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Teatro del horror

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Jorge Dubatti

Autor: Rafael Spregelburd
Director: R. Spregelburd
Elenco: R. Spregelburd, A. Garrote, V. Urtizberea y G. Losantos
Sala: Teatro Astros

Cuadro. Spregelburd protagoniza la obra basada en El Bosco con Urtizberea.

Foto: prensa

Entre los teatristas sobresalientes de la Argentina, se destaca Rafael Spregelburd con una poética propia y una trayectoria apabullante, multipremiada. Sin embargo, llama la atención que no sea frecuente ver sus espectáculos en Buenos Aires. Spregelburd suele estrenar más fuera del país. Por eso la actual presentación de Inferno, en el Astros, en el circuito que podemos llamar de «teatro comercial de arte», es un gran acontecimiento para la escena porteña que no puede ser ignorado.
El texto se había presentado en Austria, pero sin la dirección de Spregelburd y en alemán, allá por 2016, en ocasión del aniversario 500° de la muerte del pintor Hieronymus Bosch. Ahora Spregelburd escribe, dirige y actúa. En el elenco lo acompañan Andrea Garrote, Violeta Urtizberea y Guido Losantos, quienes se hacen cargo, como es común en las puestas de Spregelburd, de diversos personajes. Se trata de un equipo creativo de primer nivel: música de Nicolás Varchausky, diseño espacial de Santiago Badillo, vestuario de Lara Sol Gaudini y el aporte plástico de Marcos López.
El dramaturgo ya se había inspirado en El Bosco, en la «Tabla de los siete pecados capitales», para escribir su monumental Heptalogía de Hieronymus Bosch (recientemente editada en un solo tomo de mil páginas por el sello Punto de Vista). Ahora Spregelburd trabaja sobre la representación del Infierno que El Bosco realizó en «El jardín de las delicias». Y si en la Heptalogía… tomó como punto de partida los «pecados» contemporáneos (la inapetencia, la extravagancia, la modestia, la estupidez, el pánico, la paranoia y la terquedad), en Inferno retoma las virtudes cristianas (la fe, la esperanza, la caridad, la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza).
El vínculo entre Spregelburd y el pintor nunca es meramente ilustrativo: el infierno al que hace referencia el primero es el de la dictadura cívico-militar argentina. La presencia de Inferno en la cartelera actual demuestra que vivimos en una postdictadura, en el doble sentido del prefijo «post»: lo que viene después de la dictadura, lo que es consecuencia de la misma y aún no ha terminado. Spregelburd nos dijo en una entrevista: «El Bosco siempre me interesó mucho porque es un pintor de una época de crisis, el sistema feudal que se viene abajo, el descubrimiento de América, el cisma de las Iglesias, lo que se había sostenido durante mil años se desmorona. Pienso en una relación con los artistas contemporáneos nuestros, pintando la crisis de la Modernidad, nos imagino en una situación parecida, como si hubiésemos perdido el diccionario de los simbolismos compartidos. El artista solo puede señalar a lo desconocido, con un espíritu crítico y moralista, pero al mismo tiempo sin un mensaje tan claro para dar. Hoy por hoy decimos que no hay mensaje en el arte».
Con respecto al pasaje de los pecados a las virtudes, señala Spregelburd: «Recordé que me había quedado pendiente hacer una nueva Heptalogía sobre las siete virtudes, ya no sobre los pecados. La única manera de salir del infierno para el personaje, un cronista de turismo, es, ahora que el Vaticano decretó que el infierno no existe más y se ha convertido en una palabra, aprender las otras palabras: las de las siete virtudes cristianas». Se trata de un espectáculo fascinante, sin duda entre lo mejor de la cartelera actual. Absolutamente imperdible. 

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