Cooperativismo

Otra responsabilidad

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En el marco de la creciente batalla cultural impuesta por las transnacionales y el dictado de las políticas emergentes del Consenso de Washington, se ha venido instalando con publicidad cada vez más penetrante en Argentina y en el área de países llamados «emergentes» el concepto de Responsabilidad Social Empresaria (RSE). Sin dudas, con esta fuerte colonización mediática del «compromiso» de las grandes empresas, se busca maquillar la contradicción entre las enormes ganancias de esos sectores y su comportamiento social. Al constituirse como monopolios, oligopolios y muchas veces monopsonios (mercados para los que existe un único consumidor), imponen sus condiciones en perjuicio de la sociedad y de sus componentes más vulnerables. En la mayoría de los casos va acompañado de severos daños al medio ambiente; en otros, de trabajo infantil, no registrado o en condiciones esclavistas, como se ha demostrado en los últimos años.
Los sectores que más evaden y eluden impuestos buscan legitimar este comportamiento (a todas luces irresponsable) a través de la confección de un «balance social» en las empresas. En este grupo de multinacionales y grandes consorcios industriales que han violado y violan normas impositivas, ambientales y laborales se encuentran empresas como Shell, Cargill, Nidera, Nike, Coca Cola, Walmart, precisamente empresas notoriamente representativas de un capitalismo depredador que ahora en nuestros países encabezan la ofensiva cultural por la Responsabilidad Social Empresaria y el «compromiso» del capital con las necesidades sociales.
En este sentido, generada como política sistemática desde la ONU y luego tomada por el Banco Mundial y replicada en cada Foro Económico Mundial o cónclave del FMI, la RSE es una avanzada cultural que busca imponerse en centros académicos y universidades (se incluye como materia de posgrado) y hasta seducir a sectores de gobiernos con honda preocupación social, como ocurre en Brasil. La verdadera responsabilidad del empresariado es otra, y deviene del necesario compromiso con su pueblo y su país. Como bien señala el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en su libro De la Banana Republic a la No República, «empresario es aquel que crea empresa, que no es otra cosa que organizar factores de producción para generar bienes y servicios, por lo que la clase empresarial es indispensable en toda sociedad, independientemente de si el empresario persigue un fin de lucro –el empresario capitalista– o busca otra clase de objetivo. La Madre Teresa de Calcuta, con su inmensa obra mundial, también fue una extraordinaria empresaria».
Esta afirmación forma parte de la batalla cultural y es la puja entre quienes defendemos desde el campo nacional y popular la definitiva profundización y consolidación del modelo de desarrollo económico y social, en la que proponemos el aporte como cooperativistas del Balance Social Cooperativo, como una herramienta de la gestión socioeconómica que permite al amplio universo cooperativo medirse y mostrar su eficiencia y su eficacia en relación con el cumplimiento de su propia esencia e identidad, es decir, con los principios cooperativos, en contraste con los sectores que proyectan, bajo el paraguas de la RSE, perpetuar el modelo de las grandes ganancias y la injusta distribución de la riqueza.

—Horacio Aizicovich
Dirigente cooperativista

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