26 de octubre de 2025
Con 15 años de trabajo colectivo y una clientela fiel, la cooperativa Pashuca ofrece platos típicos argentinos en el corazón del Bajo Flores.

Equipo. Natalia Olmedo, Teresa Sore y Arana Ureña, parte del grupo de trabajo, integrado por once personas.
Foto: Rolando Andrade
«Aunque no la veamos, siempre está», podríamos decir de Teresa Sore, alma mater del proyecto que le dio vida a la cooperativa Pashuca y de los 15 años de funcionamiento que lleva el restaurante ubicado sobre la calle Varela, en pleno Bajo Flores de la Ciudad de Buenos Aires. Hablar de Pashuca es hablar de Teresa, quien a fines de agosto de 2025 decidió que era la hora de retirarse y pasar la posta a sus compañeras; pero su ausencia se hace sentir.
Con el marco de un hermoso mural que cubre una de las paredes del restaurante y que describe la vida del mismo y la del barrio, Natalia Olmedo, presidenta de la cooperativa cuenta que todo nació en la casa de Teresa, en el año 2001, cuando comenzó a vender viandas desde su casa y a hacer delivery ella misma con su bicicleta. «También vendiendo en ferias, armándose de a poquito, comprándose cosas», cuenta.
«Como cooperativa comenzó en 2008 –especifica Arana Urueña, secretaria del Consejo–. Ahí se sumó Valentina, que es otra compañera, y en 2010 se pudieron mudar acá (el local donde funciona actualmente) y por eso este año festejamos el aniversario de los 15».
«Teresa es una persona muy ahorradora», rescatan ambas, y eso le permitió salir de su casa e instalar el restaurante. «Si bien nosotros trabajamos con el Banco Credicoop», cuenta Olmedo, «que nos ha ayudado mucho, como el freezer que nos dio hace poco, créditos para comprar motos para el delivery o el subsidio que obtuvimos y que nos permitió arreglar el techo, hay mucho del ahorro de Tere».
Para todos los gustos
Pashuca debe su nombre a la yegua homónima que Teresa tenía en su Tucumán originario y que era muy tranquila. Cuando pensó en concretar el restaurante, asoció ese nombre a la sensación de placidez que se tiene cuando se termina de comer y así fue como lo bautizó.
Una clientela fija los acompaña desde hace 15 años y cubren algunos de los 40 lugares de los que dispone el salón, a la par que saborean la comida casera que preparan que es típica de bodegón. Dentro de los más famosos están los ñoquis; el locro (que lo hacen para el 25 de mayo); el pastel de papas; las empanadas tucumanas; y la milanesa Pashuca, para compartir, que lleva jamón, muzzarella, huevos fritos, papas fritas y ensalada.

Sabor casero. Ñoquis, empanadas y milanesas, las estrellas de la carta de Pashuca.
Foto: Rolando Andrade
La calidad de su comida les valió, en 2023, el Sello CocinAr, un reconocimiento a la calidad turística que otorga el Ministerio de Turismo y Deportes Nacional. Esta distinción les permitió conocer y vincularse con otras cooperativas con quienes también establecieron lazos comerciales.
Con once integrantes, la mayoría mujeres, excepto los dos varones que hacen el delivery, la mayoría viven del restaurante. «Trabajamos de la mano de muchas cooperativas», agrega Natalia Olmedo, «acá a la vuelta está el club que es parte de la cooperativa». Arana Urueña completa: «Se trata de un proyecto cultural en el que está Pashuca; el Club Social y Deportivo Flores Sur; los chicos de “Lo de Eva”, que tuvieron que cerrar por la situación económica actual y la cooperativa La Minga. Hacemos peñas, ferias o pensamos diferentes cosas, ya que todo lo que es Flores Sur no está muy financiado».
Natalia y Arana hace aproximadamente tres años que integran Pashuca. «Nunca trabajé en una cooperativa, es la primera vez y lo amé. Me encanta el hecho de debatir todo, de sentarnos y poder entre todos sacar ideas nuevas para fortalecer la cooperativa de modo de seguir adelante», señala con entusiasmo Natalia. «Donde vos te sentís valorada por lo que hacés, te sentís perfecto y acá me sentí valorada», continúa la actual presidenta de la Cooperativa.
Arana ingresó de la mano de su hermana, que ya integraba el espacio. «Al principio me costó adaptarme, pero después la amé. Una cooperativa no es para cualquiera porque no es que cada quien piensa en sí mismo, llega, hace su trabajo y se va. Acá es todo en conjunto y siempre meterle».
Todos los que trabajan en Pashuca están asociados a la cooperativa. «Siempre se piensa en asociar porque nos necesitamos el uno al otro y pensar en alguien terciarizado no es algo que compartamos», subraya Arana. Un lugar que es fruto del esfuerzo colectivo, donde el sabor y la solidaridad se sientan a la mesa.
