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Códigos para reescribir el futuro

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Cristina Civale

El cielo cayendo
Sebastián Diaz Morales
Arthaus Central

Video. El cielo cayendo indaga en el corazón de la producción de imágenes contemporáneas.

Sebastián Diaz Morales acaba de cumplir 50 años y acumula más de tres décadas en su camino en el arte, basado en la experimentación con la imagen en movimiento. No es un videoartista ni un cineasta ni un documentalista, su obra es una extravagante, poderosa y original mezcla de estas tres expresiones. Nació en Comodoro Rivadavia, se instaló una temporada en Buenos Aires y actualmente vive y trabaja en Ámsterdam.

Con obras en importantes colecciones como el Centro George Pompidou, la Tate Gallery y la Colección Pinault, entre otras, Diaz Morales expone en estos días en Arthaus, un nuevo espacio de arte en el bajo porteño, su último gran proyecto. El cielo cayendo es una serie de seis videos que indagan en el corazón mismo de la producción de imágenes contemporáneas, para subvertirlas y hacerlas estallar.

En los videos con velocidades y tonalidades que van de la tibieza al hielo, refleja este momento clave y decadente de un mundo que atraviesa guerras, hambrunas, exterminio, hombres devorándose hombres en un clima de apocalipsis envuelvo en una perturbadora y contradictoria belleza. Diaz Morales hace tolerable el paisaje en ruinas con su obra y es algo que se agradece: mira con una perspectiva crítica y aguda, pero no nos aterra.

A lo largo de su trayectoria, el artista combina el corto con el largometraje, la ficción con el documental, el soporte analógico con el digital, para una producción multimedia exhibida en la pantalla blanca de una sala oscura, agenciada en el espacio del arte contemporáneo. En esa serie, El cielo cayendo marca un punto de inflexión.

Dice el curador de la muestra, el crítico Jorge La Ferla: «La cláusula del viaje, de la Patagonia a Indonesia, de México a Sudáfrica, entre otros, es una de las líneas de fuerza de una obra que viene construyendo paisajes electrónicos a partir del registro de lugares y personas a través de los continentes. Escenas con cuerpos performáticos en locaciones reales, las cuales son leídas por la cámara de video y que fueron componiendo una narrativa del mundo y de su gente».

«Bosque quemado», cuyo registro fue hecho en el Parque Nacional Los Alerces, Chubut, es la única que proviene de un registro en exteriores. Las otras piezas que conforman la muestra se originan en capturas de video realizadas en el estudio. Su procedimiento es notable: su encuadre se despliega sobre maquetas cuyos detalles son revelados por el acercamiento de la lente y por el lento movimiento de la cámara. Un arte de la captura, donde vestigios de objetos y cuerpos devienen un efecto de tiempo y espacio que enrarece el juego con lo real.

Tal como explica Diaz Morales a Acción, «vivimos en la era de la distopía como mercancía: guerras reducidas a infografías, colapsos ecológicos empaquetados como contenido viral, extinciones convertidas en narrativas de entretenimiento. Frente a este imaginario agotado, El cielo cayendo propone no sumar nuevas imágenes al catálogo del desastre, sino desmontar las existentes hasta encontrar en sus entrañas los códigos para reescribir el futuro».

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