Cultura

Arriba el telón

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El Centro Cultural inaugura la temporada con espectáculos de teatro, danza, varieté e infantiles que buscan expandir el debate político. La atractiva cartelera abarca estrenos, reposiciones y ciclos como el de Títeres y Objetos y el Festival del Amor.

Protagonistas. Albeniz (Mientras se vuelan los campos), Fiks (Mala praxis), Chocolate por la noticia, La culpa, Ruggeri y Audivert (Trastorno),  en la renovada programación del CCC. (foto de Fiks: Carlos Furman)

La Ciudad de Buenos Aires funciona como una usina generadora de teatro. Recientemente, el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini dio a conocer las obras que conformarán su cartelera a lo largo de 2020. «Programar implica contactar imaginarios, relaciones entre públicos y productos artísticos», sostiene Juano Villafañe, su director artístico. «Dado que nuestro espacio es un centro de las artes, las letras y las ciencias sociales, consideramos no solo los espectáculos sino también aquello relacionado con el debate político cultural, teórico e ideológico», completa.
El puntapié de la nueva temporada lo da el 11º Ciclo de Títeres y Objetos (del 1 de febrero al 1 de marzo), integrado por cuatro obras para público adulto (Aleluya erótica y Acerca de Discépolo, del grupo Libertablas; Coghlan, de Sergio Mercurio; La sombra diabla, espectáculo de sombras de Ada Dorrego y Marisa Taboada) y cinco infantiles (Chocolate por la noticia, de Mariano Cossa; Liebre, de Daniela Fiorentino y Carlos Peláez; Evitácora, de Ana Alvarado; Con esta lluvia, de Silvina Reinaudi y Carlos Martínez; Paseo para títeres y orquesta, por el Cuarteto Polok y Compañía de títeres Pole Pole).
También en febrero llega el turno del 9º Festival del Amor, que ofrece las siguientes obras: Muñeca brava, de Carlos Pais, con la dirección de Virginia Lombardo; La catedral sumergida, de Enrique Papatino y dirección de Enrique Dacal; Esas cosas que se dicen y son tan extrañas, con dramaturgia y dirección de Macarena Trigo; y Dinosaurios, con autoría de Santiago Serrano y puesta de Gina Piccirilli.
En la cartelera del CCC también habrá reposiciones en febrero, entre ellas Trastorno, una de las más convocantes y aplaudidas de 2019. Autor, codirector e intérprete, Pompeyo Audivert considera que la pieza «establece la cuestión de la identidad como tema en una familia del poder. Y su mérito radica en que lo hace cruzando lenguajes constitutivos de nuestra identidad teatral, como lo son el sainete, el grotesco, el realismo rioplatense y hasta el circo criollo; pero también inscribe en su trenzada de lenguajes un nivel que es puramente instrumental y a la vez profundamente temático, no ya de las cuestiones aparentes de las que trata la obra, sino de la teatralidad misma: la cuestión de la identidad como asunto poético metafísico».
Otros de los espectáculos que volverán en la primera mitad del año serán La culpa, A la izquierda del roble, Rojos globos rojos, Poemas y canciones en la multitud y Mientras se vuelan los campos. La escritora y codirectora de la última, Raquel Albéniz, sostiene que «la obra tiene un anclaje duro que remite a la gente que vive en los campos chicos y que se somete a los designios de la naturaleza cuando el hombre la fuerza y no la respeta». El paisaje apocalíptico que presenta no excluye toques de comicidad. «Los espectadores se sorprenden y emocionan cuando los recibe el campo planteado con humor», sintetiza Albéniz.  
En cuanto a los estrenos, este año habrá material para todos los gustos, desde grandes clásicos hasta propuestas de dramaturgos contemporáneos. Como parte del ciclo Siglo de Oro Español, se repondrán La discreta enamorada y El lindo Don Diego y en mayo se estrenará La celosa de sí misma, de Tirso de Molina, todas con dirección de Santiago Doria. El teatro antiguo tendrá su espacio destacado, con la presencia de una obra de Aristófanes: Asamblea de mujeres, con puesta de Mariano Dossena y estreno previsto para agosto.
Podrán verse también en agosto una versión de Mauricio Kartun de El zoo de cristal, clásico de Tennessee Williams dirigido por Gustavo Pardi; A veces, por la noche, con dramaturgia y dirección de Pablo Bellocchio, en mayo; La tempestad de Lear (versión libre de Christian Forteza y Daniela Rizzo sobre El Rey Lear); Trilogía Müller, compuesta por tres piezas del dramaturgo Heiner Müller y dirigidas por Guillermo Heras, en septiembre, lo mismo que Escarabajos, de Pacho O’Donnell, con dirección de Hugo Urquijo; Damas bravas, de Alfredo Allende y por la Compañía Síndrome de Eureka; y Ausente (el otro lector), con libro y dirección de Mariano Saba.

