9 de diciembre de 2025
Surgido en La Plata, el Sindicato Argentino de Boleros se abre camino en la escena actual con su propuesta de música latina apta para todo público. Origen del proyecto y disco debut en camino.

Fiesta caribeña. El grupo a pleno, con el público que todos los miércoles asiste al Club Ateneo Popular.
Foto: Prensa
A metros nomás del Club Ateneo Popular, en el barrio Hipódromo de la ciudad de La Plata, ya desde el adoquinado de la calle se oye un rumor que no cesa. Es una música caribeña, latina. De baile encendido o también lento. Puede ser un bolero, un cha cha cha, una rumba. Entre tanto, en el hall de entrada, sobre el cofre vidriado del matafuego, una foto de Osvaldo Pugliese custodia a todos: los recién llegados, los que hacen fila en la barra, los que ya están en la sala escuchando y bailando. El Sindicato Argentino de Boleros avanza a toda máquina.
Como toda historia que encuentre al bolero en su punto medular, el comienzo tiene a dos en huelga de amores con una idea más o menos fija: un ciclo musical a mitad de semana, con Amor de Miércoles como nombre sugerido. Clarinetista y fundador del Sindicato, Uriel Fernández hacía un tiempo que estaba metido con unos discos de La Sonora Santanera, Franco Palacios, Eydie Gormé. «Siempre me había quedado en el tintero la posibilidad de hacer algo que tuviera que ver con el género», cuenta. Así, todo fue decantando solo, con el bolero y otros ritmos lindantes a la cabeza.
«Es una música universal que atraviesa edades y en cada lugar tiene una búsqueda y un recorrido diferente, una riqueza. Un poco lo que intentamos con el Sindicato es que sea una propuesta ecléctica, tanto en lo musical como en lo artístico. Que pueda mostrar un trío tipo Los Panchos pero también una orquesta tocando salsa o cumbias. La premisa no es solamente replicar un formato determinado, sino, además, reafirmar una búsqueda y una identidad», define.
El nervio inicial fue madurando: se reclutaron los integrantes, se pensó un incipiente repertorio, se conservó el nombre del ciclo. Primero fue en un bar de esquina, luego en una sala más amplia y finalmente en un club de barrio. El ciclo tiene gran convocatoria en La Plata y también cuando recala en otros puntos, como la Ciudad de Buenos Aires. El próximo jueves 4 de diciembre será el turno del patio del C.C. Konex. El programa ya clásico incluye barra a precios populares, clases de baile en la previa, una DJ y el gran momento del show, que siempre ocurre en dos tandas.
En cada aparición del grupo que rinde culto a las canciones de amor y desamor, siempre hay invitados o invitadas. Entre otros, ya pasaron Julieta Laso, Daniel Maza, Luciana Jury, Juan Falú, Fraxu, Mel Muñiz, Sofía Viola, Los del Fuego, Sara Hebe y más. Así, en clave de encuentro, el público es variopinto y de todas las edades, entre profesionales, estudiantes, compañeros de trabajo, parejas, solitarios, curiosos, colegas músicos, jubilados. Como en alguna época de antaño, el baile convoca a la comunidad, al encuentro a escala humana.
A fin de cuentas, se trata de un sindicato. Sobre ese punto, Fernández señala que «desde el principio la idea fue la de un ciclo semanal de miércoles, con precios populares y con artistas invitados y con esta formación de orquesta y clase de baile». El tecladista Eugenio «Colo» Demarchi también está desde el comienzo del proyecto y comenta que «la premisa fue boleros y baladas, pensando en que esté el ritmo lento y bailable, pero también algo más arriba, como la cumbia y la bachata. La idea siempre fue que sea un ciclo, aunque después fue mutando».
Canturreo sentimental
Las interpretaciones abarcan no solo esa variedad de géneros, sino también de épocas y estilos: Celia Cruz, Rubén Blades, Agustín Lara, La Sonora Matancera, Chico Trujillo, Mel Muñiz, Los Chunguitos.
Hasta se cuela alguna interpretación del rock local, como Los Redondos o Soda Stéreo. «Lo que venimos buscando es que aparezca una amalgama del sonido. El repertorio se arma de acuerdo a los lugares donde tocamos. Una cosa son los ciclos de los miércoles y otra cosa es un show en una sala como Bebop, más para la escucha», dice.
La sonoridad del Sindicato, agrega, «es ecléctica, una búsqueda de fusión entre un sonido orquestal clásico y uno moderno. Que no abrume pero que tampoco pierda el swing. Intentamos que no se cierre y todo el tiempo vamos buscando». El grupo cuenta con algunos arregladores o músicos que aportan lo suyo ocasionalmente, pero que no forman parte del proyecto. Entre tanto, están grabando lo que será su primer disco.
Cuentan que incluirá interpretaciones de temas clásicos y no tanto, además de composiciones propias. Una síntesis, un puntapié para seguir afinando y ampliando el repertorio y el sonido. Hoy día la agrupación está conformada por dos bailarines, un productor y diecisiete músicos que dan cuenta de una paleta tímbrica amplísima: tres voces, guitarras, bajo, batería, percusión, piano, vientos (clarinete, saxo, trompeta, trombón), cuerda (violín, viola, violonchelo) y coros.
Gala Giambelluca cuenta que «el desafío es sonar con presencia, tomar decisiones, acompañar. La orquesta es una máquina grande sonando, pero no creo que estén atrás: yo soy un instrumento más. Y creo que el desafío para mi radica en ser frontwoman, la parte del show, qué se ve, cómo me muevo, el espacio escénico». Por todo, el Sindicato sigue haciendo sonar su canturreo sentimental. La banda de sonido para el amor en estos tiempos tan raros.
