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Aventuras renovadas

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La tradición del género se actualiza con relatos que transcurren en el interior bonaerense o en parajes de Ushuaia o la Puna, lo mismo que con heroínas que ya no se enfrentan con monstruos sino que libran batallas cotidianas contra el machismo.

Viñetas. Lucy Niestra, Zoila Zombi, Los Otros y Kintari, exponentes de la tendencia.

Estamos en un re buen momento de la historieta de aventuras», asegura Manuel Loza, dibujante y docente del mundo de las viñetas. Si se traza un panorama hay que darle la razón. En cualquier itinerario de títulos y autores enseguida se desborda la lista: veteranos como Horacio Lalia o Quique Alcatena persisten en la aventura, pero se suman a la legión jóvenes destacados como Juan Sáenz Valiente, Ignacio Minaverry, Paula Andrade, Luis Roldán, Paula Suko o el propio Loza, entre muchos otros. En cualquier listado anual de recomendados aparece alguna variante del género, aunque a veces sea disimulada como «historieta de autor».
Una línea de análisis ya clásica en torno a la obra de Héctor Germán Oesterheld y su Eternauta, señala que uno de sus méritos consistió en traer la aventura a territorios conocidos. A Buenos Aires, concretamente. Esta lectura de Carlos Trillo y Juan Sasturain exige algunas salvedades: la historieta gauchesca, tan popular a mediados del siglo pasado, ya transcurría en las pampas. Tampoco hace falta ambientar el relato en el país para que sea profundamente argentino. El Almer de Loza, por ejemplo, es un caballero artúrico con conciencia de clase que, en ocasiones, parafrasea a Juan Domingo Perón. Sus aventuras con dragones y espadas no podrían haber sido escritas en otro lado. «A veces la identidad no es dónde transcurre la acción, sino ser consciente uno como autor de quién sos y de dónde venís, después lo otro aparece solo», reflexiona Loza.

Otros escenarios
La historieta argentina actual es amplia y variada. Si Loza y otros (como Conz Oroz en su reciente Sejmet o el trío Barreiro-González-Anastasia en Kintari) llevan la peripecia a otros paisajes, tampoco faltan quienes hacen del país su escenario. Suko (Sukermercado) lleva a la Puna una venganza femininja. O los libros de BlupInk Ediciones, que se caracteriza por la publicación de historias que ocurran en provincias argentinas: Zoila Zombi en el interior bonaerense o los caminos pampeanos, Ushuaia en El faro del principio del mundo o la detective sobrenatural Lucy Niestra, quien se adentra en los sueños de los santafesinos. «Me di cuenta de que era una idea súper obvia pero que no se había hecho nunca, porque aún en Hora Cero con El Eternauta no estaba ambientado exclusivamente en Argentina», explica su editor, David Rodríguez. «Es un nicho que faltaba, me interesaba hacerlo sin caer en el cliché de que es argentino solo si habla de pueblos originarios o gauchos: quería mostrar otro tipo de aventuras».
En ese «mostrar otro tipo de aventuras» se cifra otra clave del presente de la historieta argentina, que cuenta entre sus virtudes el haber ampliado las posibles definiciones del término. Así opina la investigadora Judith Gociol (co-responsable del Centro Nacional de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional). «Apareció en un ámbito más doméstico, una aventura más chiquita que quizás es resabio de lo autobiográfico», reflexiona. Ese otro género, tan en boga a comienzos de este siglo, impactó en los relatos más recientes. «No es la definición de “aventura” en el sentido clásico, no son las novelas de Salinas, pero en Padre abrumado, de Iñaki Echeverría, hay una aventura en el transitar lo cotidiano. Y lo mismo pasa con muchas de las mujeres que enfrentan los avatares de la cotidianeidad, como el machismo, que salen obligadamente a enfrentar algo y pelean batallas que no necesariamente son contra los monstruos de siempre», plantea Gociol.
Entre tantas redefiniciones, la aventura no deja de ser territorio para lo inexplorado y lo inesperado. Por eso sigue tan emparentada con géneros como el terror y autores como Salvador Sanz (Nocturno, Angela Della Morte) lo aprovechan con frecuencia. «La aventura sigue necesitando de lugares perdidos e inexplorados», afirma. «Mis historias vienen de esa fuente tradicional, pero después tengo que reinventarme y ponerles elementos modernos».

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