Cooperativismo

Trayectoria popular

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La actual filial Abasto del Banco Credicoop nació como caja de crédito en 1963, impulsada por miembros de la asociación Unione e Benevolenza. Su labor fue crucial en el devenir del barrio.


Año 1977. Unas 800 personas asisten a la celebración de uno de los aniversarios de la caja porteña, realizada en un club social.

La cooperativa es un centro de apoyo solidario» decía en 1973 a Acción Juan Manuel Esparis, entonces vicepresidente de la Cooperativa Dante Alighieri, una de las cientos de entidades que formó parte del movimiento cooperativo de crédito en las décadas del 60 y 70. Fundada en 1963 en el barrio porteño del Abasto, «la Dante» fue impulsada por miembros de la centenaria institución italiana Unione e Benevolenza. Tiempo después ese núcleo inicial se amplió, generando una entidad que reunió a actores sociales de diversa procedencia (comerciantes, industriales, empresarios pymes, artesanos), quienes proyectaron a la caja como una de las instituciones con más impacto dentro del barrio.
Corrían los años 60 y las cajas crecían en todo el país. La necesidad de financiación de los sectores populares encontraba en estas entidades un canal efectivo para resolverla. Primero fueron los fruteros y verduleros del Mercado del Abasto quienes se acercaron a la cooperativa. Luego, trabajadores, empresarios e industriales, entre otros, se convirtieron en socios de una entidad que avanzó a grandes pasos. «Los tres primeros años de vida fueron de crecimiento vertiginoso. Estábamos inmersos en la situación general ascendente del movimiento y gozábamos del apoyo invalorable del Instituto Movilizador», comentaba Esparis en el mencionado artículo de Acción.
«La gente se acercaba a la cooperativa porque había una relación muy fraternal», decía Benjamín Kancepolsky, dirigente de la Cooperativa Dante Alighieri, en una entrevista realizada en 1999 para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito. Entre los dirigentes pioneros, Kancepolsky recordaba apellidos como Flota, Farucci, De Palma y Galindo. Todos ellos, vecinos del Abasto que fundaron una entidad de crédito solidario que llegó a tener a cerca de 3.000 asociados. «Estaba enraizada en la barriada», remarcaba también Kancepolsky sobre la «la Dante», ubicada inicialmente en la calle Jean Jaures y luego en la avenida Corrientes al 3300, donde se emplaza actualmente la filial Abasto del Banco Credicoop. Esa marca de nacimiento, el vínculo con su entorno barrial, era un elemento que identificó a todas las entidades crediticias del movimiento. En cada una de ellas, los dirigentes eran conocidos por los asociados, no eran especuladores cuya finalidad era el lucro. «Queremos combatir drásticamente la usura», afirmaba Esparis sobre el ideario de la entidad crediticia.

Lucha consecuente
Aunque logró reponerse con firmeza, la Dante Alighieri fue una de las cajas más afectadas por el golpe del 1966 comandado por Juan Carlos Onganía, dictadura que buscó liquidar al movimiento. «La verdad es que esta caja fue afectada de un modo directo y algunos de nuestros socios fueron encarcelados por el solo hecho de ir a cobrar un cheque al Banco de la Nación. Pese a la campaña de difamación, la lucha consecuente que llevamos adelante junto con todo el movimiento cooperativo demostró finalmente que el camino elegido era el verdadero. Jugó un gran papel en la reactivación la Comisión de Promoción que fue visitando uno por uno a todos los socios», relataba a Acción en 1973 Juan Monczer, gerente de Dante Alighieri en ese momento. El dirigente se refería además a «una permanente acción de difusión y esclarecimiento» como uno de los factores determinantes que posibilitaron retomar la senda de desarrollo que mantenía la entidad en sus épocas de intensa actividad. «Nuestro gran crecimiento fue en base a un método: ofrecer nuevos y mejores servicios al socio, fruto de un tenaz esfuerzo de nuestra cooperativa y por el triunfo de todo el movimiento cooperativo que logró el restablecimiento de su situación, algo por lo que luchó incansablemente», agregaba, en la misma entrevista, el protesorero Eduardo Camaros.


Mesa. Al cumplir diez años, se realizó una charla encabezada por Floreal Gorini.

Vínculo estrecho
La cooperativa también tuvo una intensa actividad cultural. Todos recuerdan la exitosa exposición de cuadros que reunió la obra de artistas como Abraham Vigo, José Otero o Nelly Álvarez, entre otros, y que contó con una conferencia de apertura del poeta Raúl González Tuñón. Charlas, obras de teatro, conciertos y talleres de cooperativismo fueron otras propuestas que se desarrollaron a lo largo de los años. La entidad era no solo el vehículo para el desarrollo del bienestar económico, sino también caja de resonancia de la vida social del Abasto. Por eso también existía un vínculo estrecho con otras organizaciones e instituciones como clubes deportivos, asociaciones gremiales y cooperadoras escolares. «Había una integración extraordinaria», recordaba Kancepolsky sobre la presencia de la cooperativa.
La Dante Alighieri fue un ejemplo de crédito solidario y confianza. Confianza que se corroboraba en los habitantes del barrio que operaban con «su» caja. La historia de la cooperativa tiene una anécdota representativa del vínculo con los asociados: en los tiempos duros, la entidad debió congelar sus fondos. Un asociado, verdulero del Abasto, se presentó en esos momentos a realizar un retiro y fue informado de la situación: «No podemos sacar de la caja porque tenemos los fondos congelados», le indicaron. «¿Cómo congelados? ¿Dónde tienen la plata, en la heladera?», preguntó el socio. Los años transcurrieron y el verdulero siguió operando con la entidad a pesar de la difícil situación atravesada, con la confianza derivada de un ideario cooperativo que no solo impulsó en la zona el comercio y la industria, sino que también solidificó un vínculo fraternal que fue crucial en la defensa del patrimonio popular.

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