Cultura | CARNAVAL URUGUAYO

Arte popular y política

Tiempo de lectura: ...
Washington Uranga

Todos los veranos, en el país vecino se celebra la fiesta «más larga del mundo». El pueblo sale a la calle y expresa, con críticas, música y bailes, las peripecias en la vida cotidiana.

40 días. El carnaval denuncia distintos problemas sociales con humor, picardía y un lenguaje que puede ser entendido por todos.

Foto: Ernesto Ryan

Los uruguayos se ufanan de tener «el carnaval más largo del mundo»: son 40 días durante los cuales los diferentes conjuntos recorren cada noche distintos escenarios que antaño eran tablados improvisados en las esquinas de los barrios y hoy suelen ser clubes, organizaciones o instituciones. Es más, ese tiempo se puede alargar si las inclemencias del tiempo obligan a suspender algunas de las presentaciones, que siempre son al aire libre. Este año, el carnaval se inició el 23 de enero con el desfile de todas las agrupaciones a lo largo de 18 de Julio, la tradicional avenida de la capital uruguaya, y cerrará formalmente el 4 de marzo. El sábado 8 de febrero fue el turno del «desfile de llamadas», por la calle Isla de Flores, protagonizado por las «Sociedades de Negros y Lubolos», expresión del candombe, una mezcla de ritmos africanos y criollos.

En Uruguay, en particular en Montevideo, el carnaval es la fiesta más popular, con una historia que se remonta a los tiempos coloniales, aunque en el siglo XIX las características eran de «guerra callejera», muy diferentes a los desfiles organizados y los escenarios prolijamente dispuestos en la actualidad.

Las murgas, que este año son 22, son el centro de la atención por el mensaje político inserto en sus canciones y porque –según muchos– recogen el sentir de la vida cotidiana del pueblo. Las «Sociedades de Negros y Lubolos», según la nomenclatura oficial, que son incluso más antiguas que las murgas y que en un momento solo expresaban a la población negra, siguen siendo, a través del canto y la danza, la manifestación de la rebeldía de una población que llegó hasta el Río de la Plata en condición de esclavitud. Los tambores, las banderas, el ritmo y el baile dan vida al candombe oriental. También hay otros géneros: humoristas y parodistas que este año completan 42 agrupaciones. Hoy la presencia femenina es destacada y protagonista en la fiesta del carnaval, en todos los roles y en conjuntos que, hasta no hace tanto tiempo, estuvieron integrados solo por varones.

Para Montevideo, además de un acontecimiento cultural y político, el carnaval es también un argumento turístico que atrae a muchos extranjeros que organizan sus vacaciones para no perderse las festividades. Así, lo que nació como una expresión popular y espontánea se ha profesionalizado: las agrupaciones tienen dueños y se invierte mucho dinero durante el año en la preparación de los espectáculos: maquillaje, vestidos, escenografía y contratos de figuras de la canción y del teatro que se incorporan a los diferentes conjuntos. La Intendencia de Montevideo (la municipalidad) auspicia y propicia la actividad, pone recursos para la promoción y organización y realiza un concurso para premiar a los mejores.


Actualidad
Pero la fiesta carnavalesca sigue siendo arte popular y nada conspira contra los coros afinados, voces atildadas, buenas ejecuciones musicales sin transgredir el género, libretos con picaresca, vestuarios coloridos y creativos, y cuidadas puestas en escena que acompañan las presentaciones.

Las murgas llevan el peso de expresar el sentir popular en la crítica de la actualidad a través de una rutina que transita entrada, cuplé, salpicón, popurrí y canción de retirada, mediante un coro de 13 voces acompañado por una «batería de murga» (bombo, platillo y redoblante) y bajo la batuta de un director o directora.

En letras y canciones emerge una síntesis crítica de la política, de las peripecias en la vida cotidiana, pero también los deseos y las aspiraciones de las personas. Inseguridad, salud, empleo, problemas sociales, incertidumbres personales, la adolescencia y hasta el uso de las aplicaciones y la inteligencia artificial aparecen en los repertorios. Es una práctica satírica de denuncia con humor y picardía mediante un lenguaje que pueda ser entendido por todos.

Daniel Vidart (1920-2018), historiador y escritor uruguayo, escribió que «el carnaval, al denunciar las mentiras convencionales y las crueldades secretas del “establishment” constituye una expresión contestaría y revolucionaria».

Nos Obligan a Salir, murga campeona en 2024, decidió no participar este año. Tampoco están Los Diablos Verdes, aunque sí otras de gran historia como Curtidores de Hongos, fundada en 1912, y la Nueva Milonga, creada en 1952. También está Araca la Cana, conocida por el público argentino por sus giras por el país, aunque no aparece Agarrate Catalina, otro conjunto que visita asiduamente escenarios argentinos.  Este año debutaron Con Gusto No Pica, Sorda de un Oído y Jorge.

El 2024 fue año de elecciones en Uruguay y la campaña electoral y sus protagonistas se convirtieron en comidilla para la sátira murguera. Como cantó Con Gusto No Pica: «Con la ironía del bufón que no sabe de censuras». Para criticar con dureza al Gobierno del presidente saliente, Luis Lacalle Pou, y –sin disimular alineamientos de izquierda– para adelantar demandas para el Frente Amplio y el presidente electo Yamandú Orsi. En general, los letristas reflejaron este 2025 un clima de expectativas políticas y sociales positivas frente al nuevo Gobierno que asumirá el 1 de marzo. La debutante Jorge hizo un canto a la esperanza y la utopía sin descuidar una sátira a la realidad del sistema educativo. Pero Sorda de un Oído solo escenificó un espacio donde desahogar las culpas que tituló la «fiesta de los culpables» y La Venganza de los Utileros inventó «el club de las excusas», un servicio que transforma los pretextos en realidad para que no sea necesario mentir, sin importar que para ello haya que «matar» a un familiar o simular una inundación. En el límite entre el drama cotidiano y la política, Gente Grande retomó un tema central de la campaña electoral para proponer humorísticamente la idea de «legalizar el delito» como forma de resolver los problemas de inseguridad. Tampoco faltaron ácidas referencias para Milei, Bukele y hasta Maduro, a lo que se sumaron denuncias sobre las guerras en el mundo y por el genocidio del pueblo palestino en Gaza.

Una agenda política y ciudadana enraizada en el arte popular y sintetizada en el carnaval.

Estás leyendo:

Cultura CARNAVAL URUGUAYO

Arte popular y política

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.