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Abuso, poder y melodrama

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Emiliano Basile

Secretos de un escándalo 
Director: Todd Haynes
Intérpretes: N. Portman, J. Moore, Ch. Melton, P. Curda, C. M. Smith, J. Shelfo
País: Estados Unidos

Espejo. Elizabeth (Portman) es la actriz que interpreta a Gracie (Moore).

Foto: Prensa

Bajo el título local de Secretos de un escándalo se estrena la última producción del siempre complejo Todd Haynes, una película cuyo título original, May December (en español «Mayo diciembre»), es un término popular en la cultura de habla inglesa que se utiliza para definir a las relaciones amorosas en las que existe una gran diferencia de edad entre los involucrados. Con ingeniosa ironía, el término define el conflictivo trasfondo del relato.
La historia es contada a través de Elizabeth (Natalie Portman), una actriz de Hollywood que tiene que interpretar a Gracie (Julianne Moore), una profesora acusada de abuso infantil hace veinte años por su vínculo con Joe (Charles Melton): ella tenía 36 y él 13 años cuando los encontraron manteniendo relaciones sexuales a escondidas. Gracie fue presa estando embarazada y al quedar en libertad se casaron y llegaron a ser un matrimonio consolidado con sus hijos a punto de graduarse. Con la excusa de darle veracidad y humanidad a su personaje, Elizabeth se instala en la casa de la peculiar pareja mientras descubre los pormenores sensacionalistas del caso.
Conocedor como pocos de los elementos constitutivos del melodrama, Haynes toma la estructura del personaje ajeno a la familia que llega para romper la armonía del hogar. En ese proceso el relato adquiere la forma de un thriller psicológico oscuro y perturbador que explora las relaciones de poder y la manipulación en un contexto de pedofilia, entre padres e hijos, y en la reconstrucción ficcional, tan de moda, de la vida real.
Para hacerlo el director de Carol y Lejos del paraíso se apoya en la música de Marcelo Zarvos, quien recupera la inquietante melodía compuesta por Michel Legrand para El mensajero del amor de 1971. Una referencia cinéfila que marca el tono satírico del relato (la escena del freezer es un ejemplo contundente). Otra película que resuena es Persona, el clásico de Ingmar Bergman de 1964, en la mímesis producida entre la actriz y la persona a representar, expresada en cada escena de espejos. Realidad y ficción se mezclan de manera enrarecida, borrando las fronteras entre una y otra.
La película funciona por el gran trabajo de Portman y Moore, quienes se muestran como mujeres amables y serviciales, pero que esconden un peligroso instinto manipulador. Sin la ambigüedad de las actrices, Secretos de un escándalo no alcanzaría los niveles de tensión que logra. El otro actor fundamental es Melton, quien interpreta a la víctima del caso con versatilidad y complejidad. El hobbie con la cría y cuidado de mariposas monarcas configuran el particular carácter de su personaje.
El guion de Samy Burch, nominado al Oscar y basado en una historia de Burch y Alex Mechanik, encuentra similitudes con el caso Letourneau, de gran revuelo en la televisión estadounidense de los años 90. Una historia que Secretos de un escándalo reescribe en clave sentimental para luego jugar con elementos del policial. Como si la película empezara con la fisonomía de un melodrama de Douglas Sirk, para luego transformarse en una exploración oscura de los deseos al estilo de Polanski o David Cronenberg.
Detrás de todo esto está Haynes, que siempre esconde bajo la cotidianidad de sus historias espesas capas de significado. A partir de una doble lectura de los acontecimientos, encontramos un vínculo de apariencia normal y en su trasfondo percibimos un elemento incómodo y hasta aterrador. Algo tan aplicable a la relación de abuso enmascarada en una familia feliz, como al morbo de Hollywood por recrear los denominados True Crimes.

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