29 de septiembre de 2025
En 2020, seis trabajadores recuperaron la imprenta Rolta y formaron una cooperativa para conservar sus fuentes laborales. Hoy realizan todo tipo de productos y dan pelea en un contexto difícil.

A continuar. Los asociados de Rolta lograron volver a la vida una empresa con 40 años de historia.
Foto: Jorge Aloy
Rolta tiene más de 40 años en el barrio de Balvanera, Ciudad de Buenos Aires. Su historia es la de muchas empresas recuperadas de Argentina: tras la quiebra presentada por los dueños originales en julio de 2020, fue rescatada por un grupo de trabajadores en medio de la pandemia. Continuaron con el trabajo de siempre, haciendo impresiones de todo tipo: libros, revistas, catálogos, agendas, cuadernos, juegos de mesa, figuritas. También realizan packagings de estuches de CD, contenedores, blisters y cajas, entre otros productos. «Fuimos detrás de un sueño: mantener la fuente laboral. Afortunadamente logramos reinventarnos y convertirnos en cooperativa», asegura Viviana Britez, una de las seis personas que se quedó en Rolta para formar la cooperativa.
Viviana tiene 14 años de antigüedad en la imprenta. «Toda una vida», dice. Primero fue vendedora y después pasó a la producción. «Cuando nos enteramos del posible quiebre de la empresa, a mí lo único que me preocupaba era la fuente de trabajo. Entonces cuando surgió la idea de seguir con la imprenta, de forma cooperativa, me entusiasmé», comenta.
Los seis trabajadores que decidieron quedarse, la mayoría con más de 55 años de edad, encontraron en esta alternativa su futuro laboral. El acuerdo con la patronal fue en buenos términos: aceptaron las maquinarias, la marca y la cartera de clientes a cuenta de las indemnizaciones que –de todos modos– no hubiesen cobrado. También acordaron con el dueño del local y siguieron con el contrato de alquiler.
«La imprenta funcionaba, era solo cuestión de organizar y aprender de todo lo que no sabíamos. Aprendimos a ser cooperativa, nos formamos y finalmente logramos sostener la empresa», remarca Viviana. En el camino recibieron ayuda del Sindicato Gráfico Bonaerense y de otras cooperativas.
Una nueva lógica
Karina Aguilar trabaja desde hace 20 años en la imprenta en atención al cliente. Ahora también es la secretaria de la cooperativa. Tuvo que aprender de administración, pero también de cooperativismo. «La lógica es otra, acá tenés que saber un poco de todo, entender que esta es tu empresa y que el horario y las responsabilidades cambian».
«Somos nuestros propios jefes y eso complejiza la ecuación, pero es muy gratificante saber que cada logro es nuestro, solo nuestro. Es importante pensar esos inicios como cooperativa y recordar todo lo que atravesamos para llegar a donde estamos, lo que logramos», explica con orgullo.

Diversidad. Libros, revistas, catálogos, agendas, cuadernos, juegos de mesa, algunos de los productos que ofrecen.
Foto: Jorge Aloy
«Nosotros no pudimos elegir, nos tocó ser una cooperativa. Éramos grandes en el momento en que se dio todo y esta fue la mejor opción. Primero estaba preocupado por mi situación, por mi edad y por mi familia. ¿Qué hacía en una cooperativa yo? Me costó mucho sacarme el miedo, pero lo superé y salimos adelante, todo fue tomando forma. Acá lo que más se hace es trabajar y estoy orgulloso de lo que logramos», dice el presidente de la cooperativa, Mario Matos, 40 años en el rubro gráfico.
Hoy el mercado de impresiones está experimentando una crisis severa en algunas de sus áreas, especialmente en la producción de libros, debido a la recesión económica y a la caída del poder adquisitivo en Argentina, pero también por el cambio de paradigma y el corrimiento hacia el mundo digital.
Este contexto hace que la cooperativa sostenga sus logros, pero sin crecimiento. «Nuestros clientes son comercios, industrias y particulares, y como todos los sectores están afectados por la recesión económica, el panorama nos termina afectando. De todos modos no dejamos de capacitarnos, de tener proyectos, de hacer alianzas, de conseguir nuevos clientes y de participar de rondas de negocios para crecer», destaca Viviana.
La imprenta Rolta, a cinco años de la quiebra de la empresa privada, se ha vuelto netamente cooperativa y así lo demuestran con sus alianzas y convenios. Proveen productos y servicios para cooperativas y les compran insumos a otras cooperativas. También son asociados del Banco Credicoop y recibieron asesoramiento del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. «La idea es cooperar, ayudarnos mutuamente para crecer y hacer crecer al sector», afirma Karina.
La imprenta atiende en su local de Ecuador 334 (Balvanera, CABA) de lunes a viernes de 09 a 13 y de 14 a 16 horas.