12 de febrero de 2022
Pablo Larraín
Kristen Stewart en el papel de Lady Di.
Con la frase «una fábula a partir de una tragedia real» abre su película el director chileno de Tony Manero y Neruda, una historia de entre tantas posibles acerca de la princesa de Gales, también conocida como Lady Di, cuyo nombre real fue Diana Frances Spencer. Como sucede en Jackie este relato intimista sobre una mujer atrapada por la estructura de poder toma al personaje real para imaginar sus pesares en el palacio, durante los tres días que van desde la Nochebuena al Boxing Day, celebración del Reino Unido posterior a la Navidad. Lo que sigue es la descripción de las penurias de Diana en el castillo (en una comprometida interpretación de Kristen Stewart) desde su singular punto de vista, lo que le da al film la forma de un thriller psicológico con ciertos rasgos expresionistas que apuntan a transmitir el sufrimiento de la protagonista. Larraín utiliza una composición simétrica para representar la rígida estructura de la realeza con sus rituales protocolares, contrapuesta a los inestables primeros planos de la princesa, quien percibe la frialdad ceremonial como una prisión para su espíritu libre. Una serie de oportunos elementos alegóricos como los faisanes, la historia de Ana Bolena o la figura del padre ausente, acompañados por una música que se distorsiona con el correr de los minutos, terminan de poner en escena su calvario interior. Así, del mismo modo que la serie The Crown, la película se nutre de la realidad para imaginar los oscuros vínculos entablados en el seno de la familia real británica.