Cooperativismo | CECOPAF

Sanos, libres y soberanos

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Ariana Sacroisky

El Centro de Comercialización de Productos de la Agricultura Familiar lleva más de diez años de trabajo en Buenos Aires. Apoyo del IMFC.

Moreno 945. Uno de los locales de la entidad, en el barrio porteño de Monserrat.

Foto: Jorge Aloy

El cooperativismo puede dar lugar a experiencias que, construyendo lazos de confianza, promuevan el progreso colectivo. De este modo se ha desarrollado el camino de CECOPAF, Centro de Comercialización de Productos de la Agricultura Familiar, un colectivo que nació como tal en 2006 y que en 2012 se constituyó en cooperativa.

Al grupo inicial lo integraron doce familias productoras junto con promotores y promotoras del sector radicados en la Ciudad de Buenos Aires. Eran parte por entonces del Foro Nacional de la Agricultura Familiar, un espacio de articulación que llegó a aunar a cerca de mil organizaciones. En el Foro se había alcanzado un diagnóstico claro: el cuello de botella de la agricultura familiar era la comercialización.

«Los supermercados han pagado históricamente precios muy bajos a las familias productoras y establecido condiciones pésimas», cuenta Pedro Cerviño, asociado fundador y actual presidente de CECOPAF. De allí la clara necesidad de crear un canal de venta propio y autónomo que, en el marco de la agroecología, pudiera beneficiar tanto a las familias que producían como a las que aspiraban a consumir alimentos sanos, libres y soberanos.

Desde un inicio CECOPAF definió que el precio de compra lo establecería la familia o cooperativa productora. A este valor se le sumarían únicamente los gastos de flete y los de comercialización para llegar a un precio de venta justo.

El primer espacio de comercialización fue el Mercado de Bonpland, del barrio porteño de Palermo, en un puesto cedido por la que fuera la asamblea surgida en 2001. Allí el grupo comenzó a comercializar productos de FECOAGRO de San Juan (mermeladas, mieles, aceitunas, aceite de oliva, quesos) y de las cooperativas yerbateras Río Paraná y Puerto Rico, de Misiones.

Con el tiempo, CECOPAF fue creciendo. Recordando los inicios, Pedro menciona: «Hemos aprendido la importancia de preservar la autonomía. La construcción es propia. Tenemos 12 años de trabajo ininterrumpido: un gran logro. Nacimos a pulmón y, dando valor a la palabra, fuimos ganando la confianza de la agricultura familiar».

Tamara Rufolo, del emprendimiento Aluna del Monte, se dedica a la producción de porotos negros (y su harina), zapallos (y su mermelada) y maíz amarillo (su harina y polenta), entre otras actividades. «La comercialización cooperativa nos permitió llegar a otros puntos del país y aportar a expandir la agroecología –cuenta–. Aprendimos el significado de formar parte de una red: construimos colectivamente a través de la participación, los encuentros y la distribución de roles».

El primer depósito de CECOPAF, alquilado en 2015 en el barrio de Villa Crespo, abrió las puertas a una unión estratégica con la cooperativa de trabajo Alimentando. Ambas cooperativas pasaron a compartir el espacio físico y desarrollar un proyecto conjunto. Hoy se cuenta con siete puntos de venta en distintos barrios y localidades de CABA y Conurbano: seis de venta minorista y el depósito, donde también se realiza venta mayorista.

CECOPAF integra la Red de Alimentos Cooperativos, un colectivo de más de 150 organizaciones y emprendimientos familiares dedicados a elaborar más de 1.000 alimentos (azúcar de Misiones, tomate triturado de San Juan y Mendoza, vinos de La Rioja, Mendoza y San Juan, entre muchos otros). Además de CECOPAF, son parte de la Red otras cooperativas de comercialización, las cuales asumen la tarea en distintos territorios. La Red se ha nutrido recientemente con nuevas ideas, ya que ha tenido a fines de agosto su cuarto encuentro nacional, en Maimará, Jujuy.


Acompañamiento crucial
En su camino, CECOPAF ha contado desde un inicio con el acompañamiento del IMFC. El Departamento de Consultoría les ha llevado la contabilidad. A su vez, emprendimientos de Alimentos Cooperativos han recibido microcréditos de esta institución para su desarrollo. Por otro lado, 14 filiales del Banco Credicoop ubicadas en la Ciudad de Buenos Aires juntaron fondos con los que adquirieron alimentos de la Red a precio preferencial, que se destinaron a atender la difícil situación de nueve comedores y espacios de asistencia alimentaria.

Un objetivo estratégico de la Red es reducir la centralización del comercio en Buenos Aires, la cual se remonta a los tiempos coloniales. Se avanza de a poco en generar un nuevo anillo logístico para el intercambio directo entre las regiones. Sobre esto, Pedro reflexiona: «La agricultura familiar es eficiente y tiene el potencial para proveer de alimentos a la sociedad. El desafío es aprender a trabajar de forma coordinada a pesar de los desacuerdos, siempre que los objetivos sean coincidentes».

Con la mirada puesta en el camino recorrido, Pedro concluye: «Somos muestra de un modelo cooperativo exitoso que mejora la calidad de vida y el ánimo de las personas. Trabajamos con alegría porque vamos estableciendo vínculos sanos. Si pudiéramos cooperativizar todos los eslabones de la cadena, la misión estaría cumplida».

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