3 de agosto de 2025
Let’s play/ Juguemos en el mundo
Varios artistas
MUNTREF – Hotel de Inmigrantes

Colgantes. Los platillos del mexicano Amorales invitan a ser tocados por los visitantes.
Bienalsur celebra su décima edición siguiendo su objetivo de arranque, el de generar una cartografía que lleve el arte al público de todos los sures del planeta. Y en esta edición aniversario, el desafío creado desde la Universidad Tres de Febrero, con su director Aníbal Jozami a la cabeza, junto a la curadora Diana Weschler como factótum, sube su apuesta con la participación de miles de artistas de todo el mundo. Las sedes abarcan desde Buenos Aires a Shangai, a lo largo de 30 países y 70 ciudades que ponen a disposición sus museos, centros culturales, universidades, embajadas, zonas rurales y sitios patrimoniales.
En el otoño porteño la Bienal presentó su extensa programación en el edificio de la Unesco, su patrocinante central, en París. La muestra colectiva se produce con fondos propios que provienen de fundaciones privadas de distintos países y de fondos estatales, como sucede en Argentina con el apoyo de la Ciudad de Buenos Aires a través de su programa de Mecenazgo, o de la Secretaria de Cultura de la provincia de Buenos Aires.
Si bien esta edición se inició en Bogotá, su kilómetro 0 se ubica en el MUNTREF – Hotel de Inmigrantes, donde abrió la muestra central que capitanea argentina. Se trata de Let’s play/ Juguemos en el mundo, curada por Diana Weschler. En paralelo, Salta, Tucumán, Chaco y el Gran Buenos Aires también tendrán sus respectivas exposiciones.
Propuesta como una reflexión acerca del concepto de juego y su analogía con la vida, Let’s play/ Juguemos en el mundo evoca a Rayuela, de Julio Cortázar, y abarca distintos espacios del museo. Entre el amplio grupo de artistas que reúne se destaca la presencia del italiano Michelangelo Pisttoleto, padrino de esta edición de la bienal; la inefable Marta Minujín, con una reciclada instalación pop interactiva, «Implosión»; el brasileño Vik Muniz y el mexicano Carlos Amorales, cuya obra se ubica en una zona destacada y emula las piezas colgantes de Calder, con unos platillos que invitan al visitante a tocarlos para hacer ruido, música o generar una alerta.
A simple vista todo podría parecer algo banal, sobre todo teniendo en cuenta el contexto económico, social y político que impone el neoliberalismo devorador a escala global. Y eso le preguntó Acción a la curadora Diana Weschler, que explica: «Justamente, lo que observamos es que ante este derrumbe aún no se imagina un futuro nuevo y mucho menos en lo concreto, en la creación de comunidades que puedan pelear este tremendo estado de situación. El juego es una invitación a unirnos y pensar alternativas desde el arte para pensar ese futuro que nos debemos».
Como toda muestra colectiva, es despareja. Hay obras que serán pronto olvidadas y otras que destacan y probablemente perduren en la retina de los visitantes. Tal es el caso de «Naipas», de la argentina Alejandra Fenocchio, delicadas filigranas que arman mazos de cartas feministas para derrotar al patriarcado. Es notable la instalación de la turca Inci Eviner, conocida internacionalmente por sus obras surrealistas. No serán fáciles de olvidar los trabajos del árabe Raghad Al Almahad o del francés Pierre Ardouvin, como tampoco los de la argentina Liliana Porter o la uruguaya Ana Tiscornia. En este marco también se podrá ver Let”s play. (D)estructura, la performance de los artistas colombianos Mariangela Aponte Núñez Juan, Esteban Sandoval y Alejandro Vásquez Salinas.