Cooperativismo | LA HOJA

Lecciones de resistencia

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Ulises Rodríguez

La histórica yerbatera misionera es hoy una empresa recuperada con más de 100 asociados y asociadas que producen 600.000 kilos mensuales.

Desde 1894. La planta de La Hoja funciona en San Ignacio y tienen plantaciones en Puerto Mineral.

GENTILEZA LA HOJA

La historia de La Hoja se podría contar a través de las manos de Emilio Cubillas. Con 41 años en la fábrica, cada una de las callosidades de sus palmas hablan del arduo trabajo en una empresa que supo conocer el esplendor durante casi 100 años hasta declararse en quiebra en 2008 y luego ser recuperada por sus trabajadores que la pusieron nuevamente de pie.
Es raro que una persona que toma mate habitualmente no haya probado alguna vez esa yerba que, desde 1894, ha estado presente en las mateadas de los argentinos. Cubillas ingresó a la planta en 1981 y, a pocos años de jubilarse, es uno de los trabajadores que defendió su fuente laboral abrazado a las máquinas en 2008, cuando ingresó Gendarmería a desalojar.
Tras resistir y vivir momentos de gran incertidumbre, en 2015 se constituyó la Cooperativa de Trabajo La Hoja Limitada y la Justicia avaló que los exempleados se hicieran cargo de la compañía. «Al principio no la pasamos nada bien, nos quedaron todas las deudas y no teníamos un centavo para pagarlas. Recién hoy estamos saliendo adelante», cuenta el encargado del sector de té, que comparte el trabajo con un hijo y una hija que también forman parte de la cooperativa.

Lugar clave
Con más de 100 asociados y asociadas, la cooperativa La Hoja es una de las empresas más prósperas de San Ignacio, la ciudad misionera que tiene como principal fuente laboral al turismo que llega para conocer las reducciones jesuíticas y la casa en la que habitó el escritor Horacio Quiroga. En la enorme planta ubicada a un kilómetro de la ruta 12 –a la que se llega atravesando un camino de tierra colorada y selva– se realiza el proceso de estacionamiento, selección, control de calidad y posterior envasado de una yerba que ya viene secada y «canchada». En la actualidad, la producción ronda los 600.000 kilos mensuales.
«Tenemos plantaciones en Puerto Mineral, donde a la vez funciona el secadero, así que el primer paso lo hacemos allá y otra parte es ingreso de terceros por la gran demanda que tenemos», cuenta a Acción Iván Acuña, responsable administrativo del sector de compras, trámites de ingreso y socio fundador de la cooperativa.

La Hoja es también una gran productora de té y mate cocido en saquitos, con una logística y distribución tercerizadas, porque la cooperativa aún no cuenta con camiones propios. «Enviamos a Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, La Rioja, Mendoza, San Juan. También a la Patagonia, donde mandamos la yerba sin palo, más característica por su sabor intenso, que se consume mayormente en el sur del país», dice Iván Acuña.
Los números son buenos y las cuentas de la cooperativa están del todo saneadas. «La idea es que en algún momento la cooperativa compre toda la quiebra y seamos ciento por ciento dueños, porque ahora es como que nosotros le estamos “alquilando” al Banco Nación, que nos refinanció la deuda que dejaron los exdueños», explica Acuña. La deuda es millonaria, pero confían que con esfuerzo saldrán adelante. Más allá de esto, según Alfredo Fonseca, presidente de la cooperativa, el balance de 2021 es muy positivo: superaron lo que tenían proyectado en cuanto a ventas, mejoró la participación en el mercado, pudieron cumplir con los asociados. «Además profesionalizamos y fortalecimos el grupo humano, que es lo más importante que tiene una cooperativa», dice.
Para 2022 las perspectivas son aumentar la cartera de clientes en todo el país, exportar un producto elaborado y ser más amigables con el medioambiente, dice el hombre que antes de presidir la cooperativa cumplía funciones en el secadero. En este sentido, La Hoja acaba de lanzar una novedad: un envase totalmente biodegradable, que en 180 días tiene la capacidad de desintegrarse por completo. Un paso más hacia los objetivos que se proponen en un contexto próspero aunque lleno de desafíos.