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Fray Mocho. Zabala, Britos, Álvarez y Michel recordaron los inicios del proyecto.

 

«La existencia de Fray Mocho fue una experiencia singular, no sé si única, pero de alto valor para la actividad cultural y teatral», destacó el actor Hugo Álvarez, coordinador de la charla que se realizó en la sala Jacobo Laks bajo el título: «A 65 años del Teatro Escuela Fray Mocho». Organizada por el Espacio Literario Juan L. Ortiz del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, el encuentro tuvo como objetivo conmemorar los orígenes de la experiencia de dramaturgia popular e independiente de la reconocida sala de formación e investigación teatral. Los actores Roberto Zabala, Hugo Álvarez y Adriana Aizemberg participaron de la charla, además del profesor de canto y vocalista Roberto Britos, uno de los impulsores de la iniciativa a partir de 1953, junto con Ernesto Pocho Michel, director del nuevo teatro Fray Mocho desde 1993.
Britos rememoró los inicios en Fray Mocho, cuando fue convocado por el director en esa época, Oscar Ferrigno, para integrarse al grupo. «Éramos chicos de 20 años con enormes inquietudes, con muchas preguntas, con pocas respuestas, pero con ganas de desarrollar todo lo que teníamos adentro», dijo el profesor. En tanto, Zabala, quien se sumó a la propuesta en 1955, se refirió a la denominada «segunda gira» del grupo teatral, que recorrió las provincias argentinas, Chile y Uruguay. «Fueron experiencias riquísimas porque nos presentamos en las salas más importantes de las principales ciudades y también en pequeños teatros de pueblo», contó Zabala y comentó que su debut fue en 1956, el año en que se inauguró la sala en la calle Cangallo 1522. «De ahí en más comenzó algo realmente maravilloso. Con ese grupo independiente –concluyó– tuvimos tres elencos: uno de sala, uno de gira nacional y un elenco de acción popular, que trabajaba en este hermoso vehículo que es el teatro». El último expositor fue Michel, quién sostuvo: «Había una particularidad en el Teatro Fray Mocho: cuando se estrenaba una obra lo que se destacaba era al grupo, no el actor. En los programas figuraba: “Equipo de Teatro Fray Mocho”, nada más, nadie tenía protagonismo». Michel también recordó que los participantes de la propuesta destinaban colectivamente parte de su sueldo para realizar el montaje de las obras. 

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