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Entre lo kitsch y lo camp

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Viviana Vallejos

Encantador de la noche
Federico Klemm

Galería. «Marcos y el fuego» (1988), «Retrato de Federico Klemm» (1980) y otras de las piezas exhibidas en Encantador de la noche.

En el espacio de arte que Federico Klemm fundó en 1995 se presenta «El cisne en llamas», el segundo episodio de Encantador de la noche, una serie de homenajes dedicados a la obra de este artista, marchand, coleccionista y performer a 80 años de su nacimiento y 20 de su muerte. Con curaduría de Guadalupe Chirotarrab, Santiago Villanueva y Feda Baeza, la exposición hace foco en la relación que tuvo Klemm con Mildred Burton. Se exhibe la obra realizada en colaboración ya que se trata de «un relato entre la amistad, la intimidad y el intercambio creativo: un gran lienzo para techo pintado en conjunto, una serie de imágenes del departamento de Federico intervenidas por Burton o un retrato que Klemm le hizo y que da título a este episodio», explica el equipo en el texto curatorial.
Encantador de la noche es un proyecto integral que ya mostró su primer episodio, «Telecristales y homoerotismo», donde se exhibieron objetos, documentos de archivo, mobiliario, instalaciones y foto-pinturas collages de Klemm en los que podía reconstruirse un relato sobre el deseo: un muchacho semidesnudo y musculoso con las palmas abiertas hacia el cielo en un paisaje etéreo de piedras preciosas («Metamorfosis de Santa Clara de Asís», 1997); un busto de vidrio con una joya colgada en el cuello y un pin en el pecho («Cristología sangrante», 1998). Todo esto en una sala cubierta por una moquette roja que encuadró una puesta entre lo kitsch y lo camp, marco inconfundible de referencia de la obra de este artista.
Nacido en Checoslovaquia tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Klemm llegó a la Argentina a los 5 años de la mano de sus padres (su papá llegó a ser uno de los principales importadores de productos químicos durante el primer peronismo). Amante de la ópera, de su drama y su grandilocuencia estética, estudió canto lírico y fue un pintor autodidacta que en los años 60 participó en los happenings del Instituto Di Tella. En 1992 abrió su propia galería en la Plaza San Martín, donde presentó, por primera vez en Buenos Aires, obras de Andy Warhol, Fernando Botero, Roberto Matta y de los exponentes de la transvanguardia italiana.
En su trabajo hay mitología y reapropiaciones de imágenes religiosas que se vuelven queer; uso de materiales que conjugan las joyas más caras y el telgopor, el vidrio, la piedra, el bronce y la cartulina. Su figura influyó en los imaginarios de las disidencias locales, se codeó con artistas, personajes de la noche porteña, el jet set y la política nacional: fue amigo de Marta Minujín, Carlos Menem, Alain Delon, Mercedes Sosa y Mirtha Legrand. Tuvo un programa de televisión, El Banquete Telemático, que se emitió entre 1994 y 2002 –unos 232 episodios sobre la historia del arte que hoy pueden verse en YouTube–, un tesoro inolvidable de la cultura pop. En ese borde entre el mainstream y el under, Klemm aparece siempre como una figura desfasada, tan fascinante como difícil de clasificar.
La frutilla de Encantador de la noche es el fanzine, diseñado por Agustín Ceretti, que se publica con cada episodio. En el más reciente, que acompaña a «El cisne en llamas», hay una conversación con Alberto Passolini, un texto-performático por Nancy Rojas; una predicción de la mentalista Blanca Curi al artista en 1991, augurando prosperidad, poco tiempo antes de que abriera su propia galería; y una carta-declamación de Mildred Burton que empieza así: «Quiero contarles algo de Federico Klemm artista, de su brillo natural, su humor, su profundo y angustioso ser y el tercer ojo, solo reconocible entre uno y otro individuo de esa misma especie sagrada». Pieza perfecta y de colección de este homenaje imperdible que se exhibe en la Fundación Federico J. Klemm.

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