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Los hongos del Alto Valle

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Ulises Rodríguez

Gir Pat es una cooperativa que, desde 2005, cultiva gírgolas patagónicas. Su trabajo incrementó el consumo de este producto en su zona de influencia.

Producción. El asociativismo mejoró las condiciones de cultivo y comercialización.

NICOLÁS FOGOLINI

Las gírgolas son hongos que se cultivan en troncos de álamos con una producción estacional entre los meses de marzo y mayo. Una vez cosechados, se consumen frescos o en conserva aunque, normalmente, se comercializan deshidratados. En el año 2000, varios productores de gírgolas del Alto Valle de Río Negro se organizaron empujados por la necesidad de contar con las herramientas que les permitieran comercializar este producto un tanto desconocido en el mercado argentino. Así, en 2005 pudieron fundar la Cooperativa Agropecuaria Gir Pat Limitada, con sede en General Roca, lo que les permitió tener la planta elaboradora, producir en modo seguro y obtener la etiqueta para comercializar a nivel nacional.
Si bien las gírgolas frescas se comercializan como cualquier verdura, una producción de gírgolas dura de una semana a 10 días, luego de ese lapso, se echa a perder. «Por eso es que nos vemos obligados a deshidratar y hacer conserva y para producir de ese modo la exigencia es tener una planta habilitada con todas las normas sanitarias, tanto provinciales como nacionales para poder comercializar», cuenta Juan Carlos García, presidente de la cooperativa Gir Pat.

Un proceso delicado
Con una planta elaboradora de 80 metros cuadrados y un sembradero de media hectárea al margen del Río Negro, la cooperativa GirPat está conformada por once asociados y asociadas de la región. El trabajo de producción les ocupa gran parte del año ya que la gírgola patagónica crece sobre troncos de álamos de unos 50 o 60 centímetros de largo, en el mes de agosto.
Durante septiembre se tala el álamo –muy utilizado en esa zona para la protección de los cultivos frutícolas como cortina de viento– y se coloca el micelio, que es la espora germinada de trigo que se hace en laboratorio sobre algún cereal y se lo mantiene con humedad. «En la cooperativa lo hacemos en bolsas individuales y lo mantenemos a resguardo del sol. En febrero se saca al lugar de producción, protegido con mediasombra debido a los vientos y para evitar que lo ensucien los pájaros», explica Juan Carlos García, mendocino de nacimiento, pero con más de 35 años viviendo en la Patagonia.

Cooperativa Agropecuaria Gir Pat. Hongos del Alto Valle.

Cooperativa Agropecuaria Gir Pat. Desde 2005, la entidad rionegrina cultiva gírgolas patagónicas. Su trabajo incrementó el consumo de este producto en su zona de influencia. El asociativismo mejoró las condiciones de producción y comercialización.

Luego se riegan con un sistema de microaspersión, porque necesitan humedad constante, y cuando llega el otoño, empieza la cosecha.
Beatriz Sánchez es una de las fundadoras de Gir Pat y actualmente ocupa el cargo de secretaria. Su función principal es la organización y administración de la planta elaboradora. «Como nuestra producción es estacional, durante el otoño tenemos un volumen de hongos que es imposible comercializar en fresco. Entonces utilizamos un horno deshidratador y hacemos conservas de hongos al escabeche, a la provenzal y al natural», detalla sobre su tarea.
Introducir las gírgolas en el mercado fue un verdadero desafío. «Nos preguntaban si eran tortas fritas o si servían para hacer cataplasma (medicinal) y hoy, más de 20 años después, la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén es donde más consumo per cápita hay en el país y eso se debe a la producción de la cooperativa», cuenta Sánchez.
Para ella «el cooperativismo es una forma de vida en la que compartimos, transmitimos conocimientos y salimos de las estructuras de producción impuestas». Y agrega: «Solos no podemos salir de estas situaciones y menos cuando somos pequeños productores. La producción de hongos se puede hacer en muy poco espacio, no se necesita tanto dinero, así que el cooperativismo es una alternativa para muchísimas familias».
Ariel Marcaccio, tesorero, que lleva 15 años en la entidad, resume en pocas palabras la esencia de una empresa de la economía social. «Nos ayudamos entre todos –cuenta–, nos prestamos cajones, herramientas o lo que el otro necesite y no pueda conseguir. Eso es lo que te brinda una cooperativa: un grupo de trabajo unido para salir adelante».

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