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Barrio latino

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Ficciones argentinas. Dos disparos, de Rejtman, una de las películas proyectadas. (Prensa Dos disparos)

Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción casi biológica». Con esta frase que les dijo Salvador Allende a cientos de alumnos de la Universidad de Guadalajara en 1972 comenzará, como todos los años, el festival Cinelatino de la ciudad francesa de Toulouse. «En esta 27° edición el eje central es la adolescencia, esa edad donde todo es posible. Una temática muy presente en el cine latinoamericano de los últimos años, tan marcados por esas nuevas camadas de jóvenes realizadores que irrumpieron a mediados de la década del 90», explicó la presidenta honoraria del festival, Esther Saint Dizier.
Saint Dizier habla un castellano perfecto, ya que es hija de uno de los 440.000 republicanos españoles que se refugiaron en el sur de Francia durante la Guerra Civil, y que hicieron de Toulouse una suerte de capital propia. El festival nació de un colectivo de cinco asociaciones de izquierda francesas que venían trabajando con los exiliados de las dictaduras latinoamericanas, y que a principios de los 90 decidieron continuar su tarea solidaria «porque había muy poca difusión en Europa del cine de esa región, de esa realidad y ese imaginario tan fuertes de los pueblos latinoamericanos», aclara Saint Dizier.
Cuando en 1989 aquel grupo de «gauchistas» apagaron por primera vez las luces de un pequeño cine de barrio popular para ver 4 películas latinas, ninguno imaginaba que 27 años después esa utopía se materializaría en 170 films y más de 52.000 espectadores. La presidenta del festival resaltó también que «gran parte de eso se pudo lograr gracias a ese particular “nuevo cine argentino” de los 90, cuando nos dimos cuenta de que algo importante ocurría en el país que producía esas películas, que fueron toda una primicia para Europa por su lenguaje innovador y sus temáticas diversas».
Si por aquel entonces el disparador para acercar y difundir los films americanos inéditos en Europa fue la película Bolivia, de Adrián Caetano, este año la presencia argentina también se sintió entre el 19 y el 25 de marzo. Entre los 12 largometrajes de ficción en competencia estuvieron Si je suis perdu, c’est pas grave, de Santiago Loza; Mariposa, de Marco Berger y Dos disparos, de Martin Rejtman. También se pudo ver el documental Después de Sarmiento, de Francisco Márquez. Crónica de un niño solo, de Leonardo Favio, abrió la retrospectiva «Adolescencia: la edad de los posibles», mientras que Betibù, de Miguel Cohan, Relatos Salvajes, de Damián Szifron y La Salada, de Juan Martin Hsu, también se proyectaron en varias de las salas del festival. En la sección especial «Panorama tango», conformado por el Pichuco, de Martín Turnes y La Cumparsita, de Antonio Momplet, se recordó que el más famoso de los argentinos habría sido en algún momento francés: cuando en esa misma ciudad, pero hace exactamente 125 años, nacía Carlos Gardel.

Andrés Criscaut
(Desde Francia)

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