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Basada en hechos reales

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Alejandro Lingenti

Entre el documental y la ficción, los casos criminales que conmueven a la opinión pública sirven de materia prima para series como Nisman y Carmel y películas como Nahir

Enigma. Zenere consigue encarnar el misterio que rodea a Galarza.

Los casos criminales han sido siempre un gran anzuelo para el público masivo. La crónica policial es un área poderosa dentro del periodismo porque el morbo que suelen despertar las historias atraviesa rangos etarios y clases sociales. Y en la era de las plataformas de streaming, esa tendencia se profundizó: a la mayor parte de la audiencia le interesa especialmente los documentales y las ficciones (sean series o películas) que en esta época se suelen englobar en la categoría «true crime» (crimen real).

Este fenómeno, que se ha venido consolidando en los últimos diez años, nació de la mano del suceso de miniseries como The Jinx y Making a Murderer, del impacto calculado de los diez capítulos de American Crime Story: The People vs. O.J. Simpson y de la reafirmación de la eficacia de la fórmula de proyectos como Mindhunter (ficción basada en un estudio real del FBI) y la impactante El caso Watts: El padre homicida.

Es en ese marco que aparece una producción como Nahir, apuesta de Amazon Prime Video en torno a un caso que produjo mucho revuelo mediático desde su explosión en diciembre de 2017 con la muerte de Fernando Pastorizzo, asesinado por Nahir Mariana Galarza, según una sentencia a prisión perpetua de la Justicia argentina que ella apeló y que muy pronto definirá como efectiva o no la Corte Suprema. Al margen de esta película, hay dos libros publicados sobre el tema: Nahir: la historia desconocida, de los periodistas Mauro Szeta y Mauro Fulco, y El silencio de Nahir, de Jorge Zonzini, exvocero de la familia. 

Todo puede pasar, pero la mayor parte de la prensa especializada que sigue el caso no le da demasiadas chances a esta última estrategia de los abogados de la única acusada del asesinato de Pastorizzo. Nahir también intentó inculpar a su padre, un policía entrerriano que hoy se dedica a trabajar en su granja avícola. Todo eso está reflejado en la película que dirigió Hernán Guerschuny, que sale de su terreno más habitual, la comedia (El críticoUna noche de amorCasi feliz), para internarse en el «thriller basado en hechos reales» hoy tan en boga.

Si hay algo que define a Galarza como personaje es su aura de misterio. En sus apariciones públicas –una entrevista con Mariana Fabbiani que se encuentra en YouTube, por ejemplo– ha acentuado ese perfil inescrutable. Y Valentina Zenere, la actriz que protagoniza Nahir, conocida por su trabajo en Soy Luna, consigue encarnar ese misterio. Suena más fácil de lo que realmente es: su actuación es de lo mejor de una película que ya encendió la polémica porque incluye «todas las versiones», como resalta la plataforma que la produce, sobre el crimen. 

Éxito. «Carmel» incluye algunas recreaciones de la historia de García Belsunce.

Estando prácticamente resuelto el caso, el desafío para esta película era tratar de explicarlo. O al menos dejar planteadas algunas hipótesis, que es lo que Nahir intenta hacer poniendo el foco en una relación excesivamente simbiótica de la protagonista con su padre (buen trabajo de César Bordón) y la influencia decisiva del entorno familiar en la construcción de su personalidad, muy marcada por la obsesión con la imagen. El film de Guerschuny insiste en ese factor determinante y en la violencia de Pastorizzo como contexto insoslayable del crimen. Ese es su atrevimiento y el motivo de la ira del padre de la víctima, que calificó a la producción de Amazon de «mamarracho» sin verla. 

Construcciones narrativas
A diferencia de otros casos policiales de mucha repercusión pública como los de María Marta García Belsunce y el fiscal Nisman, el de Nahir Galarza concentra más enigmas alrededor de la personalidad de la protagonista que de su esclarecimiento. Las series Carmel Nisman basaron buena parte de su éxito en la curiosidad que motorizan casos criminales de difícil resolución como los que abordan. Y al pertenecer al campo del documental, además, abren la expectativa de iluminar una resolución. En cambio, Nahir habla desde la ficción, donde no hay límites ni reglas fijas. Aunque es oportuno señalar que las propias series documentales implican un recorte, una edición de lo que realmente ocurrió, armada específicamente para sostener una narración con una dirección concreta y decidida. En Carmel hay algunas recreaciones de situaciones de la historia de esa familia marcada por la desgracia que alertan sobre la construcción que supone cualquier tipo de relato, incluso los documentales, ni hablar las «ficciones basadas en hechos reales». 

«Esas recreaciones tienen un lugar claro. Y las pensamos porque no teníamos archivo», explica Alejandro Hartmann, el director de la exitosa serie sobre el caso García Belsunce. «Entonces preferí explicitar mi mirada, decir claramente “esto es una visión, una mirada entre tantas otras”. Revelar que hay un director, una realización, una mirada editorial detrás de la serie: que se vea la costura de alguien que está contando».

Algo similar, con otros contornos, ocurre con El caso Asunta, apoyada en una actuación muy sólida de Candela Peña y también planteada como serie especulativa que despliega distintas hipótesis sobre el shockeante asesinato de una menor en Santiago de Compostela que sacudió el 2013 de España. Se trata de ficciones, no hay que olvidarse de eso. Aunque estén motivadas por sucesos reales, son construcciones narrativas y semánticas, igual que las que pueblan los diarios, los noticieros y las redes sociales. Si se quiere, estas recreaciones producidas sistemáticamente y etiquetadas como true crime tematizan la época. 

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