Cultura

Banda sonora

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De Yupanqui a Fito Páez, de Los Redondos al Dúo Coplanacu, del Himno Nacional a la cumbia. Diferentes nombres y géneros atraviesan a dos libros que llevan, cada uno a su manera, la música popular al terreno del ensayo político y sociológico.

 

Qué cosas se depositan en una canción? ¿Qué elementos pueden rastrear o hallar, en ellas, los escuchas? La historia, sus devenires, la política, la idea de patria, de nación: ¿están más o menos explicitados allí, en ese formato popular de tres o cuatro minutos? Algunas de estas preguntas, y otras tantas, son las que de alguna manera pueden encontrarse más o menos resueltas en la reciente edición de dos libros que encuentran algunos puntos en común. Y uno de ellos es entender  la música como otra forma de pensamiento.
Desarma y sangra (Editorial Casanova) reúne una serie de ensayos que Cecilia Flachsland, docente y licenciada en Comunicación, fue publicando en diferentes medios. Todos (a excepción del dedicado a Manu Chao) giran en torno al rock argentino y a los rasgos identitarios que se pueden encontrar allí. Así, visto en su totalidad, el libro plantea un recorrido histórico: desde el primer texto, donde aborda el Himno Nacional como canción fundante y la forma en que puede leerse la versión de Charly García, pasando por el origen del rock «nacional», la década del 70, la dictadura, Malvinas, Los Redondos, Virus, los 90 y Cromañón, hasta llegar al kirchnerismo. «Tal vez la idea central del libro sea la pregunta de cómo una música que nace con la ilusión de superar las fronteras y de oponerse a la cultura de los adultos termina convertida en una de las músicas de la patria», define la autora. Y agrega que eso habilita a preguntarse «hasta qué punto una estética modernista como la del rock es capaz de pensar los desgarramientos, los conflictos de una cultura como la nuestra. Y otra pregunta fundamental: qué tipo de sujeto popular se escucha en el rock, cómo pensar ese sujeto teniendo en cuenta que se trata de una música que interpela básicamente a los jóvenes, que nace con una mirada generacional». El libro plantea, además, al rock como otra de las músicas populares del país, junto al folclore y al tango.
Composición libre. La creación musical argentina en democracia (edulp) tiene a Sergio Pujol –figura clave entre los periodistas y críticos culturales y musicales– como compilador. El volumen reúne siete breves ensayos y cada uno recoge un género musical en particular. Así, entre otros, Martín Graziano se ocupa de Fito Páez, entendiendo al músico rosarino ya no solo desde el rock, sino desde la canción popular misma; Gabriel Plaza emparenta al Dúo Coplanacu con Los Redondos por su manera independiente de pertenecer al circuito folclórico; Berenice Corti se encarga de Escalandrum, grupo clave del jazz local; y Pablo Semán, en uno de los puntos más altos del libro, ubica a la cumbia como un género más a la hora de entender el panorama musical de la Argentina, dejando de lado su histórica proscripción.
«El texto de Semán es muy bueno, no solo porque aborda el tema de la cumbia legitimándola como música argentina, sino porque implícitamente discute con las apreciaciones del género como emancipador de los sectores populares o, en su defecto, como víctima de la estigmatización social. Al indagar en su recorrido histórico, con adscripciones a las clases populares pero no solo a ellas, Semán nos muestra un panorama más matizado y complejo, en el que son posibles diversas escuchas de lo “tropical”», amplía Pujol. «Composición libre es un trabajo que trasciende la descripción del campo musical sin caer en los riesgos de una dispersión contextual, por decirlo de algún modo. Por lo pronto, la idea de reunir textos donde la clave de acceso ha sido la palabra “democracia” exigió a los autores el esfuerzo de poner la historia musical en diálogo con la historia del país», apunta Pujol.
Dos libros imantados por el objetivo de entender cómo los rastros políticos, sociales, culturales se pliegan en la canción; cómo las peripecias históricas se cuelan en los modos de producción y de escucha, ampliando la banda sonora de estas tierras.