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Brillo a contramano

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Susana Cella

Arte argentino de los noventa
Fabián Lebenglik y Gustavo Bruzzone
Adriana Hidalgo
629 páginas

Referente. «Le Sacre», acrílico sobre colchón y patas de madera, la obra de Kuitca fechada en 1992.

«A contrapelo de una década infausta en términos sociales, económicos y políticos, hubo un arte que brilló en aquellos años», afirma el crítico de arte Fabián Lebenglik, en su introducción al libro que coordina junto con el coleccionista Gustavo Bruzzone, titulado Arte argentino de los años noventa. Ensayos, testimonios y cronologías. Se trata de un grueso volumen que bien puede considerarse una historia crítica de las artes visuales en ese período, en tanto en la primera parte, «Ensayos», presenta descripciones y análisis de creadores y críticos, cuyos enfoques e hipótesis dejan ver distintos matices y valoraciones, lo que enriquece la comprensión del fenómeno.
Estos textos a su vez abarcan una temática plural, así pueden focalizar la relación entre el arte de los 60 y los 90; la figura de un artista en particular (Jorge Gumier Maier, Guillermo Kuitka entre otros); la relación entre arte y política; el papel de las instituciones (los museos, galerías, fundaciones, centros culturales); el rol del curador; los procedimientos estéticos y los estilos como también los varios medios de expresión: pintura, escultura, fotografía, video, arte digital y posibles combinatorias.

El panorama abarca no sólo la ciudad de Buenos Aires, sino que también da cuenta de lugares como Córdoba, Tucumán, Bahía Blanca y la Patagonia. Todos estos factores apuntan a un anhelo de exhaustividad con el objetivo de ofrecer una visión muy completa de la producción, difusión y recepción de las obras, autores, grupos y tendencias. Lo que se ve confirmado en «Documentos», segundo apartado donde pueden leerse notas y entrevistas que realizara Fabián Lebenglik, sucesivamente publicadas entre 1990 y 1999 en Página 12: allí se aprecia el conocimiento del crítico especializado y atento al devenir dela escena a lo largo de una década.
En la tercera parte, «Testimonios», la perspectiva se amplía a través de la inclusión de entrevistas a artistas, curadores, galeristas, diseñadores o profesores del área, tanto los que emergieron entonces como sus antecesores. Entre muchas otras, aparecen las opiniones de León Ferrari, Nicolás García Uriburu, Osvaldo Giesso, Roberto Jacoby, Federico Klemm, Luis Felipe Noé, Rogelio Polesello o Alfredo Prior, en cierto modo un repositorio donde es posible escuchar algunas voces de quienes ya no están. Un punto de debate planteado tanto en este espacio como en los ensayos es la caracterización del arte de los 90 como «light». Hay posturas que lo afirman y otras que rechazan tal definición, íntimamente relacionadas con las concepciones del arte de los protagonistas, su visión epocal o los vínculos que establecen con el contexto histórico social.
Una última sección titulada «Cronologías» reafirma el afán abarcativo del libro al consignar, indicando las fechas y los cuantiosos nombres, las exposiciones individuales o conjuntas realizadas en museos, galerías, centros culturales y otras instituciones tanto en el país como en el extranjero. Cabe señalar un aspecto más que ofrece esta tan ambiciosa como rigurosa publicación: todo el material reunido fue escrito durante los años 90 o inicios del nuevo milenio, es decir, contemporáneo a lo que estaba aconteciendo. De modo que se puede sopesar el hecho según se lo transitó e interpretó en su momento y, a la vez, desde la actualidad. Esta doble mirada agrega un plus de significación derivado del espesor temporal que necesariamente influye.

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