Cooperativismo | 65º ANIVERSARIO DEL IMFC

Las mismas banderas

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Con un mensaje que analiza los complejos tiempos actuales, desde la entidad se insta a «recuperar el pensamiento y los valores de los fundadores».

Corrientes 1543. El CCC Foreal Gorini, una de las grandes creaciones del Instituto Movilizador a lo largo de su historia.

Foto: Guadalupe Lombardo

«Celebramos el 65º aniversario de la fundación del Instituto Movilizador de Fondos Coopera­tivos en un momento muy complejo en la vida de nuestra democracia, que cumple 40 años». Así comienza la Declaración emitida por la federación nacida en 1958 con motivo de conmemorarse, el 23 de noviembre, un nuevo año de su fecunda existencia.
La creación del IMFC va más allá de sus fronteras institucionales: fue un logro para el con­junto del cooperativismo argentino. A lo largo de su historia, sus dirigentes sostuvieron como guía permanente los valores y principios del cooperativismo transformador, que marcó, tal como dice el documento, los tiempos futuros del movimiento. «Su militancia social, ahora nucleada esencial­mente en las casas cooperativas del banco Credicoop a través de sus comisiones de asociados, ha sido fiel a la línea fundacional, asumiendo siempre los desafíos de cada momento histórico», expresa.
Al impulsar un modelo solidario para la gestión de los recursos financieros, el IMFC incursionó en un sector tradicionalmente reservado para la banca lucrativa. Esto se plasmó en organizaciones cooperativas de barrios, pueblos y ciudades, pequeñas entidades asociativas que crecieron vertiginosamente, «constituyéndose en un original fenómeno económico, social y cultural».
«Conmemoramos nuestro aniversario, como siempre y más que nunca, sustentando nues­tras convicciones de un cooperativismo comprometido con el devenir de nuestro pueblo y nuestra patria», afirma la Declaración y subraya que «frente a la ofensiva ideológica proveniente de los núcleos del poder local e internacional, por imponer los valores de un individualismo extremo», el Instituto se afirma en «el ideario gorineano de la solidaridad como rasgo esencial de la vida y con una perspectiva de destino colectivo».
Asimismo, señala la contradicción de vivir en un país «dotado de una naturaleza generosa y un pueblo laborioso», pero con grandes desequilibrios socioeconómicos que con­denan a millones a la pobreza y a vastos núcleos de las clases medias a la incertidumbre. «Seguimos creyendo que debe privilegiarse la atención de las deudas sociales, sosteniendo políticas distributivas de los ingresos, para favorecer a las mayorías y al sistema produc­tivo, particularmente a trabajadores y pymes».
La Declaración también reafirma la defensa de la educa­ción pública, en todos sus niveles. «La educación y la cultura son un derecho al que todas las personas pueden acceder por su sola condición de ciuda­danos». También se reivindican las políticas de derechos humanos, «ya que solo es posible la convivencia fraternal, si el tejido social y cultural se nutre del sentido de memoria, verdad y justicia».
En otro tramo, la Declaración advierte que se han instalado en franjas de la sociedad ideas de intolerancia y en contra de conceptos como la justicia social. Y reivindica en este sentido las luchas por impregnar a la democracia de un sentido «solidario y humanista», como parte de una concepción cooperativa.
También afirma que se continuará trabajando en el país y en los foros internacionales del cooperati­vismo, particularmente en Cooperar y en la Alianza Cooperativa Internacional, «por un mundo sin guerras, contra la irracional carrera armamentista y en favor de la preservación de la vida y la naturaleza».
«Cumplimos 65 años del IMFC, 21 años del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini y 57 años de nuestro periódico Acción reafirmando nuestra vocación principista solidaria como aporte a una democracia sustentada en la lucha permanente por más igualdad y justicia», concluye el documento.

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