Cooperativismo

Impulso solidario

Tiempo de lectura: ...

De un pequeño grupo de dirigentes a una gran organización cooperativa. Ese fue el camino de la caja de crédito, hoy filial de Credicoop, que tuvo un importante protagonismo en la localidad.

1979. Dirigentes de la caja de San Martín, junto a Nelson Giribaldi (segundo, de izquierda a derecha) exponen sobre la nueva etapa operativa.

Yo siempre estuve en la búsqueda de encontrar soluciones a los problemas que teníamos, que tenemos, que tendremos», relataba José Zubiría, en 1996, al Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito. Zubiría fue socio y dirigente de la Cooperativa San Martín Sociedad de Crédito, una entidad que realizó una notable tarea solidaria en la ciudad bonaerense homónima y que edificó una trayectoria de casi 30 años.
La caja de crédito nació en 1950, vinculada inicialmente con el Hogar Cultural Méndele, un espacio de la colectividad judía que aglutinó al grupo inicial de dirigentes que impulsó la idea de una cooperativa que ofreciera créditos para resolver las necesidades económicas de una comunidad que, en su mayoría, estaba integrada por obreros, pequeños industriales y comerciantes. Su operatoria, reducida en los primeros años, se llevó adelante precisamente en el salón del Hogar Méndele pero, ni bien los pedidos de crédito lo hicieron sostenible, Cooperativa San Martín Sociedad de Crédito construyó su propio edificio desde donde concretó el objetivo compartido que se habían propuesto muchas de las cajas que se expandieron desde mediados de la década del 50: hacer del crédito un crédito popular. Lo hizo con el acompañamiento del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos que, desde 1958, contribuyó a la expansión de las cajas por todo el país.
Rafael Plata fue otro de los dirigentes que participó del devenir de la entidad de San Martín y decía al mencionado archivo: «Yo de muy joven entendí el cooperativismo como algo importante para la gente». La coincidencia con Zubiría resulta lógica. Las cajas de crédito resolvían las demandas de los sectores populares que no encontraban en los grandes bancos la posibilidad de acceder a préstamos. Con las entidades del cooperativismo esa barrera pudo franquearse. Cooperativa San Martín daba, entre otros, préstamos para vivienda, para emprendimientos comerciales, para desarrollo industrial y para pequeñas demandas. Con los créditos de la caja, los vecinos accedían, por ejemplo, a sus primeros autos o lanzaban sus comercios. Así comenzaban a forjar sus proyectos de vida y la cooperativa aparecía como una herramienta para materializar aquellas demandas.

La precursora
«San Martín fue la precursora de la zona tanto para Villa Maipú, que nació prácticamente a la sombra de San Martín, y Villa Lynch, a través del club Peretz», explicaba Plata sobre el impacto de la caja al interior del partido bonaerense. Esas tres entidades junto a la de Villa Bonich –que actuó también como sucursal de San Martín– configuraban un importante núcleo cooperativo que colaboró sostenidamente con el crecimiento económico de la comunidad durante la década del 60. A ese rol se sumaba el de articuladoras sociales, a través de una extensa red de ayuda a instituciones como sociedades de fomento, clubes y otras organizaciones y una amplia oferta cultural. Actuaciones de músicos de la talla de Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez, charlas, exposiciones y grandes fiestas reunían a los vecinos de la localidad y modelaban un vínculo diferencial que establecía la caja de créditos con su entorno. No era entonces solo un espacio para las finanzas, sino también un lugar de encuentro. Una visión superadora que cerraba el círculo de una verdadera entidad social. Además, la caja estaba formada por los mismos habitantes de la localidad. «Siempre buscábamos impulsar la cooperativa, incorporar un nuevo socio. La gente estaba muy dispuesta. No es que hayamos dejado de ser generosos, yo creo que lo somos, pero en ese momento éramos muy solidarios entre todos», decía Zubiría quien además fue miembro de la caja de Villa Bonich y de la Cooperativa de Crédito San Lorenzo.

Avance. Los asociados se organizaron para llegar al edificio propio.

Dos grandes batallas
Las dictaduras de 1966 y 1976 fueron dos grandes batallas para el cooperativismo de crédito. Ambos procesos representaron duros embates para el sector a través, por un lado, de medidas restrictivas del Banco Central y el congelamiento de fondos y, más tarde, con la autodenominada «ley» de Entidades Financieras de la junta militar. «Fue el periodo de la crisis de las cooperativas», decía Zubiría sobre 1966. «Yo estaba en la comisión de promoción en esa época y fue cuando muchos compañeros fueron presos. Peleamos para salir de esa situación de presión. Lo hicimos todos, grandes luchas, grandes manifestaciones. En esa época llenábamos el Luna Park y participábamos en las asambleas del Instituto Movilizador en Rosario durante infinidad de veces», agregaba el dirigente sobre el impacto del onganiato en la caja de créditos y en el resto de las cooperativas crediticias. Una década después, tras superar aquella agresión, la cooperativa se plegó nuevamente a la defensa del movimiento y enfrentó la política de liquidación de la economía solidaria que planificaba el programa económico de José Alfredo Martínez de Hoz. Fusionadas en bancos cooperativos, las cajas viabilizaron una solución para no desaparecer del escenario de la economía nacional. Ese paso de transformación a bancos –ocurrido en el último tramo de la década del 70 y principios de los 80– no fue fácil para la cooperativa de San Martín. «Tuvimos tantas charlas, idas y venidas y convencimiento, pero no había otra posibilidad porque si no quedábamos afuera de todo el sistema», explicaba Plata. «La dictadura tenían la certeza de que nosotros nos íbamos a pelear. Pensaban “como van a andar bien con una cooperativa de Quilmes, como se van a mezclar con la de Saavedra, con la de Rosario, imposible, estos se pelean a los dos días”. Evidentemente desconocían la fuerza del cooperativismo. Siempre han tenido el problema de no entender al pueblo», concluía, por su parte, Zuviría.
Sobre el legado de la Cooperativa San Martín Sociedad de Crédito se erige hoy una de las filiales del Banco Credicoop en el partido bonaerense. Esa integración, esa unión ocurrida como consecuencia de las políticas de la dictadura cívico-militar, es la historia compartida de muchas cajas de crédito que pasaron a conformar bancos cooperativos en la Argentina. El origen de Credicoop está firmemente ligado al trabajo de esos pequeños bancos populares y a los principios y valores que los dirigentes de esas entidades supieron construir para orientar la economía hacia el pueblo. «No es para recibir nada que uno hacía esto, uno ve que lo que estuvo construyendo dio un fruto porque era para la comunidad», sintetizaba Renzo Cardini, otro dirigente de la caja, cuando recorría su trayectoria personal. «Gente nueva –concluía Zuviría– fue creciendo a la par de esa actividad nuestra, que hoy nos recuerdan y nos distinguen. Nos reconocen porque vieron un ejemplo, vieron algo que ellos también estaban buscando como buscaba yo. El bienestar de la gente».

Estás leyendo:

Cooperativismo

Impulso solidario