Cooperativismo

Modelo de conducta solidaria

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Creada en 1962, la caja impulsó y promovió el crecimiento y el desarrollo del populoso barrio porteño. En 1979 formó parte de las 44 entidades que fundaron Banco Credicoop.

Calidad de vida. La organización y la acción vecinal permitieron el progreso comunitario. 

 

Un panadero, un heladero, un publicista, un martillero, un odontólogo y un carpintero. ¿Qué pueden tener en común oficios, profesiones y hasta mentalidades tan disímiles? Un barrio, ese núcleo de acción solidaria que reúne a personas en busca de un objetivo de convivencia y bienestar común. Las cajas de crédito, impulsadas tras el nacimiento en 1958 del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, fueron precisamente una de las formas organizativas más representativas y ejemplares de concreción de aquel objetivo compartido en distintas comunidades del país. Desde los años 60, esas entidades ocuparon un lugar relevante en la vida y el desarrollo económico y social de numerosos barrios que, a través de la iniciativa de sus vecinos, llevaron adelante proyectos cooperativos que quedaron en la memoria de muchas localidades.
El caso de Saavedra Cooperativa de Crédito, Vivienda y Consumo Limitada es un buen ejemplo del trabajo solidario vecinal. Precisamente, el panadero David Illuminati, el heladero Ángel Piacentini, el publicista Domingo Alfonso Molina, el martillero José Addario, el odontólogo César Panno y el carpintero Santiago Spinogatti, entre otros integrantes de la comunidad, fueron quienes en 1962 se reunieron para crear una cooperativa que pudiera resolver la necesidad de crédito que tenían obreros, comerciantes, artesanos, pequeños y medianos empresarios y profesionales del barrio porteño de Saavedra. En las instalaciones del Club Estrella se dieron los primeros pasos para, en pocos meses, hacer realidad el proyecto de la caja de crédito que comenzó a operar en un pequeño local prestado. «Se planteaba hacer una caja donde cada vecino tuviera acceso al crédito. Se buscaba también que cada barrio tuviera su propia caja. Pero fundamentalmente lo esencial era que estuvieran administradas por sus vecinos. Eso no me cayó mal y fui incorporándome poco a poco», contaba Santiago Spinogatti, exdirigente de la cooperativa Saavedra, en una entrevista de 1996 para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito.

 

Beneficios colectivos
«El sembrador», así caracterizaba Juan Carlos Sapienza, presidente de la cooperativa en 1970, a Ángel Piacentini, otro de los pioneros de la caja. Un camino de siembra que mostró su cosecha en el crecimiento exponencial de asociados –la entidad llegó a tener más de 6.000– y en los hechos concretos, además del crédito, que se verificaron en las calles y la vida diaria de Saavedra. Fue la entidad cooperativa la que participó activamente en el crecimiento de cooperadoras escolares, centros comerciales, instituciones deportivas y culturales y en obras, como la instalación de cloacas o la recuperación y ayuda de empresas de transporte, como las líneas 21 y 71, entre otras tantas iniciativas impulsadas. En paralelo con esa tarea, la caja marcaba también el pulso cultural del barrio a través de su sala Spilimbergo con la presentación de conciertos, obras teatrales, conferencias y funciones cinematográficas, actividades en las que la comisión de damas tenía un papel determinante. No se trataba entonces de una caja que otorgaba únicamente préstamos, sino que era una entidad que articulaba con los distintos aspectos y demandas de la vida comunitaria. De allí provenía el reconocimiento de los vecinos y de las instituciones de la zona, porque las cajas de crédito eran organizaciones distintas a las motivadas por la finalidad de lucro. Honestidad, transparencia, conocimiento vecinal, trato justo y ayuda social eran las claves para un buen funcionamiento y desarrollo. «No hemos tenido quebranto, hemos crecido y hemos podido con eso ayudar a todas las instituciones (…) la frase era “Saavedra engrandeciendo a Saavedra”», afirmaba Spinogatti.
En 1970, Saavedra Cooperativa de Crédito, Vivienda y Consumo Limitada fue galardona con el premio «Pinos de Oro» otorgado por el IMFC a las entidades con mejor desempeño. En ese orden, se destaca un testimonio publicado ese mismo año en una nota de Acción en donde se perfilaba el espíritu de la caja porteña. «Somos una cooperativa con características populares, muy enraizada en el barrio. Todos los integrantes del Consejo son conocidos en la zona como gente de bien», sostenía el vocal Luis Mastrángelo. En esa nota, el presidente Sapienza, otro de los dirigentes recordados y reconocidos por su trabajo comprometido, también apuntaba: «El premio que nos ha otorgado el Instituto es un compromiso, más que un estímulo. Es la base para que la gente siga trabajando con más ahínco».
La cooperativa Saavedra, así como el resto de las cajas de crédito que sobrevivieron a los ataques de las dictaduras de 1966 y 1976, fue no solo la comprobación del modelo cooperativo como forma económica eficiente, sino además la base de formación de miles de cooperativistas argentinos que con el tiempo se convirtieron en grandes dirigentes que fundaron a las entidades bajo los principios de la solidaridad y la honestidad. «El vecino tenía su banco y eso hay que recalcarlo y repetirlo. Su banco administrado por los propios vecinos, gente que al principio no entendíamos nada de números, pero sí entendíamos de lo que significaba la conducta y la solidaridad», expresaba Spinogatti.
Hoy, en el antiguo edificio de la caja funciona una de las filiales del Banco Credicoop, un banco creado en 1979 tras la fusión de distintas entidades de crédito cooperativo en un proceso que incluyó a la legendaria Saavedra Cooperativa de Crédito, Vivienda y Consumo Limitada.

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