Cooperativismo

Una entidad en formación

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En el proceso de creación del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos fueron decisivas las Conferencias Nacionales de junio de 1958, previas al Congreso Argentino de las Cooperativas.


Rosario. Una de las mesas centrales del Congreso realizado en noviembre de 1958, donde finalmente se realizó la asamblea constitutiva del IMFC.

La gestación del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos puede rastrearse meses antes de su fundación, en las conferencias previas al Congreso Argentino de las Cooperativas de 1958. Las primeras ideas al respecto surgieron de la Caja de Crédito Rosario, que ya estaba intentando tomar un ritmo operativo bancario con la apertura de cuentas corrientes y se le presentaban una serie de problemas a resolver. Eso la llevó a reunirse con dirigentes de las cooperativas Popular de Santa Fe y Popular de Créditos de Córdoba. En el proceso, se incorporaron activamente los dirigentes de la Federación Gremial del Comercio y la Industria de Rosario, vinculada a la Cooperativa de Crédito Empresario Ltda., entre los que se encontraba Ángel Borghi, empresario metalúrgico que había sido uno de los firmantes en 1950 del Acta de Catamarca que dio origen a la Confederación Argentina de la Producción, la Industria y el Comercio.
Esta incorporación enriqueció las conversaciones, llegándose a la conclusión de que era necesario crear una organización a través de la cual «el pueblo que crea con su trabajo disponibilidades de dinero sea quien disponga qué se hace con él, y para que ello se concrete, el mismo pueblo sea quien maneje estas organizaciones»,  según relataba Jaime Kreimer en un artículo de 1980 publicado en Revista  Idelcoop. A tal fin decidieron convocar a una reunión preparatoria de un Congreso Nacional de Cooperativas de Crédito, para lo cual se conformó una comisión promotora provisoria.
El objetivo trazado por dicha comisión era crear una entidad cooperativa de segundo grado que realizase las funciones necesarias para organizar un clearing cooperativo entre las distintas plazas del país, centralizar informes y disponibilidades financieras de las cooperativas adheridas y colocar los excedentes zonales. A tal fin, convocó a las llamadas Conferencias Preparatorias, que se llevaron a cabo los días 20 y 21 de junio de 1958 en la ciudad de Rosario. De las mismas participaron 22 cajas de crédito, 4 cooperativas de otras ramas, las federaciones de cooperativas de crédito (FACC) y agrarias (FACA), la Comisión pro defensa del Cooperativismo y la Federación Agraria Argentina (FAA). Los debates giraron alrededor de tres grandes ejes temáticos. Uno de ellos, que refería directamente al propósito del Congreso, era la definición de los objetivos y las características que debía tener la entidad que se promovía crear. Entremezclado en aquel aparecía el enfrentamiento entre los intereses y proyectos de los sectores económicos y sociales del interior, representados por las entidades rosarinas, y los del Gran Buenos Aires. De una manera mucho más indirecta y velada se expresó el conflicto más significativo, en torno al concepto de cooperativismo y el papel que debía jugar en la vida socioeconómica del país.

Análisis crítico
El discurso de apertura de las conferencias preparatorias fue pronunciado por el presidente de la comisión organizadora, Moisés Scheinfeld, que dejó asentada la posición del grupo convocante. Luego de un análisis crítico de las reformas económicas desarrolladas desde 1955 y de detallar las nefastas consecuencias que las mismas tenían para los sectores productivos nacionales, afirmó que la crisis por la que estaba atravesando el país era de infraproducción y subconsumo.


Reunión. La FACC fue una de las federaciones que participó de las instancias previas.

Definía luego a la política crediticia como la palanca motora de la economía de las naciones, por lo que proponía la creación de una cooperativa de segundo grado que integrara todas las cooperativas de crédito existentes y contribuyera a crearlas allí donde no las hubiere. Esta entidad debía tener carácter nacional para explotar los diferentes ciclos económicos regionales, aprovechando los sobrantes monetarios de una zona para cubrir las carencias de otras. Las cooperativas de primer grado atenderían las necesidades inmediatas de sus asociados y podrían recurrir a la entidad a crearse para proveerle sus excedentes y solicitar créditos. Analizaba también los problemas por los que atravesaban las economías regionales, originados a su entender fundamentalmente por la concentración financiera en Buenos Aires. En su concepción, por último, las cooperativas debían ayudar a financiar las exportaciones e importaciones sobre la base de un organismo mixto cooperativo-estatal, integrar el agro y la industria en un proyecto económico nacional a fin de asegurar el desarrollo y contribuir a acrecentar el federalismo económico como base del federalismo político. En el debate se habían ido definiendo dos posiciones doctrinarias: mientras estas consideraban al cooperativismo solo como un instrumento para el beneficio económico de sus asociados, los promotores del Congreso tenían un proyecto en el que la cooperación se entendía como un instrumento de transformación social.

Debates y resoluciones
Más allá de las diferencias expresadas, las conferencias preparatorias resolvieron convocar a un congreso nacional en la ciudad de Rosario, con la finalidad de crear un organismo de segundo grado que garantizara una justa orientación del crédito cooperativo, y que apoyara las actividades industriales, productivas y agropecuarias del país, contribuyendo así al desarrollo de nuestra economía nacional. La entidad a crearse permitiría, por sus características democráticas, que sean oídas en sus instituciones crediticias las cooperativas dirigidas por representantes de las actividades agropecuarias, industriales y comerciales, las necesidades de la producción en sus distintas facetas, sin intermediarios ni intérpretes que en la mayoría de los casos actúan como entes dadores de crédito, y no como interesados directos en el desarrollo económico del país. Aspiraban a que el crédito se distribuyera, «no en función de la utilidad que rinde al que lo otorga, ni a lo que personalmente se pretende, sino lo que económicamente conviene».
Además de esta declaración, las Conferencias resolvieron que la convocatoria al Congreso abarcara a cooperativas de las distintas ramas de la producción, consumo y crédito de todo el país, ampliando el criterio original de hacerlo exclusivamente con las de crédito. De aprobarse la constitución del organismo proyectado, el Congreso se transformaría en asamblea constitutiva del mismo.
Un análisis general de los debates y resoluciones promovidos durante las Conferencias Preparatorias permite señalar algunas pautas que se mantendrán a lo largo de la historia del IMFC: el proyecto a desarrollar asumía plenamente los principios rochdalianos, en especial el de integración cooperativa. Se concibió por eso la creación de un organismo que no fuera de mera defensa gremial. Además, para hacer que el cooperativismo pudiera incidir realmente en la economía y el quehacer social del país, en el organismo a crearse podrían y deberían participar cooperativas de diferentes ramas. Por otra parte, se consideraba a la producción industrial y agropecuaria, la distribución y el consumo como un todo interrelacionado, donde el crédito, para jugar un papel dinamizador y no distorsionador, debía estar sin intermediaciones en manos de los mismos productores. Asimismo, en un periodo de gran concentración económica, se establecían formas autogestivas que aseguraban que el ahorro fuera manejado por los propios ahorristas. Finalmente, se planteaba la participación directa de los productores nacionales en el comercio exterior, señalando la posibilidad de la integración de un sistema estatal-cooperativo.

 

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