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Bienvenida Casandra

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Partida doble. Las piezas en cuestión, Casandra iluminada y Casandra está insolada.

n la mitología griega, Casandra es hija de los reyes troyanos Príamo y Hécuba. El dios Apolo le concede el don de la adivinación, a cambio de un encuentro sexual, pero como finalmente ella lo rechaza, la condena a vaticinar el futuro sin que nadie crea jamás en sus pronósticos. Después de la caída de Troya, la princesa es entregada al rey Agamenón de Micenas. Este ignora que, mientras él se encuentra en la guerra, su mujer Clitemnestra y su primo Egisto se hacen amantes. Juntos causarán su muerte y la de Casandra.
Dos obras que actualmente se encuentran en la cartelera porteña, Casandra iluminada (rito de pasaje) y Casandra está insolada, traen de vuelta a este enigmático personaje. La primera surgió luego de que Noemí Frenkel, autora y protagonista, leyera la novela Casandra de la alemana Christa Wolf, y se inspirara en esta pitonisa, que predice su propia muerte, para escribir un logrado monólogo sobre los últimos días de una mujer encerrada en un psiquiátrico. Con co-dirección de Silvia Goldstein, el montaje se presenta en el teatro ElKafka.
¿Cómo se vincula esta relectura del mito griego con la actualidad? «Casandra puede estar encarnada hoy por todos aquellos que cargan con el estigma de locos, rechazados, ridiculizados, por señalar lo que nadie quiere ver ni oír, desde el sujeto que revela el abuso y la disfuncionalidad en el seno de su propia familia, hasta quienes se hacen cargo de señalar la locura y la desmesura de la sociedad en la que vivimos», responde Frenkel. «Como ejemplo, podría mencionar las décadas de advertencias desoídas sobre los desastres ambientales que estamos padeciendo», arriesga la dramaturga e intérprete.
Inspirada en Agamenón, de Esquilo, en la sala El Piso puede verse Casandra está insolada, que aborda el asesinato de Agamenón (Franco Planel), a manos de su esposa, luego de volver de un viaje de negocios a su acomodada casa, ubicada en alguna parte de la Buenos Aires actual. Lo acompaña su amante, Casandra (María Florencia Colace), quien le anuncia su fatal destino, mientras que Clitemnestra (Ayelén Duniec) y Egisto (un buen trabajo del prometedor Julián Castro) están confabulados, porque ésta culpa a su marido por la desaparición de su hija Efigenia.
A Sabrina Marcantonio, autora y directora de la obra, le fascina Casandra «y sus incansables intentos por cambiar lo que no se puede cambiar», así como todo lo relacionado con la guerra de Troya. «Acá me refiero a la mirada de Casandra y a lo que ella aporta a la situación. Si la misma historia fuera contada por Egisto, por Clitemnestra o por el propio Agamenón, probablemente sería muy diferente. Incluso me pregunto si no termina siendo Casandra el desencadenante de todo lo que sucede. Por otro lado, más interesante me resulta que ella sabe desde el inicio adónde llega y lo que le espera. Sin embargo, lucha contra eso hasta las últimas consecuencias». Como señala Marcantonio, temas como las luchas de poder y la traición están muy presentes en esta versión, en la que Casandra, quien representa a los oprimidos, prefería haber muerto a ver lo que está por venir.

Francia Fernández

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