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Un nuevo comienzo

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Gabriel Plaza

Descartable
Wos
Doguito Records

Madurez. El rapero reflexiona sobre su estado de ánimo y lo que observa alrededor.

Foto: Loli Laboureau/Prensa

Pasaron dos años y medio desde la salida de su anterior disco Oscuro éxtasis, con el que Wos recibió el abrazo definitivo de la industria musical cuando se alzó con el Gardel de Oro. Desde aquellas batallas de rap en el Parque Rivadavia con solo 17 años, trazó un camino ascendente donde emergió como una nueva figura del hip hop local, transformándose en un vocero de su generación y creando, en paralelo, un hilo narrativo con el rock argentino en sus asociaciones con Divididos, Los Redondos y Ciro y Los Persas.
Con su tercer álbum, Descartable, esa conexión con el público de la vieja escuela parece reforzarse. Son 16 canciones, que suman cerca de una hora de música y se escuchan de principio a fin. El cantante sorprende con este viaje, a pesar de que ya se conocían siete singles adelanto: «Arrancármelo» (canción que salió en 2022 y se volvió viral como himno del seleccionado argentino), «Descartable» y «Morfeo» (editadas el año pasado), y la seguidilla en las últimas semanas integrada por «Melancolía», «La niebla», «Cabezas cromadas» y «Quemarás».
Si en su trabajo anterior se reflejaba la transición entre el adolescente prodigio del freestyle y la dificultosa relación con la fama, en este disco profundiza las reflexiones personales sobre su estado de ánimo y lo que observa a su alrededor. Es un testigo maduro, más liberado de las expectativas del medio y la industria: «Sigo el juego de mi instinto/ revivo el fuego que está extinto», canta entre el éxtasis y la catarsis en «7/8». Wos disfruta de ser intérprete y compositor de canciones. Sin perder el filo de sus letras y ese territorio más político de sus versos, suena más introspectivo que peleador: el traje de rapero ya le quedó demasiado chico.

«Nuevas coordenadas», la pieza que abre Descartable, es un paso más en la evolución de ese sonido cancionero, donde la base de los sintetizadores y ese pulso melancólico del post punk le da un aire de nuevo himno. El cantante flota sobre otra cadencia, una intensidad más tenue, que celebra un nuevo comienzo: «Hoy es momento de otra sudestada/ Despierta el viento en nuevas coordenadas/ Ya no se esconde el norte cuando encuentra tu mirada/ Deja que broten las emociones olvidadas». El disco también revela las tensiones entre aquel artista surgido de las batallas de freestyle y la metamorfosis de este Wos, que busca fortalecer la voz propia, alejado de la mal llamada escena urbana, capaz de abarcar desde Duki hasta María Becerra.
En la lista de colaboraciones se anotan Natalia Lafourcade en «La niebla», una canción intimista donde las voces flotan en una atmósfera etérea sobre una melodía que se repite como un mantra bucólico; Dillom en «Cabezas cromadas», un tema industrial y rabioso; y Gustavo Santaolalla, que aporta el sonido andino del ronroco en «Melancolía», sobre la base de una cumbia psicodélica, con citas a los chilenos Violeta Parra y Víctor Jara, que parece un guiño a «Pa’l norte» de Calle 13.
Descartable quizás sea el mejor disco de Wos hasta la fecha. Producido artísticamente por Evlay, con el que trabajan juntos desde su debut en Caravana (2019), la atmósfera de las canciones que fabrican en tándem pisa el terreno del noise, el rock alternativo de los 90, el punk rock, el electropop, las baladas de corte soul y el hip hop.
Los primeros 20 minutos son clave. En el arco que va de la canción que da título al disco hasta la aparición en escena del Indio Solari, con su majestuosa sobriedad interpretativa en «Quemarás», el artista de 26 años encuentra la épica de un álbum con destino de clásico.

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