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Autoras en expansión

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Mientras la obra de Mariana Enríquez, Leila Guerriero y Samanta Schweblin se traduce al inglés y llega a las librerías extranjeras, una nueva camada de mujeres se abre paso con sus novelas, cuentos y poesías. Origen y perspectivas del fenómeno.

Consagradas. Los libros de Guerriero y Schweblin llegan a Estados Unidos y Gran Bretaña. (izq. Télam, der. Alejandra López)

En 2017, las autoras argentinas pisan fuerte. De acuerdo con el pronóstico editorial de este año, la probabilidad de tormenta femenina excede el territorio nacional y alcanza al hemisferio norte. Por un lado, en nuestro país, una gran cantidad de jóvenes escritoras debutarán con la publicación de su primera obra, en formatos que van desde el cuento y la novela hasta el cómic y la poesía. Mientras tanto, tres consagradas coparán las bateas del exterior: Mariana Enríquez, Leila Guerriero y Samanta Schweblin son traducidas y distribuidas en Gran Bretaña y Estados Unidos, un país donde, según estimaciones de la industria del sector, se lee apenas un 3% de literatura extranjera. Cuatro mujeres que escriben y editan opinan sobre lo que, según algunos pronósticos, puede ser el suceso editorial del año.    
«Es un gran logro y un gran golpe de suerte», define Schweblin desde Berlín, donde reside actualmente. Halagada por la buena compañía que tendrá en las mesas de las librerías estadounidenses, la autora de la nouvelle Distancia de rescate (traducida como Fever Dream), considera que es un excelente momento para las mujeres en la literatura argentina. «Me encanta que se haya dejado de contar con los dedos cuántas mujeres hay o no hay en una mesa literaria o en una antología, y al fin seamos mayoría por la calidad de lo que se está escribiendo», apunta. Algo de eso hay. En lo que va del año, ya se anunció que al menos 10 mujeres novelistas, poetas, cuentistas y dibujantes publicarán su primer título. Y la cifra final puede aumentar en los próximos meses.
Para la editora y crítica cultural Tamara Tenenbaum, la calidad de las obras de autoras que alcanzan a ser editadas por los grandes sellos tiene que ver con que «en la literatura, como en casi cualquier oficio, las mujeres nos tenemos que esforzar el doble para que nos presten atención. Por otra parte, eso hace que las que “llegan” sean en general muy buenas». La periodista –que además publicó este año, en la editorial independiente Pánico el Pánico, Reconocimiento de terreno, su primer libro de poemas– también apunta otro desafío: todavía existen algunos géneros, entre los que se encuentra la autoficción, que son vistos con desdén por los editores cuando los producen mujeres. «Parece que si sos varón no necesitás ser conocido para hablar de tus noches y tu vida y tus relaciones sexuales, pero tenés que publicar diez libros buenísimos sobre otras cosas siendo mujer para que te dejen hablar de tu primera menstruación», dice.

Originalidad y profundidad
Entre las mujeres que debutaron editorialmente este año también está Inés Kreplak, autora de la novela Confluencia, que se publicó a través de Alto pogo. «En la Argentina hay excelentes autoras de narrativa, de teatro, de no ficción y de poesía, siento que es un muy buen momento para las mujeres, en general», afirma. En ese marco, subraya, son fundamentales las acciones que pueda articular el Estado en un mercado que, como los demás, tiende a la concentración. Y como un plus no menor, en el contexto de una economía con goteras. «Me pregunto qué ayuda y qué apoyo les están dando a las editoriales pequeñas y medianas para que puedan garantizar la bibliodiversidad, la emergencia de autores nuevos y un mercado de lectores con suficientes ingresos para poder comprar esos libros. Esas son hoy mis principales preocupaciones».
En la misma sintonía, el primer libro de cuentos de Celina Abud, Alguien con quien hablar (Crack-up), vio la luz recientemente. A nivel local, Abud destaca los éxitos comerciales de Romina Paula, pero también apuestas muy novedosas que sobresalen por su originalidad, como Estrógenos, de Leticia Martin, que ocurre en un futuro en el que los hombres pueden parir; o Fiestas sísmicas, de Rocío Cortina, que se anima a barrer con los lugares comunes asociados con la familia, el incesto, el aborto y la maternidad. Y, a modo de cierre, ensaya un diagnóstico: «Se necesita de una profundidad de rasgos femeninos en tiempos en lo que todo parece efímero. Y muchas autoras talentosas vienen a llenar ese espacio».

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