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Repartir con derechos

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Mariana Aquino

Trabajadores de delivery marplatenses crearon una cooperativa para enfrentar la precarización laboral del rubro. Una alternativa a las aplicaciones.

Organización colectiva. Asociados y asociadas de Costa del Sol en la sede de la CGT Mar del Plata, donde realizan sus asambleas.

Fotos: Juan Manuel Quintanilla

En los últimos años, el crecimiento de las aplicaciones como PedidosYa y Rappi generó trabajo concreto para muchas personas desempleadas o subempleadas en Argentina. Incluso durante los primeros meses de la pandemia, con la economía paralizada por la crisis sanitaria global y la pérdida de miles de puestos de trabajo, salir a la calle fue la única opción para muchos y muchas que se encontraron con más informalidad y con el riesgo de poner mano de obra y movilidad –motos, bicicletas y hasta autos– sin garantías laborales.
Frente a este escenario, en 2017, repartidores y repartidoras de Mar del Plata conformaron la cooperativa Costa del Sol. «Este proyecto surgió como respuesta a nuestras inquietudes y a la necesidad de no estar solos ante tanta precarización. Acá nos conocemos todos, nos cruzamos todos los días en la calle y somos por naturaleza solidarios, era lógico que surgiera en nosotros la idea de formar una cooperativa», cuenta Cristian Grobas, uno de los socios fundadores.
El sindicato de repartidores y mensajeros de Mar del Plata fue el germen de lo que después sería la cooperativa. Actualmente se encargan de la logística de cuatro empresas: una casa de viandas, un local de sushi, una heladería y una pizzería; y generan alrededor de 30 puestos de trabajo. Sus retiros –que son los honorarios por su labor– rondan los 180.000 pesos al mes por 6 horas diarias de trabajo y cuentan con aguinaldo y vacaciones pagas. «A las empresas y locales de la zona les interesa trabajar con nosotros porque les garantizamos presencia y responsabilidad», dice Cristian.

Acuerdos colectivos
Matías Fiorellini trabaja como repartidor desde hace más de 10 años y sabe de las malas condiciones a las que se someten cuando salen a la calle. Por eso desde que se integró a la cooperativa está contento y señala que el compañerismo es uno de los puntos que destacan quienes pasan la mayor parte del día trabajando en soledad. «Este es mi espacio, mi lugar, donde pude tener más formalidad y conseguir compañeros de ruta», se entusiasma. 
Las asambleas de Costa del Sol se realizan una vez por semana en la sede regional de la CGT Mar del Plata, que presta su espacio para tal fin, y allí es donde debaten ideas y definen rumbos a seguir. «No es fácil en este rubro llegar a acuerdos colectivos porque cada uno está acostumbrado a laburar por las suyas, pero lo conseguimos y ahora no nos para nadie», advierte Cristian.
Para trabajar, los repartidores deben poner a disposición una herramienta fundamental: su propio medio de transporte, cuyo mantenimiento por lo general, también, corre por su cuenta. «Salir a la calle es un riesgo porque se te rompe algo y vos tenés que parar y costear ese gasto inesperado. Imagínate que un repuesto cualquiera cuesta más de 20.000 pesos. En la cooperativa estamos trabajando para hacer un fondo en común y poder sostener ese mantenimiento», destaca Matias, y adelanta: «Ya logramos una reserva extra para eventualidades, vamos avanzando».

Conquistas laborales
Macarena Morales trabajó como monotributista para una reconocida aplicación de delivery durante varios años, pero cuando quedó embarazada dejó de hacerlo y no recibió ningún tipo de aporte ni accedió a una licencia paga. Al cumplir dos meses su bebé, tuvo que volver al ruedo. «Durante mi embarazo, mi pareja trabajó con mi cuenta para no dejarla inactiva porque si no la aplicación te baja de categoría. Después volví, no me quedó otra; si no trabajaba, no cobraba» cuenta. Ante tanta precariedad, terminó renunciando. Hace cuatro meses se sumó a la cooperativa para trabajar como repartidora, «pero desde otra óptica». «A mis compañeros los conozco hace muchos años, durante la pandemia repartimos comida a las personas en situación de calle; es un grupo muy solidario al que me sumé porque confío en el proyecto», dice, y agrega: «Confío en que vamos a lograr más derechos para los trabajadores». 
Macarena es una de las tantas mujeres repartidoras que recorren las calles de Mar del Plata, que son cada vez más y si bien el trabajo no se diferencia por género, aclara que hay zonas y horarios restringidos. «Trabajo solo de día porque está bastante complicada la calle en cuanto a la seguridad. Podemos hacerlo igual o mejor que los varones, pero la calle no es tan segura para nosotras», dice.
La cooperativa, desde donde se van conquistando derechos laborales, es una alternativa real para que los repartidores y las repartidoras de Mar del Plata trabajen dignamente. Mientras en el rubro se naturaliza la informalidad y la precarización y las aplicaciones cierran las puertas, cada vez más trabajadores y trabajadoras se suman a Costa del Sol.

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