3 de mayo de 2025
El caso de Pablo Grillo pone de manifiesto, una vez más, la exposición a la violencia institucional que sufren los trabajadores de prensa. Panel y debate en el CCC.

Sala Pugliese. Reporteros gráficos y familiares de Grillo dialogaron en el marco de la muestra «Nora siempre nos cuidó».
Foto: Jorge Aloy
Como en dictadura, pero diferente. Actualmente, los fotoperiodistas en Argentina se ven limitados para trabajar en la calle porque las medidas represivas de este Gobierno los tienen en la mira. En cada cobertura fotográfica son reprimidos por las fuerzas de seguridad al mando de Patricia Bullrich. Ante este contexto, que preocupa, se organizó en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) un encuentro para reflexionar sobre la lucha de los organismos de derechos humanos y el rol de la fotografía como testimonio de la resistencia frente a la violencia estatal.
Pocos días después del debate en el CCC se produjo un nuevo hecho intimidatorio para los trabajadores de prensa, que ratificó la oportunidad de la convocatoria. El fotógrafo Antonio Becerra hacía su trabajo en la previa del debate entre candidatos y candidatas para las legislativas porteñas, llegó el asesor presidencial, Santiago Caputo, y mientras Becerra lo fotografiaba, le tapó la cámara primero, y luego tomó su credencial y la grabó con su celular. Una clara amenaza de quien, según el propio presidente Milei, es una de las personas con más poder del Gobierno, y comparte con el mandatario, a través de su presencia en redes sociales y los trols que administra, los ataques a periodistas, economistas y dirigentes opositores.
¿Cómo se trabajaba en dictadura? Fue la primera pregunta que los reporteros gráficos tuvieron que responder a sala llena. Alejandro Amdan, fotógrafo moderador del encuentro, eligió hablar del rol de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo durante el último proceso militar. «Todas nos cuidaban, pero especialmente Nora Cortiñas, que llamaba a las redacciones después de cada ronda para ver si estábamos todos bien», contó Amdan.
En cada momento histórico de Argentina, los fotógrafos ocuparon un lugar preponderante. Sus trabajos fueron fundamentales en todos los momentos políticos: la vuelta de la democracia, el estallido social de 2001, la Masacre de Avellaneda y tantos otros casos más. ¿Pero qué pasó en la noche más larga?
La noche era el momento elegido para los vuelos de la muerte, los secuestros, las desapariciones y el robo de bebés. Por lo cual era difícil para los fotógrafos comprometidos con los derechos humanos en la década del 70 retratar el horror de la dictadura. «Fueron las madres con sus pañuelos las que dieron el símbolo a la causa. Esos pañuelos con los nombres de los desaparecidos fueron las imágenes que recorrieron el mundo. Gracias a ellas nuestro rol empezó a tener sentido», consideró el fotoperiodista Daniel García.
«Siempre, en cada época, hay una vanguardia. En el proceso militar lo fueron las Madres, ¿serán los jubilados la vanguardia de este momento histórico?», reflexionó el fotógrafo Eduardo Longoni.
En vivo y en directo
¿Y ahora cómo es trabajar en la calle? «Antes éramos, para los organismos de derechos humanos, una garantía. Cuando había una cámara, difícilmente se animaban a reprimir. Ahora el ataque es a la luz del día y la prensa es tan reprimida como el pueblo. Nos agreden en vivo y en directo y sale la ministra Bullrich a negarlo», remarcó el fotoperiodista Pablo Lasansky, en alusión al ataque al colega Pablo Grillo el 12 de marzo de este año.
Ese día el fotógrafo freelance Pablo Grillo fue a cubrir la marcha de los jubilados de cada miércoles, en esa oportunidad con el apoyo de hinchadas de fútbol, sindicatos y organizaciones políticas y sociales. Una hora antes del momento para el que estaba convocada la manifestación se activó un enorme y violento operativo de seguridad organizado por la ministra de Seguridad para dispersar, reprimir y criminalizar la protesta.
Carros hidrantes, gases, balas de gomas, detenciones al voleo, autos incendiados y una escalada de violencia desatada por el propio Gobierno se instaló en los alrededores del Congreso. Grillo quiso registrar lo que estaba pasando, como hicieron fotógrafos y fotógrafas a lo largo de la historia para denunciar la violencia institucional. Pero, mientras sacaba una foto, el impacto de un proyectil de un gas lanzado por las fuerzas de seguridad lo hirió gravemente.
Los registros fílmicos de esa jornada permitieron ver el momento en el que su cuerpo quedó tendido en el asfalto ante el impacto en la frente que le provocó una fractura encéfalo craneal con pérdida de masa encefálica.
Gracias a la reconstrucción de Mapa de la Policía, con material de todos los fotógrafos que estuvieron presentes en esa manifestación, se pudo desmentir la versión oficial de Bullrich, quien dijo que «el gendarme tiró como tenía que tirar, para defender a la ciudadanía». Pese a todas las pruebas presentadas, la Justicia tardó en actuar. Recién un mes después del hecho, la jueza federal María Servini activó la investigación por el disparo de un cartucho de gas con el que un efectivo de Gendarmería hirió de gravedad a Pablo. Servini le pidió a la Gendarmería Nacional que le mande una copia del legajo 103.208 perteneciente al efectivo Guerrero, a quien la familia del fotógrafo pidió citar a indagatoria.
«Pablo quiere estar en la calle, ya me pidió la cámara, me pidió que se haga un proyecto fotográfico ahí en terapia. No lo dejaron, por supuesto, en terapia no puede estar con cámara. Él está bien, pronto estará en la calle con ustedes», comentó Fabián, el padre de Pablo Grillo, también presente en la actividad.
El reportero gráfico cubano-argentino Kaloian Santos Cabrera tomó la palabra para contar qué le pasó esa noche cuando descubrió que tenía la foto de Guerrero disparando. «Yo estaba allí con las fotos y temí por mi integridad física, no lo voy a negar, pero pensé: Pablo está debatiéndose entre la vida y la muerte en un hospital, no puedo ser tan cagón de no aportar estas imágenes». Tras esas palabras, se fundió en un fuerte abrazo con Fabián.
«Nos quieren silenciar, pero tenemos una mala noticia para el poder, no van a lograrlo. Si los fotoperiodistas no arrugaron en dictadura, menos lo harán ahora», concluyó Diego Pietrafesa, secretario de Derechos Humanos del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba).
Del encuentro en el CCC participaron también las y los fotoperiodistas Mónica Hasenberg, Enrique Rosito y Rolando Andrade Stracuzzi, y el presidente de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (Argra), Sebastián Vricella. Este último disertante afirmó: «Siempre vamos a mostrar lo que quieren ocultar».