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Pluma y palabra

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Foto: Jorge Aloy

En una movilización contra la metalúrgica INSUD por saturnismo en sus obreros. Así muestra al abogado y militante peronista Rodolfo Ortega Peña la tapa del libro Tribuno de la plebe, obra póstuma de Eduardo Luis Duhalde (exsecretario de Derechos Humanos de la Nación), concluida en sus capítulos finales por Luis Hipólito Alén. Peña fue asesinado por la Triple A el 31 de julio de 1974 y en el marco del 50 aniversario de dicho crimen, el libro se presentó en la Sala Solidaridad del CCC.

Organizada por el Espacio Literario Juan L. Ortiz, participaron de la charla Alén (ex subsecretario de la Secretaría de Derechos Humanos), Marcelo Duhalde (hermano de Eduardo Luis y exdirector de la revista Militancia Para La Liberación), Mariela Stavale (doctora en Ciencias Sociales), Ignacio Vélez (abogado y exintegrante de Montoneros) y Héctor Recalde (abogado y exdiputado nacional). «Ortega era un diputado nacional, había jurado porque la sangre derramada no iba a ser negociada y fue hasta el último minuto de su vida consecuente con sus ideas, y eso fue muy importante y muy fuerte para todos nosotros», señaló en la apertura Aurelio Narvaja, director de Colihue (editorial que publicó el libro).

Marcelo Duhalde, por su parte, expresó que Ortega Peña «enfrentó con decisión a la represión sabiendo perfectamente el nivel de violencia con la que actuaba el Estado agresor. Se sabía que la muerte estaba a la vuelta de la esquina, sobre todo para una figura como Rodolfo que ya había sido elegido junto a Eduardo como blanco del odio de los representantes del poder». Stavale definió a Ortega Peña como «un verdadero intelectual orgánico de la nueva izquierda argentina, ese movimiento de movimientos que incluyó desde expresiones político culturales hasta expresiones armadas, partidos políticos, referentes de la cultura, grupos de profesionales, grupos estudiantiles peronistas y marxistas protagonistas de los años 60 y 70».

«Sin duda, Rodolfo y Eduardo son emergentes de ese sector que nos cuidó, que nos protegió y que nos defendió», expresó Vélez, y realizó una breve cronología histórica y aportó datos sobre la personalidad de Ortega Peña. «Era desbordante, tenía una vivacidad permanente, era avasallador, ironizaba en pluma permanentemente, discutía y cuestionaba las certezas», dijo, y agregó: «Sin duda, nos aportó muchísimo, nos obligó a debates realmente que no hubiéramos tenido dado el lugar donde nos encontrábamos: en las cárceles». 

En la Agrupación de Abogados Peronistas, rememoró Recalde, había sectores con matices: el de Ortega Peña y el de Mario Hernández, desaparecido por la última dictadura. De cara al futuro, aseguró: «No está todo perdido, tenemos muchas cosas para hacer, tal vez tengamos que ir despacito, pero no bajar los brazos, esto me parece que es un deber militante, de la manera que podamos, con los compañeros y las organizaciones que estén a mano». 

En su intervención, Alén mencionó a modo de homenaje a defensores de los derechos humanos como Roberto Sinigaglia, Carlos González Gartland, Rodolfo Mattarollo y Hernández, además de Duhalde y Ortega Peña, comprometidos en «construir algo que tenía su base no solamente en un pensamiento filosófico, que podía ser cercano al materialismo dialéctico, sino en la raíz de nuestra historia; ellos bucearon en nuestro pasado para traer las respuestas que el presente necesitaba y construir un futuro».

Durante la jornada, se proyectaron diversos materiales audiovisuales, entre ellos un fragmento del documental de 1974 Me matan si no trabajo y si trabajo me matan, de Raymundo Gleyzer, y un mensaje de Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde en el marco de la campaña del FREJULI en 1973.

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