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El destructor de mundos

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Emiliano Basile

Oppenheimer
Christopher Nolan
Intérpretes: C. Murphy, E. Blunt, R. Downey Jr., M. Damon, F. Pugh
País: Estados Unidos/Gran Bretaña

Operación masacre. Los peligros del poder, el eje del film protagonizado por Murphy.

Foto: Melinda Sue Gordon/Universal Pictures

El director de El origen e Interestelar indaga en la historia del creador de la bomba atómica, J. Robert Oppenheimer. Un personaje al menos controversial que puso en crisis las posibilidades de la ciencia, al demostrar su capacidad para visualizar átomos y moléculas y, a su vez, para generar el artefacto devastador arrojado en Hiroshima y Nagasaki en el final de la Segunda Guerra Mundial, uno de los mayores genocidios perpetrados sobre una población civil.
La película cuenta con un guion escrito por Nolan basado en el libro biográfico Prometeo americano: El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer, de Kai Bird y Martin J. Sherwin. Con una frase sobre el mito griego de «Prometeo encadenado», el Titán que roba el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, abre el film y ubica al protagonista como el símbolo de la tragedia contemporánea.
Por un lado Oppenheimer tiene los elementos de una biopic, ya que cuenta los inicios del físico, sus relaciones más significativas (su mujer y su amante, interpretadas respectivamente por Emily Blunt y Florence Pugh) y, sobre todo, el desarrollo de la bomba nuclear para el ejército estadounidense comandado por Leslie Groves (Matt Damon). Por otra parte y en forma paralela, se despliega el interrogatorio a Oppenheimer que se produjo después del fin de la guerra. Un segmento que le da un matiz de thriller político al relato ambientado en los tiempos del macartismo y la Guerra Fría, en el que cobra importancia el ex Secretario de Comercio de Estados Unidos, Lewis Strauss, interpretado de manera magistral por Robert Downey Jr.. Un debate dialéctico centrado en los peligros del poder, el gran tema de la película.
La historia tiene momentos narrados desde la perspectiva del científico (con imágenes en color), que es donde vemos sus dilemas ético-morales, con otros que responden al punto de vista de Lewis Strauss (mostrados en blanco y negro) para marcar, en palabras de Nolan, la subjetividad y objetividad de los hechos. Ambas líneas argumentales confluyen en la primera detonación nuclear de Estados Unidos, la denominada Prueba Trinity, hecatombe que tuvo lugar en el Laboratorio Nacional de Los Álamos en Nueva México el lunes 16 de julio de 1945. Ese impacto se reconstruye en la pantalla haciendo de la explosión una experiencia arrasadora. Nolan es un apasionado por el dispositivo cinematográfico, uno de los pocos directores que aún rueda en fílmico (la película se proyecta en la Sala Lugones y el Malba en 35mm) y con cámaras IMAX originales (el tamaño de la pantalla duplica la resolución estándar). Además repite en cada una de las entrevistas no haber usado CGI, por la sigla que identifica a las imágenes generadas por computadora. Una búsqueda artesanal que logra generar un espectáculo inmersivo de tres horas de duración.
Oppenheimer es una obra abrumadora con la que su director, productor y escritor redobla la apuesta en materia cinematográfica. De esta manera, reflexiona sobre la fuerza del poder, tanto en su capacidad creadora como en su faceta destructiva, con un interesante juego que contrasta a quienes tienen la habilidad de ver más allá de su realidad con quienes están cegados por el odio y la envidia. Oppenheimer mismo no puede resistir el resplandor surgido de la explosión, de la misma manera que baja la mirada ante las imágenes de la destrucción causada en Hiroshima y Nagasaki. Luego dirá: «Me he convertido en la muerte, en el destructor de mundos».

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