30 de junio de 2023
El IMFC difundió su habitual Declaración a propósito de la conmemoración internacional, en la que llama al movimiento solidario a ser protagonista en los turbulentos tiempos actuales.
Valores vigentes. Desde su nacimiento en 1958, el IMFC sostiene su compromiso con la democracia y la igualdad.
Foto: Archivo
«Cada fecha celebratoria del Día Internacional de las Cooperativas nos convoca a recrear nuestra historia, vislumbrando el porvenir». Así comienza el escrito difundido por el Consejo de Administración del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos para conmemorar el 101 Día Internacional de las Cooperativas, que se celebra cada año el primer sábado de julio. «La memoria viva de la experiencia de nuestras instituciones –agrega– refleja la identidad cooperativa y alimenta un proyecto colectivo que viene transitando un camino de luces y sombras, riesgos y desafíos, construcciones y reconstrucciones; y siempre de luchas y esperanzas».
Recordando a los fundadores del IMFC en 1958 y a Floreal Gorini, emblemático dirigente, «que tomó la posta, marcando el camino y asumiendo la tarea de construcción del movimiento cooperativo de crédito», la Declaración señala que los nuevos tiempos «nos obligan a reinventarnos como proyecto colectivo, como movimiento social y cultural».
El documento destaca que el 18 de abril de 2023 la ONU adoptó una Resolución que define al sector como «empresas, organizaciones y otras entidades que realizan actividades económicas, sociales y medioambientales de interés colectivo o general, que se basan en los principios de la cooperación voluntaria y la ayuda mutua, la gobernanza democrática o participativa, la autonomía y la independencia, y la primacía de las personas y el fin social sobre el capital en la distribución y el uso de los excedentes o los beneficios». Un pronunciamiento histórico que reconoce el valor social y cultural del cooperativismo.
A la par, advierte que la actual fase de la sociedad capitalista atraviesa una inédita crisis multidimensional: social, política, productiva, ecológica, energética, sanitaria y cultural. «No se trata de un fenómeno natural, sino de un modo de organización de la producción, y de quien se apropia de la riqueza generada por el conjunto de la sociedad». Un fenómeno, dice, que tiende a exaltar el individualismo, la competencia, la glorificación del mercado, la reivindicación del egoísmo como sentido del trabajo y de la vida, entre otros rasgos.
«Frente a este estado de cosas –expresa el escrito– surgen múltiples expresiones políticas, culturales y diversas organizaciones civiles que ponen en el centro de sus preocupaciones la vida, la defensa del derecho a una existencia digna y justa, el cuidado de la especie en su totalidad y de la Naturaleza de la que formamos parte como humanidad, cuya integridad debe ser prioritaria para la subsistencia del planeta. Una de esas grandes expresiones es el cooperativismo, como tradición significativa dentro de las propuestas de la Economía Social y Solidaria, que tiene ya dos siglos desde los precursores socialistas utópicos, y los fundadores manchesterianos, en la creación de una verdadera cultura de la solidaridad».
«La Resolución de la ONU llega en un momento histórico que nos enfrenta a una verdadera encrucijada civilizatoria», cierra la Declaración. «Interpela a los Estados para que sus políticas públicas reconozcan y protejan a las entidades de la Economía Social y Solidaria. Alienta a estas entidades a crecer, a expandir un modelo que democratiza la cultura, el poder y el conocimiento; y a sus militantes cooperativistas a ser protagonistas de la vida social y política». Y concluye: «Nuestro IMFC, como parte del movimiento cooperativo nacional, celebra el notable avance cultural que exhibe a nuestro sector como una verdadera alternativa histórica y social en los actuales tiempos brumosos. El cooperativismo, una vez más, toma el compromiso y la palabra ante los retos próximos y futuros, para continuar profundizando el sentido humanista e igualitario de nuestra democracia».