Cooperativismo | COOPERATIVA CIMARRÓN

Un lugar de inserción

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Beatriz Chisleanschi

La fábrica de mates y ollas, que funciona desde 2007, apuesta a transformar mediante el trabajo la vida de personas que estuvieron privadas de libertad.

La Matanza. 60 socios trabajan en las instalaciones de la entidad.

Foto: Jorge Aloy

Santiago Santoli y Facundo D’Andrea hablan y ríen, ríen y hablan. El clima que se vive en los 700 metros cuadrados de uno de los tres predios de la cooperativa Cimarrón se vislumbra apenas se atraviesa la puerta de ingreso y se corrobora en cada gesto, en cada palabra de dos de sus principales referentes.
«No siempre fue una cooperativa –cuenta Santoli encargado de las finanzas y exsíndico–, esta historia la arrancó Gastón, el hermano de Facundo (por D’Andrea), cuando salió de la cárcel, por sugerencia de su tío, que le dijo: “Fabricá, porque la cárcel es un depósito de presos”, y así fue, primero solo vendía a kioscos y después comenzó a fabricar bombillas».
«Y fue también mi tío Mingo, que es tornero, quien nos ayudó con la primera máquina –agrega D’Andrea, supervisor y presidente de la cooperativa–, luego lo hizo con las virolas y ahí arrancamos. Más adelante compramos los balancines que es lo que le da la forma a la bombilla y mucho tiempo después la inyectora, que es con la que hacemos algunos de los mates». 
Cimarrón se encuentra ubicada en la localidad de La Tablada, partido de La Matanza, se dedica a la fabricación de mates, bombillas, artículos de bazar y accesorios. Como fábrica arrancó en 2007 y 10 años después se constituyeron como cooperativa, pero antes y ahora lo hicieron desde una mirada inclusiva. «Gastón empezó de la nada y de a poquito fue creciendo y llamando a compañeros del hampa, entonces naturalmente, sin plantéarselo, Cimarrón se constituyó en un lugar de inclusión, integración e inserción. Hablo de inserción porque no es que se re-insertan, ya que nunca tuvieron trabajo», explica el contador Santiago Santoli.

Distribución equitativa
Con 60 socios cooperativos que trabajan en el lugar, 80 familias que dependen de ellos, pues terciarizan algunos trabajos, y 2.500 clientes activos en todo el país, Cimarrón apuesta a transformar la vida de personas que estuvieron privadas de la libertad o que caminan por sus márgenes.
«Estamos convencidos de que la revolución es económica, porque, por más que tengas laburo, si no te alcanza volvés a delinquir, por eso queremos que cobren bien y se sientan a gusto. Nosotros distribuimos equitativamente en base a la responsabilidad; por tanto, si trabajás 22 días, cobrás 22 días. Todos estamos mejor que lo que podríamos estar en otro lado, por eso somos muy exigentes», expresa Santoli.
El famoso cuadro de Antonio Berni, «Manifestación», fotos de Maradona, de Marcelo Bielsa, del Indio Solari o de Néstor Kirchner adornan las diferentes paredes de la fábrica que visitaron, oportunamente, el presidente de la Nación Alberto Fernández, su exministro de Producción Matías Kulfas y el exministro de Desarrollo y actual diputado Daniel Arroyo. Así lo relata D’Andrea: «Habíamos hecho articulaciones con el Movimiento Evita y con el Ministerio de Desarrollo Social que siempre quiso trabajar con nosotros, así fue que vino a visitarnos uno de los asesores de Alberto Fernández y al toque lo trajo al presidente. Antes vinieron Arroyo y Kulfas y también se acercaron del CONICET a querer entender el modelo y aplicarlo a nivel nacional e internacional».
Cimarrón, que acaba de tomar la terciarización para fabricar ollas, también exporta. Varios países de Latinoamérica, Alemania, México o el Líbano son algunos de sus destinatarios. Casi al finalizar la charla se suma el jefe de Operaciones y síndico, Diego Calvagna, quien cuenta que él, así como Santiago, trabajaba en una multinacional, pero que no cambian ese lugar por nada, ya que están convencidos de que «la salida es por acá, sin dudas».

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