20 de mayo de 2024
En el barrio Toba de Resistencia, la cooperativa de trabajadores indígenas Alba lo’opi brinda un espacio de trabajo y contención para la comunidad.
Saberes ancestrales. Los integrantes de la entidad buscan recuperar su histórico edificio.
Foto: Pablo Caprarulo
Los valores y prácticas del cooperativismo se encuentran íntimamente vinculados con formas indígenas, tal como la toma de decisiones en asamblea. Y la constitución de cooperativas puede ser un camino fructífero para que comunidades originarias generen mayores fuentes de ingresos para las familias que las integran, y, a la vez, puedan fortalecerse colectivamente.
Este es el caso de la Cooperativa de Trabajadores Artesanos Indígenas del Barrio Toba de Resistencia, Chaco. Alba lo’opi es su nombre y significa en lengua qom «artesanos», «hacedores de la tierra» o «trabajadores de la tierra». Integran la cooperativa personas dedicadas a la alfarería (de platos, ollas y botijos), la cestería (elaborada con fibras vegetales empleadas en el tejido de bolsas o canastos), y la elaboración de arcos y flechas de madera.
El Barrio Toba nació como un asentamiento situado en la periferia de la ciudad, habitado por una población oriunda de Pampa del Indio y de otras regiones de la provincia que fue expulsada de sus territorios por el corrimiento de la frontera agrícola y por las inundaciones. Debido al crecimiento de Resistencia, en la actualidad el barrio ya es parte de la ciudad.
Establecido el vecindario en 1966 con el impulso del Estado y de la Cruz Roja se avanzó en la creación de las primeras instituciones: la cooperativa, la primera escuela primaria (hoy escuela intercultural bilingüe de gestión comunitaria), la sala de primeros auxilios y el primer coro toba, semilla del actual coro Qom Chelaalapí. A través de la cooperativa, las personas de la comunidad comercializaban sus artesanías en un local del mismo barrio. «Era el lugar donde comprar las artesanías», nos explica su presidente, Francisco Billeta.
El funcionamiento de la cooperativa fue muy bueno. El local operó como punto de venta y, a la vez, como un espacio de reunión con poder simbólico, fortaleciendo la construcción comunitaria. Alba lo’opi también avanzó en la creación de un horno para la cocción de las piezas, que con la comercialización colectiva comenzaron a producirse en mayores cantidades.
Con los embates neoliberales de las últimas décadas la cooperativa se debilitó en gran medida, encontrando dificultades para el cumplimiento de las exigencias formales y de los costos para sostener una empresa autogestiva.
En acción. Cestería, objetos de madera y esculturas, algunas de las creaciones.
Foto: Pablo Caprarulo
Volver a empezar
Estas dificultades se potenciaron cuando en 2017, en un plan de gobierno para remodelar las viviendas del Barrio, que se encontraban muy deterioradas, varias estructuras fueron tumbadas. Quedó desestructurado: desaparecieron muchos espacios, incluida la sede de Alba lo’opi. Luego, el barrio fue reconstruido, se erigieron las nuevas viviendas, aunque no así el local de la cooperativa. Este hecho se sumó al fallecimiento de quien fue el último presidente, por siete años, y el principal dirigente histórico de Alba lo’opi: Santos Fernández (padre del actual presidente).
Las personas descendientes, hijas y nietas de las últimas autoridades, buscaron en tiempos recientes reflotar a la cooperativa. El presidente explica: «Para nosotros es muy importante fortalecernos como fuente de trabajo para nuestra comunidad». Y cuenta que el año pasado, con el apoyo del Programa Cultura Pueblos Originarios, del Instituto de Cultura de la Provincia, que también colabora con la comunidad con apoyo técnico, lograron ordenar los aspectos formales.
El objetivo principal de la cooperativa es recuperar su edificio, que nunca fue reconstruido. El actual consejo de administración se encuentra llevando adelante una gestión activa para lograr reunirse con las autoridades competentes en la materia, de gobierno, de cultura y de vivienda de la provincia, para ser atendido y lograr este objetivo fundamental.
Como su próximo desafío cercano, la entidad participará en la ampliamente reconocida Bienal Internacional de Esculturas, que se realiza desde 1988 en Resistencia. «Tendremos allí un stand institucional del que participarán decenas de trabajadores artesanos de nuestra comunidad», dice Billeta. Y concluye: «Vamos avanzando con nuestro lema: nos une el pasado, trabajando en el presente para construir nuestro futuro».