Para todo público
En el CCC también habrá lugar para nuevos cruces con la literatura nacional, como propone Confesiones de un escritor, dedicada a Haroldo Conti, con dramaturgia de Juano Villafañe y dirección de Manuel Santos Iñurrieta, quien también estrenará su obra Los Minimax y el cazador de talentos, hacia el mes de abril.
En una línea similar a La culpa, de David Mamet, Mala praxis es una obra escrita y dirigida por el reconocido Lisandro Fiks que propone una indagación sobre un caso judicial y sus derivaciones éticas. «Con esta obra intenté plasmar mis dudas con respecto a lo que son el derecho y la medicina, no criticando ni defendiendo, sino teniendo en cuenta que los humanos caemos en manos de “profesionales” y de ellos depende nuestra salud, por ende nuestra vida y nuestro destino. Y eso genera un conflicto», plantea Fiks sobre la pieza que se estrenará en septiembre.
Dentro del terreno humorístico, a lo largo del año el varieté encontrará a varios de los principales animadores de la escena local: Spassiunatamente, con dirección de Seba Berenguer; La Kermesse de los malditos, con puesta de Claudio Gallardou; Puré de nervios, de y por Sergio Lumbardini; Dos bacalaos noruegos, con dirección de María Rosa Frega; Digitales anónimos, coescrita y dirigida por Gabriel Wolf; 24 de septiembre casi casi primavera, con dirección de Silvia Kanter y Caro Setton; y el ya clásico Muchas pelucas para un solo calvo, de Pedro Cano y Eduardo Calvo.

Clásico y moderno
Las propuestas para el público infantil abarcan tanto aquellas que llevan años en cartel (Chocolate por la noticia, Liebre, La que tiene coronita, Martino Gomaespuma, Un ovillo con pelusa y Yatencontraré) como las novedades de la temporada: La luna como testigo (de y con Adriana Sobrero), Moby Dick (adaptación a cargo de Ariel Varela y Juan Manuel Benbassat), Montaña hoguera (con dirección de Ignacio Huang) y Mundo Bilina (de Omar Álvarez).
Antoaneta Madjarova, responsable del área, señala que «el impacto que genera el arte en les niñes es muy fuerte, porque les estimula a nivel emocional, despertando la creatividad, la sensibilidad y la reflexión. El arte es una importante fuente de conocimiento, desarrolla la capacidad de imaginar y de pensar incorporando valores. Nos interesa la respuesta de nuestro público. Nuestro contacto con les niñes, les padres y les docentes es permanente. Es un trabajo de ida y vuelta porque nos sugiere ideas, nos corrige, nos ayuda a comprender y a conocer el mundo de les niñes».
Todas estas propuestas entablan un diálogo directo con el público. Así lo entiende Villafañe, para quien el espectador del Centro Cultural «demanda una programación, pero a su vez se la reapropia». Y agrega: «Es interesante reconocer que hay un público que hemos coayudado a formar en un lugar que tiene una tradición cooperativa. Y el movimiento cooperativo, que asocia relaciones históricas en lo social, en lo político y en lo económico, vuelve a encontrar una experiencia artística y cultural de manera directa».

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