Cooperativismo | COOPERATIVA AUDIOVISUAL LATINOAMERICANA

Otra forma de mirar

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Maria José Ralli

Con sede en Buenos Aires, CALA es un proyecto autogestivo que nació desde la comunicación popular. Los recursos audiovisuales y la batalla cultural.

Equipo interdisciplinario. Mujica, Bravo, Meza, Morales y Córdova.

Foto: Horacio Paone

Corría el año 2012 cuando un colectivo de hombres y mujeres unidos con el objetivo de contribuir al cambio social desde la comunicación dieron origen a la Cooperativa Audiovisual Latinoamericana, CALA, con sede en la Ciudad de Buenos Aires.
«La mayoría de los fundadores éramos estudiantes de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo y ese fue el germen, primero de nuestra amistad y luego de nuestro pensamiento político», señala Mario Bravo, uno de los asociados. Y repasa: «Luego la mayoría de los compañeros y compañeras de ese germen se fueron a Bolivia y Venezuela, y participaron de la experiencia de la comunicación popular de la Patria Grande. A su regreso a la Argentina, surge la idea de armar la cooperativa». 
Conformada por diez integrantes, entre ellos Florencia Mujica, Beatriz Meza, Paco Córdova y Camilo Morales, en un principio se llamó Colapsa (Cooperativa Latinoamericana de Producción y Servicios Audiovisuales) y nació con la misma raíz: «La experiencia política, comunicacional y popular». 
«Con la llegada de las compañeras agrandamos la cooperativa y cambió el nombre a CALA», cuenta Camilo Morales, su presidente, «aunque no presido nada, todo acá lo hacemos de la forma más horizontal que podemos».
La entidad está integrada por un equipo multidisciplinario que viene mayormente de las ciencias sociales y derivó hacia lo audiovisual. Así lo expresa Beatriz Meza, socióloga como Florencia Mujica. «También hay antropólogos, tenemos una mirada más compleja y eso ayuda al tipo de producción que estamos encarando», agrega.

Marca propia
La experiencia de diez años de trabajo se ve reflejada en el nivel de profesionalismo y los productos que lograron llevar adelante. Un ejemplo es Motriz cooperativa, serie documental que fue presentada en el Centro Cultural de la Cooperación en el mes de octubre, apoyada por el FOMECA –el fondo de financiamiento del ENACOM–, que pone en valor al cooperativismo. «Somos una cooperativa con un sello de calidad, que es también una marca nuestra», dice Beatriz, y Florencia añade que sumarse a la cooperativa no fue solo una decisión laboral, sino también, y sobre todo, política. «Es un modo de trabajo superador», señala.
Paco Córdova repasa que «es un proyecto autogestivo en el que venimos trabajando desde hace mucho tiempo; queríamos ser la cooperativa que refleje el cooperativismo», al tiempo que resalta: «Intentamos federalizar las experiencias cooperativas, con los pocos recursos que tuvimos viajamos a las distintas provincias, e indagamos acerca del cooperativismo, los proyectos y desafíos». «En un momento donde es fundamental reivindicar lo colectivo, agradecemos la posibilidad de compartir nuestra experiencia y valorizar la potencia del movimiento cooperativo», reflexiona. 
Todos coinciden en que la economía social y solidaria puede ser una salida concreta a la coyuntura y un camino para recorrer «en forma paralela al sistema capitalista». «Cuando lo presentamos nos chocó de frente la realidad, el contexto de crisis y la pregunta: si el cooperativismo realmente era una válvula de escape o una salida real a la crisis del capitalismo», dice Beatriz, y encuentra rápido la respuesta: «Nosotros estamos convencidos de que sí, pero hay que dar esa batalla». 
Frente a la llegada de «una derecha feroz» y la posibilidad de que el cooperativismo pueda convertirse nuevamente, como en la crisis de 2001, en válvula de escape, los integrantes de CALA reclaman que «se necesita apoyo, recursos y voluntad política» y la necesidad de mover la rueda productiva y de comercialización. «No somos los primeros, pero tenemos la oportunidad de visibilizar; ponemos nuestra herramienta en esta militancia cooperativista», dice Mario Bravo. 

Nuevos proyectos
Florencia Mujica adelanta que están trabajando otra idea: «Minga, un largometraje documental sobre experiencias de cooperativismo, en principio en Argentina, pero con perspectiva latinoamericana». 
Y además, convocados por el IMFC, están registrando testimonios para ahondar en la historia del Instituto, su lucha y su proyecto colectivo, que serán parte de un video institucional. Camilo Morales agrega: «Después de diez años, hay un pulso que nos permite militar en espacios institucionales y políticos más grandes». El desafío ahora es correr los límites, profundizar la federalización y, hacia afuera, ampliar el trabajo a toda la región. En este sentido, CALA estará presente en Ventana Sur, una instancia de intercambio entre productoras y posibles clientes internacionales, con la expectativa de ofrecer la serie y seguir creciendo. 
«Queremos poder vivir de la producción de contenidos propios, seguir reflejando al sector y mejorar nuestro trabajo cada día», sintetiza Paco Córdova, y Florencia suma: «Tenemos que incluir a las nuevas generaciones en la formación del cooperativismo; la acción cooperativa es muy intuitiva socialmente y la gente tiende a asociarse para resolver cosas, está en nuestro ADN». 
Finalmente, para los integrantes de CALA, «la punta de lanza de la batalla cultural son los recursos audiovisuales» y concluyen: «Tenemos mucho para crecer».

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