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Contra la corriente

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Gabriel Plaza

Para quién trabajas. Vol 1
Marilina Bertoldi
Sony Music

Encendida. La cantante se desliza entre el mundo exterior y la esfera privada.

«Se te va la vida/ deteniendo monstruos/ estás mirando arriba/ preguntando por qué», canta la voz sintetizada de Marilina Bertoldi, en una suerte de copla digital, atravesada por el sonido de una kalimba africana y las capas de secuencias digitales, ruidos y efectos. Podría ser una nana de terror, que finaliza con una voz de un niño deseándole lo mejor. Una brisa de esperanza, aún en medio del horror. Así termina Para quién trabajas. Vol 1, el nuevo disco de la cantante y compositora, atravesado por la new wave argentina de los 80 y que tiene la marca de agua de discos como Clics modernos, de Charly García, o canciones como «Camafeo» de Spinetta. 

Alineada con ese audio retro y moderno, a partir de un pop minimalista o ruidista, según la rabia, más rodeada de máquinas de ritmo, samples y sintetizadores que de guitarras eléctricas, desarrolla una manifiesto crítico sobre el estado de cosas en la Argentina: el presente político, la industria musical, los lesbicidios, las relaciones personales y todo aquello que tiene para decir hoy una artista valiente. 

«Ya no quieren más mi rocanrol», dice, balanceando su voz sobre un riff de blues con explosiones de distorsión y sonido garagero. En una época dominada por el trap, Bertoldi viaja hacia atrás, donde está el futuro. En «Autoestima» metaboliza el post punk de Sumo: «Todo el día porquería», repite sobre el beat y el sampleo de «Mejor no hablar de ciertas cosas» y la voz de Luca Prodan. En «Siglos», canta «voy a la cocina luego al comedor/ estoy descontrolada pienso en algo mejor», una posible segunda parte de «Me vuelvo cada días más loca» de Celeste Carballo, que versionó junto a Juliana Gattas, de Miranda, en 2024. Mientras que «Bajan de día de noche esperan», experimenta la atmósfera musical y el audio de Spinetta Jade en Madre en años luz

En este álbum de diez canciones, «El gordo» ocupó un espacio central de la discusión en redes sociales, cuando salió el video dirigido junto a la actriz Malena Pichot. El clip, protagonizado por Bertoldi, Dolores Fonzi y Pichot, parece un sketch de Cualca, la serie que ironizaba sobre los prejuicios de la sociedad. Aquí Marilina interpreta a una diva pop, cuyo look podría ser una mezcla entre Emilia Miernes y Tini, que participa de un magazine televisivo de la tarde y hace playback acompañada por dos bailarines, mientras desaparecen los barrios de Buenos Aires por un bombardeo. Ella sigue cantando como si nada. 

La canción, donde grita «cierren el orto», le sirve de excusa para hacer un ácido comentario sobre los medios y los discursos vacíos de los artistas, que hacen silencio frente a la realidad social. Es una muy buena canción del disco, aunque hay mejores como «Por siempre es un lugar», una balada acústica con una melodía que endulza los oídos y donde reflexiona sobre el amor tóxico. 

En esta producción, Bertoldi se mueve entre la mirada sobre el mundo exterior, la esfera privada y las relaciones con otras chicas. El sonido electropop de «Caza» funciona como una declaración de amor caliente, mientras que «Amanecen ocasos» es una canción catártica y oscura, al ritmo acelerado, febril, casi desesperado de una programación agitada, que funciona más como una advertencia a partir de una mala experiencia.

En su quinto trabajo solista –producido junto a Mariano Otero–, la cantante y compositora inaugura una etapa más pop, con un sonido de los 80 que calza muy bien con su acidez, la agresividad de la época y esas ideas lei-motiv que se estampan como grafitis en cada una de sus canciones. 

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