18 de octubre de 2022
Educación popular en un espacio donde las niñeces son sujetos activos de todas las dimensiones de la vida social para crear un mundo nuevo.
Humahuaca y Acuña de Figueroa. El espacio brinda propuestas lúdicas y educativas para todas las edades.
FOTO: GUIDO PIOTRKOWSKI
Hace 15 años nació en el barrio porteño de Almagro un proyecto de educación donde el «juego es cosa seria» y abre la puerta para dar lugar a la imaginación y a la construcción colectiva de otros mundos posibles. «Nos paramos desde el paradigma de la educación popular, entendiendo que todos sabemos algo y que en ese encuentro de saberes se construye un nuevo conocimiento. Un conocimiento que nos ayude a comprender y transformar la realidad en la que vivimos», sostienen desde el espacio.
En la esquina colorida de Humahuaca y Acuña de Figueroa funciona «La casa de Teresa», en homenaje a Teresa Israel, vecina y militante detenida y desaparecida en la última dictadura cívico-militar y es en ese espacio donde se cruzan distintas dimensiones: es un local del Partido Comunista, un centro cultural barrial y refugio de Aula Vereda, que congrega a niños, niñas y adolescentes en un encuentro generacional de intercambio, donde todos aprenden de todos.
Agostina Druetta, miembro de este proyecto de aula abierta, cuenta que la asociación civil «surge a partir de la necesidad de un grupo de vecinos que se acercan buscando acompañamiento escolar para sus hijes». «Ese fue el disparador», resume, y dice que «funciona los sábados, lunes y viernes, pero también todos los días».
Salidas culturales
«Es un espacio de encuentro generacional entre niñes, adolescentes, bebites y adultes que tenemos ganas de formar parte y que integran muchos militantes del centro cultural y del partido, aunque no necesariamente», dice Druetta. Los sábados Aula Vereda hace las actividades recreativas y salidas culturales y están organizados en diferentes espacios. Hace poco se abrió «un lugar de juegos y asesoramiento para familias para bebites y está coordinado por compañeras psicopedagogas, psicólogas y psicoterapeutas».
«Aula Vereda históricamente fue acompañando a les niñes que a medida que fueron creciendo, y las familias se fueron agrandando, impulsaron la creación de nuevos espacios». También hay un «grupo inicial» con juegos, actividades educativas, lectura de cuentos y salidas y el de «les subsueles» –les toca la parte más baja de la casona– que abarca a niños y niñas de escuela primaria e incluye actividades que tienen que ver con lo «asambleario».
«Nos interesa mucho la participación política infantil porque si bien nuestra base es partir de un paradigma de derechos tratamos de traspasarla y pensar en el paradigma de la participación». «Ellos tienen mucho para decir y por suerte muchas veces les interesa lo que les adultes les proponemos», señala, y hace hincapié en ese intercambio horizontal que permite entre todos pensar opciones para un paseo cuando hay fondos disponibles, o compartir entre todos una rica merienda. También entre todos se construyen las pautas de convivencia.
Finalmente, está el grupo de «les adolescentes, que se armó a demanda de elles, no tanto por edad sino por amistad». Aquí trabajan con proyectos identitarios y uno de los ejes es la ciudad, particularmente el barrio donde viven, Almagro, y cómo los atraviesa. La población que asiste a Aula Vereda suelen ser niños, niñas y adolescentes que habitan casas tomadas y son parte de familias numerosas. Por eso las propuestas incluyen políticas sociales de la ciudad y cómo pensarlas desde su mirada, cómo los afecta la coyuntura y cómo los impacta en lo cotidiano.
Su compromiso con la comunidad le valió el premio institucional de la Filial 241 del Banco Credicoop, una suma de dinero que destinarán a libros para su biblioteca. «Recibimos muchas donaciones, pero es lindo que les chiques puedan elegir qué libros quieren leer y poder comprarlos», festeja Druetta.
Con la premisa de «un mundo mejor», las «propuestas verediles» impulsan un trabajo colectivo para construir nuevas relaciones sociales que apuestan a los vínculos como una iniciativa política de transformación, algo que consideran «una reformulación esencial para el cambio social, donde la ternura es una práctica política» y donde «el transfeminismo y la perspectiva de género son fundamentales como ejes transversales a cualquier práctica social».
«La escuela es el mejor lugar donde pueden estar les niñes», dicen desde Aula Vereda, que con planificación y sistematización de la práctica pedagógica abre camino a la reflexión «para cambiar lo que deba ser cambiado» y para ampliar la mirada y encontrar otros lugares desde donde mirar.