12 de febrero de 2014
En el circuito de librerías porteñas, varias se destacan por sus propuestas novedosas y originales. El rol de los vendedores como nexos entre los autores y los lectores.
Cientos de ejemplares se publican con la esperanza de encontrar lectores. En tiempos de vértigo digital y alza en los precios, algunos libreros de la ciudad de Buenos Aires plantean nuevas y nutritivas estrategias. Lilith Libros, por caso, decidió aprovechar la vereda: una explosión de portadas ocupa el vidrio del frente y, cada día, un menú literario distinto se dibuja con tiza sobre una pizarra. Según explica Andy Andersen, «el menú es algo así como el librero a la calle, maridando libros en base a una temática o improvisando». Federico Brollo, quien lo acompaña en la tarea, agrega: «Comenzó con la idea de llamarles la atención a los que pasan por la puerta y, también, para interactuar de otro modo; sacar el Facebook a la calle. Empezó siendo una broma por comparación: las fondas ofrecen sus platos con un cartel, invitan a pasar. Y nosotros teníamos libros, que son otro modo de alimentarse». Andersen refiere que «la vidriera surgió a fuerza de necesidad: llegué una tarde y me puse a pegar muchos libros». «Una vez que viste esa vidriera, no te la olvidás», agrega Brollo.
Pablo Braun está al frente de Eterna Cadencia, librería ubicada también en Palermo. «Siempre la pensé como un “pequeño centro cultural literario”. No quería que fuera sólo un negocio a la calle, sino que la gente venga también a hablar de libros, a encontrarse con otros lectores, escritores y actores del mundo editorial», define. «Me pareció fundamental crear un espacio como el bar, y pensé ese mismo lugar como ámbito para presentaciones y lecturas».
Desde 2008, Eterna Cadencia es además el nombre de un sello editorial. «Surgió de ver entrar cajas con libros de otras editoriales a la librería y sentir una sana envidia por poder editar», cuenta Braun. Actualizan, además, un blog donde se publican reseñas, notas y un ranking semanal de ventas. «Logramos hacer un pequeño medio de comunicación referido a libros», completa Braun.
Iván Moiseeff, escritor y editor del sello Clase Turista, agrega: «Eterna Cadencia no funciona sólo como una librería, sino que construye todo un ecosistema literario que va desde un espacio destacado para nuevos escritores y sellos hasta toda una serie de actividades que impulsan esas lecturas: charlas, encuentros, ferias e incluso un medio, como es su blog, uno de los radares más extensos y calibrados sobre lo que pasa en la literatura argentina contemporánea. Me gusta mucho ese trabajo de rodear a los libros de experiencias que estimulen su lectura. Otro formato interesante es el de Librería Mi Casa: vas a la casa de una chica a comprar un libro, te sentás en un sillón, la charla casual se prolonga, dispara lecturas y el deseo de conocer otros textos».
Se refiere a Mi Casa, el proyecto de la escritora y editora Nurit Kasztelan. Ella lo define como «una librería atípica porque, literalmente, funciona en una casa. Sólo pueden entrar los conocidos o amigos. Para el resto funciona como una librería virtual y se pueden pasar a buscar los libros por la puerta. También hacemos envíos», narra. Su estrategia es la intimidad y el trato particularizado. «Nos gusta recomendar libros. Por un lado, están los que nos gustaron mucho y nos parece que estaría bueno que todo el mundo leyera. Y, por el otro, recomendamos de forma personalizada, en base a las preferencias de cada lector», explica Kasztelan.
Existen también propuestas que integran el placer de la lectura con las actividades propias de un centro cultural. Es el caso de Antígona, la librería ubicada en una zona medular del CCC Floreal Gorini, donde también funciona un bar. Los espectadores que asisten a alguna de las obras teatrales, los asistentes a las muestras de artes plásticas o a las conferencias que forman parte de la programación habitual se pueden detener frente a alguna de las mesas o las bibliotecas para consultar las novedades o clásicos de autores locales o extranjeros que allí se exhiben.
Víctor López Zumelzu es un escritor nacido en Chile que actualmente reside en Buenos Aires. Trabajó como librero en Metales Pesados, una de las librerías más importantes de Santiago. «En Argentina hay libreros bastante más especializados que en Chile. Muchos de ellos te guían en lecturas, te proponen nuevos autores: eso marca una diferencia abismal. También veo a las librerías de acá mucho más comprometidas con sus autores y lectores. No es raro encontrar lanzamientos de libros, talleres o lecturas de poesía en las mismas librerías, lo que casi las transforma en centros culturales».
—Valeria Tentoni