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Patear la calle

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ANSOL

Nacida en la crisis de 2001, brinda servicios de logística y mensajería. «Comenzamos en una plaza, sentados en un banco, esperando un llamado», cuenta su tesorero.

Nuevas prestaciones. A la mensajería sumaron el servicio de fletería en todo el AMBA.

JAZMIN MENDIBURU

Cuenta Gabriel Sayagol, tesorero de la cooperativa Enlace, que todo empezó en una plaza de la Ciudad de Buenos Aires: un grupo de compañeros de militancia, frente a la convulsión económica, política y social que desembocó la crisis de 2001, vieron en la mensajería una fuente de trabajo viable. «Ellos se conocían del movimiento piquetero. No eran solamente desocupados sino también tenían una ideología, una manera de pensar compartida. Entonces decidieron generar su propia fuente de trabajo en un contexto en donde no había laburo», recuerda. Once años tuvo que esperar la cooperativa para obtener la matrícula del INAES y otros doce para conseguir un local donde instalarse. Según explica Sayagol, la idea originaria del grupo fundador fue mejorar las condiciones laborales de los transportistas, ofreciendo un modelo más equitativo en la repartición de las ganancias: «La mensajería, que en el ámbito urbano era muy demandada, implicaba a un tercero contratando a un transportista que asumía todo los riesgos que el trabajo implicaba y después se llevaba un poco más de «la mitad del cobro final. La intención de los compañeros fue perfeccionar esa situación, ya que eran ellos quienes estaban generando la fuente de trabajo». 
No fue fácil: la plaza fue también el lugar donde empezaron a trabajar, sentados en un banco, esperando el llamado de algún cliente. El espacio físico, el local, llegó después de unos cuantos años. «Lo primero que intentamos mejorar fue el ingreso, que el compañero que trabaja se lleve un ingreso digno que le alcance para vivir bien», explica el tesorero de la cooperativa que a principios de año se mudó a una sede más espaciosa. 
Actualmente, se dedican a la mensajería empresarial, que siempre fue su actividad principal, pero que hoy está atravesando un momento difícil. Por este motivo, en los últimos años, Enlace comenzó a incorporar otros servicios, como el comercio electrónico y fletería en Capital Federal y el AMBA.

Mancomunados. Sayago, González y Germán Rivero (asociado de la cooperativa).

JAZMIN MENDIBURU

Como toda asociación surgida en tiempos de crisis, la cooperativa está acostumbrada a tener que sortear obstáculos. Marissa González, presidenta de la entidad, explica las desventajas que implicó, con el correr de los años, el avance tecnológico: «Hay muchos aspectos donde hoy en día la tecnología nos ganó. Mucho Pago Fácil: hoy vos te sentás en la computadora y podés pagar cualquier cosa. Cuando surgimos como cooperativa, había mucha demanda porque todavía no estaba disponible el pago virtual a distancia. Hay que adaptarse a los cambios que van pasando porque hay que sobrevivir». Sayagol, por su parte, refiere a los efectos que tuvo en la cooperativa el surgimiento de las aplicaciones móviles de mensajería: «No podemos competir con Rappi. Si bien con su aparición bajó nuestra actividad principal, la mensajería, todo empeoró con la masivización del 4G, porque las facturas podían ser electrónicas. Tenemos que lograr adaptarnos a la actualidad tecnológica, nuestro trabajo es muy físico pero también requiere de mucha tecnología que es fundamental tener. Ese es el principal desafío, es el punto al que queremos llegar».

Todo a pulmón
«Todo lo poco que hemos conseguido fue a pulmón y juntando pesito por pesito», asegura el tesorero y enumera algunos de los obstáculos que tuvieron que atravesar en dos décadas de oficio: «El alquiler fue un problema, muchos desconfían de una cooperativa al momento de alquilar, temen que no llegues con el pago. El aspecto financiero también se hizo, sobre todo en el último tiempo, muy cuesta arriba». En este sentido, habla de la necesidad de agilizar los mecanismos de ayuda estatal. «Cuando hay asistencialismo, suele llegar tarde. Me permito decir que ni siquiera nos desvela el tema de los subsidios porque llegan a destiempo, se los come la inflación y lleva mucho trabajo solicitarlos». En relación con las expectativas a futuro y la gestación de nuevos proyectos, la presidenta de la cooperativa prefiere ir paso a paso: «Lo básico, por ahora, es intentar seguir sobreviviendo. Hemos aprendido que tenemos que acomodarnos a las circunstancias, como el cambio tecnológico y la pandemia, pero particularmente para mí lo básico es seguir sobreviviendo. Es algo muy asociado con la economía social, vivir el día a día». Sin embargo, también rescata los beneficios de su apuesta al asociativismo: «Elegimos el cooperativismo porque sabemos que es la mejor forma organizativa. No tener un patrón, no estar bajo relación de dependencia, parte de saber que vos podés generar tu propio trabajo y te podés organizar sin que venga nadie a hacerlo por vos».

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