Cultura | «CONFESIONES DE UN ESCRITOR»

Celebración de una vida

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Ezequiel Obregón

Las experiencias y los textos de Haroldo Conti ocupan el centro de la escena de la obra recientemente estrenada en el Centro Cultural de la Cooperación.

Climas. Gabriela Perera, Gustavo Pardi y Diana Kamen se nutren de las poéticas, las palabras y los discursos del autor de Sudeste y Mascaró.
Foto: Guido Piotrkowski

Autor de textos nodales para la literatura argentina como Sudeste, En vida y Mascaró, el cazador americano, entre otros, Haroldo Conti es el centro neurálgico de Confesiones de un escritor, la obra de Juano Villafañe que Manuel Santos Iñurrieta acaba de llevar a escena en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Lejos de transponer de forma lineal el tramo de una vida, el espectáculo presenta cuadros de situación que le proponen a los espectadores un acercamiento menos esquemático y más afectivo.
Para Villafañe, la pieza no solo implica una operación de escritura a partir de la vida y la obra de un artista, sino también la revisión de un tiempo que forma parte de su propia historia. «En 1984, en la apertura democrática, ya en tiempos en los que se empezaron a establecer el Juicio a las Juntas y la reivindicación de los derechos humanos, por supuesto que estuvo presente la figura de Haroldo Conti. Nosotros, los que fuimos componentes del taller literario Mario Jorge De Lellis, hicimos una gran campaña nacional por los escritores desaparecidos y entre ellos estaba Haroldo Conti. Desde ese lugar, establecimos un encuentro con sus hijos y organizamos una revista en su homenaje que se llamó Mascaró», rememora el dramaturgo y poeta.
«Los hijos de Haroldo nos entregaron el cuento inconcluso “A la diestra”, que había quedado en la máquina de escribir el día en que lo secuestraron en 1976», agrega el también director artístico del CCC. «Desde allí siempre tuve la idea de pensar en una obra de teatro a partir de aquel cuento. Confesiones de un escritor es un espectáculo que nace a propósito de esa historia», sintetiza.
Por su parte, Santos Iñurrieta valora la posibilidad que le dio Villafañe de trabajar el texto para que pudiera adquirir un mayor grado de teatralidad, al punto de haber escrito algunas escenas. De las lecturas de los tres intérpretes, a los que el director considera «grandes decidores», también se nutrió el espectáculo: ellos son Diana Kamen, Gabriela Perera y Gustavo Pardi.
Santos Iñurrieta, quien previamente había trabajado desde la producción teatral con la vida de Roberto Arlt y otras personalidades como Fidel Castro, Mariano Moreno y Karl Marx, sostiene que siempre lo sedujo lo histórico y lo político. «Conti me resulta un personaje entrañable, un enorme escritor. El interés viene desde el ámbito de la literatura y también desde su dimensión política en un tiempo histórico concreto que sigue dialogando con el presente de este país y de este mundo», señala.

Libre y abstracta
Kamen y Perera representan a las compañeras del escritor, compuesto por Pardi. Kamen, que también se luce en Buenos Aires Épica (otro espectáculo de Santos Iñurrieta), afirma que esta producción le permitió conocer en mayor profundidad la trayectoria vital y literaria de Conti. «Había leído La balada del álamo Carolina. Con los ensayos me creció la curiosidad y el entusiasmo de leer sus cuentos e investigué sobre su vida. Tanto Gabriela como yo interpretamos a sus dos compañeras, las madres de sus hijos. En la obra no hay una distinción sobre quién es quién: las dos mujeres pueden ser una u otra. No hay una definición específica sobre cómo es cada personaje femenino, somos intérpretes al servicio de la historia», concluye.
En efecto, tal como señala Kamen, la obra se aleja de los lineamientos históricos y abraza una forma más libre y abstracta. Así lo ha considerado su dramaturgo, quien se explaya sobre su estructura. «Confesiones de un escritor trabaja en círculos que van rotando en distintas escenas, en distintos cuadros. En ningún momento propone un final ni tampoco es un cuento», define Villafañe. «Se trata de construcciones que van aportando climas, momentos, situaciones. Los actores tampoco interpretan personajes tipificados: lo que hacen es representar los distintos climas en los que aparecieron las poéticas, las palabras, los discursos de Haroldo Conti».
El dramaturgo piensa en la relación previa que el público puede tener con Conti. «Para el espectador que no sabe nada de él, creo que se va a poder llevar una impresión de este personaje tan caro a la historia de la literatura nacional. Y el que conoce algo de su obra también va a poder conectar y emocionarse», señala Villafañe. Por último, ahonda en sus aspiraciones: «Pretendo generar una celebración, corrernos del homenaje nostálgico. Si bien la vida de Conti en su desenlace es dramática, a mí me parece que tenemos que celebrarlo. Quiero que el espectador se lleve la imagen de la felicidad, de la necesidad de las utopías. La imagen, como dice en una de sus obras, de reconocer el camino, que es el viaje mismo».

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