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La ciudad renacida

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Roberto Rainer Cinti

Área histórica de San Juan 
Provincia de San Juan

Famosa. La casa natal de Sarmiento, un ejemplo de arquitectura colonial.

Bastaron segundos. El 15 de enero de 1944, a las 20.49 horas, un terremoto de 7,4 grados en la escala de Richter destruyó casi por completo San Juan de la Frontera, la población que casi cuatro siglos antes había fundado el capitán Juan Jufré en tierra huarpe. De sus escombros brotó la capital más moderna del país. Cuesta imaginar reliquias entre sus edificios antisísmicos, sus anchas avenidas y sus desbordantes parques. Sin embargo, no faltan. La más famosa, Billiken mediante, es la casa natal de Domingo Faustino Sarmiento, un modesto ejemplo de arquitectura colonial que en 1910 pasó a ser nuestro primer monumento histórico nacional.
A corta distancia, en la llamada Manzana Dominica, lo que quedó en pie del antiguo Convento de Santo Domingo ostenta el mismo galardón. Se trata de la sala capitular o de reuniones, una galería anexa de nueve arcadas y la celda donde se alojó el general José de San Martín cuando preparaba el cruce de los Andes, incluyendo el austero mobiliario de aquellos días (poco más que un catre de tientos).
Estas construcciones, erigidas a mediados del siglo XVII, son las más antiguas de la ciudad. Sus muros de adobe ciñen un patio con árboles centenarios, entre los que se destaca el algarrobo al que San Martín –dicen– ataba su mula. Un busto del Libertador y las campanas que anunciaron la victoria de Chacabuco completan el cuadro. Pero no acaba aquí el paseo retrospectivo: la contigua iglesia de Nuestra Señora del Rosario, reedificada tras el catastrófico sismo, conserva pinturas cuzqueñas, tallas del siglo XVIII y carpintería de su antecesora. También, como acceso principal, las puertas de la casa de Francisco Narciso Laprida, el diputado sanjuanino al que le tocó presidir el Congreso de Tucumán cuando se proclamó la independencia.
A dos cuadras del templo dominico, por la avenida Libertador General San Martín, el empeño educativo de Sarmiento tiene un monumento viviente: la escuela normal superior que lleva su nombre, creada por el presidente Nicolás Avellaneda en 1879. El edificio que hoy ocupa, frente a la Plaza Laprida, data de 1910. Fue proyectado por el ingeniero italiano Domingo Selva según los lineamientos del eclecticismo imperante a fines del siglo XIX. Aunque incorporando precursoramente principios antisísmicos, razón por la cual atravesó sin mella el terremoto de 1944. Un sesgo pionero que condice con el rol desempeñado por el instituto en la profesionalización de la mujer.
Hacia el oeste, en las inmediaciones del Parque de Mayo, se alza una proyección contemporánea del ideario sarmientino: el Auditorio Juan Victoria, inaugurado el 21 de julio de 1970 gracias al tesón de un ministro de Economía melómano. Alberga la Escuela Superior de Música (18 aulas insonorizadas, repartidas en dos plantas) y una sala de conciertos a la altura de las mejores del mundo (cuenta con 976 butacas, acústica perfecta, una caja de orquesta para 70 músicos y, al fondo del escenario, un órgano de 3.565 tubos y más de 60 registros). En los jardines, además, hay un anfiteatro para 850 personas sentadas. Y en el subsuelo ensaya la Orquesta Juvenil de la Universidad de San Juan. El complejo, declarado monumento histórico nacional en 2004, fue en su tiempo la obra arquitectónica de mayor envergadura en su tipo de Latinoamérica.
Al otro lado de la avenida 25 de Mayo, con su perfil vanguardista, el Museo de la Historia Urbana invita a seguir explorando un patrimonio inesperado para una ciudad renacida del polvo.

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