Cultura | La Guerra de Malvinas en libros recientes

Apuntes sobre las islas

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Osvaldo Aguirre

A casi cuatro décadas del conflicto bélico, la literatura argentina plantea nuevos enfoques que ponen en cuestión al relato oficial. Opinan los autores de las ficciones, las crónicas y los ensayos que revisan la historia y llegan hasta el presente.

(Patricio Oliver)

La Guerra de Malvinas no había aún concluido cuando Rodolfo Fogwill empezó a escribir Los pichiciegos, la novela que inauguró un conjunto de relatos sobre el conflicto bélico que, desde entonces, continúa en expansión. «Mientras la prensa imaginaba combates que en las islas no habían sucedido», como destaca el escritor y periodista tucumano Exequiel Svetliza, la literatura planteaba «otra manera de pararse frente a sucesos que signaron nuestra historia». A casi cuatro décadas, la ficción, el ensayo y la crónica introducen puntos de vista y preocupaciones que remueven presuntas certezas y problematizan de un modo nuevo los sucesos.
Después de La llamada (2017), un exhaustivo ensayo en torno al rumor sobre el suicidio de un soldado mutilado en la guerra, el historiador Federico Lorenz prepara la versión definitiva de Las guerras por Malvinas, cuya primera edición se publicó en 2006. El libro discurre sobre las disputas en torno a las memorias del conflicto bélico y, en su actualización, extiende el análisis hasta la actualidad y agrega un capítulo sobre las posiciones de los isleños, «los grandes ausentes en la discusión diplomática», afirma el autor.
La necesidad del contacto directo con los habitantes y la vida actual en Malvinas es una de las perspectivas que abre la producción reciente. En Soñar con las islas. Una crónica de Malvinas más allá de la guerra (2020), el periodista santiagueño Ernesto Picco escribe sobre el terreno a partir de la idea de que el fervor nacionalista encubre un desconocimiento. «No sabemos qué hay en ellas», enfatiza en el libro. «Nos faltan nombres, rastros y conexiones para saber qué ha pasado después de la guerra y qué ocurre ahí realmente ahora mismo».
Federico Gargiulo, escritor y editor residente en Ushuaia, evocó una travesía a dedo por la isla Soledad en Papeles de tierra y mar. Ernesto Picco viajó a Puerto Stanley –«de argentino no tiene nada», dice– después de obtener una beca de la Fundación Gabo, y las entrevistas con residentes y la observación propia le permitieron trazar un análisis sobre cómo la guerra cambió el estatus de los malvinenses desde la óptica británica y favoreció el desarrollo económico de la sociedad local. Si el rechazo hacia la Argentina está presente, Soñar con las islas también detecta una generación un poco menos hostil y más atenta a los problemas económicos y geopolíticos actuales.
Lorenz destaca la dificultad para abordar la cuestión en el marco de la coyuntura política del país. «La discusión sobre Malvinas cayó en un espacio de polarización social. Hay sectores que se creen más habilitados para sentir las islas como propias», dice. Sin embargo, así como instaló el tema ante «la indiferencia social» durante los primeros años de posguerra, la literatura puede ser ahora una forma de desarticular las visiones esquemáticas.
«Hay en la ficción un afán por inquirir en aquello que excede a las explicaciones disciplinarias y academicistas. Otras preguntas, y también otras respuestas a esas nuevas preguntas», dice Exequiel Svetliza, autor de Tras su manto de ficciones, un ensayo sobre la producción cinematográfica y literaria en torno a la guerra que publicará la Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán. «El arte puede aportar una mirada que toque el núcleo duro de las cosas y nos conmueva, en el sentido etimológico: algo que se pone en movimiento dentro de nosotros y que hará que nada quede igual», agrega la escritora Patricia Ratto.
En un acto por el 2 de abril realizado en la escuela secundaria donde trabaja, en Tandil, Ratto escuchó «el brevísimo testimonio de un submarinista que con 19 años había sido parte de la tripulación del ARA San Luis. Había ido a Malvinas en ese submarino, que partió con un motor averiado y torpedos que no funcionaban». Fue el punto de partida para la novela Trasfondo (2010), un título destacado en la literatura sobre el conflicto y ahora también precursor de un tipo de ficción que, más allá de la impugnación por el absurdo de la épica militarista del modelo de Los pichiciegos, hace foco en «la vulnerabilidad, el dolor, la asfixia, la sensibilidad, el miedo» de los jóvenes llevados al frente de batalla. La experiencia de Ratto con Trasfondo es representativa de un modo de acercamiento de la ficción. «Cuando me topé con esta historia y me puse a buscar información, el material que encontré fue escasísimo», recuerda la escritora. «Encima tuve la fuerte sensación de que me enfrentaba a un discurso muy armado, una versión oficial idealizada. No pude evitar pensar que la verdad no estaba ahí, en eso que había leído y se me ofrecía en la superficie». La escritura exigía la ruptura del estereotipo y, como parte del trabajo previo, entrevistó a tripulantes del ARA San Luis.
«La literatura puede meterse en terrenos muy espinosos que las condiciones dadas para la discusión científicas no habilitan. Según un sentido común muy fuerte la verdad está en los libros de historia, pero el asunto es bastante más ambiguo», dice Federico Lorenz, que también abordó el tema desde la ficción. El testigo de los hechos que quería contar, agrega Ratto, resultaba en última instancia «imposible para la historia, para el periodismo, para la filosofía incluso, pero no para la literatura, y eso fue clave para encontrar a mi narrador y su voz».

Ampliación del campo
La guerra de 1982 y sus efectos políticos y sociales señalaron una línea predominante en la producción historiográfica y testimonial. Los libros más recientes parecen apuntar a una dimensión temporal más amplia, como un recurso privilegiado para la comprensión, no solo del conflicto sino, sobre todo, del lugar que ocuparon las islas como parte del pasado argentino.
En Tras su manto de ficciones, Svetliza analiza así la narración histórica de la usurpación británica de las islas en 1833 y los fundamentos del reclamo argentino de soberanía a partir de Las islas Malvinas (1936), de Paul Groussac, al que considera fundante: «Con el ensayo de Groussac emerge en nuestro imaginario la representación de la causa Malvinas como un litigio pendiente de resolución» y la idea de «una nación que se piensa a sí misma como cercenada y que requiere de una parte esencial de su territorio».
Los dos volúmenes de Malvinas, mi casa (2020) son una publicación póstuma de Marcelo Luis Vernet (1955-2017). La obra compila el diario de su antepasada María Sáez de Vernet, esposa del gobernador de las islas Luis Vernet, con apostillas y referencias que se remontan al siglo XV. Los documentos pueden ser leídos «como una clave no belicista para el diálogo y para pensarnos en el futuro en Malvinas», dijo Clara Vernet, hija del autor, al presentar el libro.
«Para comprender cabalmente Malvinas es necesario salirse de ellas, desligarse solo por un momento de la vena patriótica, ya sea argentina o británica, y así poder observar y entender aquello que está fuera de vista, oculto o disimulado», plantea Ernesto Picco. Con ese designio parece escribirse hoy la mejor literatura de ficción y no ficción sobre el tema.

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