Cultura

Actuar para vivir

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La intérprete y dramaturga apuesta por su versatilidad y su tenacidad también en cuarentena. Mientras aguarda el estreno de varias películas y se ilusiona con la vuelta al escenario, colabora en la obra social de los actores e incursiona en la ilustración.

Esencial. La actriz platense dice que el teatro le resulta tan vital como el agua. (Prensa)

Por suerte me rebelo y no me dejo vencer. Voy, vengo, necesito hacer cosas, producir, soy una mujer de armas tomar. Conmigo no va el “esperá que todo esto va a pasar”. Voy al frente con los riesgos que eso supone, pero voy», se autodefine Ana Celentano. De ese modo, dice, «la cuarentena es más sobrellevable». Ese ímpetu que describe la actriz platense la mantiene activa, algo que también se advierte en su voz firme y optimista.
«Iba a ser un gran año en lo laboral, por eso intento que la desilusión no me quiebre, aunque confío que se verán las películas rodadas, que todavía esperan su estreno», agrega. Entre el segundo semestre de 2019 y el comienzo de la pandemia, Celentano filmó Ojos de arena, de Alejandra Marino; El mal soltero, de Daniel Pensa; Lejos de casa, de Laura Merlo; VIP, de Eduardo Pinto; y Bigli, de Nicolás Tacconi. «Creo que se dio una buena racha de trabajo, en la que pude llevar a cabo la interpretación de personajes profundos, con matices. En Ojo de arena soy una mujer arrasada por la desaparición de su hijita, en Lejos de casa una médica apasionada por su profesión que descuida el vínculo con su hija adolescente, mientras que El mal soltero es una comedia de enredos», cuenta.

Multifacética
Celentano se describe como una «mujer aguerrida, que traslada su carnadura a la actuación», algo que le inculcaron sus maestros Raúl Serrano, Ricardo Bartís y Pompeyo Audivert. «Ellos me inocularon el gen “teatro”, que para mí es tan vital como el agua, mientras que el cine y la televisión son el vino y la cerveza», ilustra. En la última década, se movió con fluidez en el teatro independiente, en piezas con vigencia como Ser ellas, donde interpretó a Eva Perón, La plebe, Anarquista, Unidad básica, Historias de locura ordinaria y Mamá, de Andrea Stefanoni, que estaba realizando antes de la cuarentena. «Tengo la esperanza de poder retomarla antes de fin de año», desliza.
Hija de militantes, mujer comprometida que fue secretaria del Sindicato de Actores, forjó su ADN encarnando a «mujeres con ovarios», define. Así sucedió cuando se puso en la piel de Magdalena Güemes en el cortometraje La noche antes, lo mismo que cuando interpretó a Alicia Eguren, pareja de John William Cooke, en el documental Alicia y John, el peronismo olvidado. Por su labor como Felisa Guerrero en Felicitas ganó un premio Clarín y conmovió como Salvadora Marina Onrubia (mujer de Natalio Botana) en El mural.
Celentano se formó como dramaturga con Ariel Barchilón y Ariel Goldfrid. «Siempre fui muy lectora, pero sentía que necesitaba escribir mejor y me animé a soltarme gracias al taller de dramaturgia, que me permitió escribir el cortometraje Cenizas. Y eso, además, me enriqueció como actriz: me brindó la posibilidad de encarar mejor las escenas y tener más background de los personajes», dice. Hoy tiene encajonados guiones teatrales y cinematográficos, «que deben ser pulidos para algún día ver la luz».
Multifacética, desde hace un tiempo empezó a dar rienda suelta a la ilustración. «Es una actividad que hice toda mi vida, ya que estudié en el Bachillerato de Bellas Artes en La Plata. Nunca me había dedicado seriamente, siempre fue un hobby, hasta que me animé a hacerlo más seguido en el sitio web Sangrre. Y allí hago rostros de personalidades del mundo real y cosas más abstractas, medio monstruosas», dice la artista, que trabaja con tinta al agua, plumín y carbonilla.
Fiel a su labor comprometida, Celentano forma parte del directorio de OSA, la obra social de los actores. «Es un puesto más que nada administrativo, con algunas cuestiones políticas, donde me encargo de la comunicación a los afiliados. En estos momentos estamos viendo de qué manera se puede aportar dinero, porque los actores dan una mano cuando trabajan, pero desde hace meses que no hay un peso. Por eso trato de buscar maneras de conseguir algo, aunque sea lo mínimo, pidiéndoles a los que más espalda tienen».

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