independencia», y sostuvo que no es posible hacerlo de forma aislada. En este sentido, convocó a apoyar «a todas las experiencias que en la región están tomando caminos de autodeterminación, con sus particularidades»: Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Colombia, Brasil, Honduras. «Estos movimientos emancipatorios del siglo XXI, al igual que aquel, son atacados por la contrarrevolución, con otros métodos, pero con una violencia inusitada».

Resistencia y transformación
Felipe Pigna comenzó su intervención recordando la resistencia indígena desde los primeros contactos con América, contrarrestando la idea de que Colón «descubrió» un continente ya habitado. Destacó las figuras de rebelión como Tupac Amaru y Micaela Bastida, resaltando que «la revolución no termina hasta que el último resista» y profundizó en las influencias intelectuales de la Revolución de Mayo, incluyendo el sincretismo entre las ideas de Rousseau, el pensamiento jesuítico y la tradición indígena, que formaron la base de una revolución original y transformadora en América del Sur. 

Sala Solidaridad. El auditorio colmado siguió atento la presentación de más de dos horas.

Foto: Horacio Paone

También se refirió a «la primera fake news«: «El cura que está al lado de Colón en los libros de historia no existió nunca, solo se usó para decir que había llegado en misión evangelizadora y fue puesto por historiadores posteriores para justificar que España “traía la fe” al continente», relató y puso en pie de igualdad a las mujeres que enfrentaron la conquista. «Fueron tan importantes como los compañeros varones», resaltó, y recordó a la jefa taína Anakaona, una de las primeras en alzarse en rebelión, «que luego se replicó a lo largo de toda América y de diferentes formas». Luego, llegó la hora de los patriotas de la Revolución y la Independencia, y sostuvo que «el ímpetu revolucionario llega a la Universidad de Chuquisaca, donde pasaron Castelli, Moreno y Monteagudo» e hizo referencia a las contribuciones de Belgrano –que había pasado por las universidades de Valladolid y Salamanca–, especialmente su visión educativa y económica para el desarrollo nacional, destacando su propuesta de educación gratuita y obligatoria, un año antes de la declaración de los derechos de las mujeres en la París Revolucionaria.

Pigna recordó que en ese momento, junto con la creación de la Bandera, Belgrano conforma las baterías Libertad e Independencia, «que le vale el castigo de ser enviado al Alto Perú», que a la vez fue la semilla de la gesta del Éxodo Jujeño.

San Martín no podía faltar en el viaje en el tiempo: «Tiene una idea clara de la revolución que quiere, participa del derrocamiento del Primer Triunvirato y gana en la batalla de San Lorenzo, que lo posiciona política y militarmente», repasó el reconocido escritor e historiador, para luego desembocar en la Asamblea del Año XIII, «que reconoce moneda, bandera y escudo, pero no la Independencia, y crea el Directorio, que coincide con el crecimiento de la burguesía porteña, luego burguesía terrateniente». Ahí, continuó, surge la figura de Alvear, mientras San Martín, junto con Miguel de Güemes «plantea la estrategia del Cruce de los Andes, Belgrano denuncia la corrupción de Rivadavia», y la historia se va escribiendo «con sangre y heroísmo». 

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